Page 133 - tomo34

Basic HTML Version

135
riesgo y fortuna de la interpretación simbólica
Conviene aquí recordar que todo aquel majestuoso despliegue de recursos
literarios, unidos a los persuasivos efectos de realidad o verdad deriva­dos del
accionar de los representantes en la escena, no terminarían siendo dirigidos
al pueblo indígena, sino al sofisticado público de la Corte madrileña. Y es
que el auto sacramental de
El Divino Narciso,
según consta en la portada
de la edición suelta de 1690, fue compuesto por sor Juana “a instancias de
la Exma. Sra. Condesa de Paredes, Marquesa de la Laguna, Virreina des­
ta N. E., singular Patrona y Aficionada de la M. Juana, para llevarlo a la
Corte de Madrid, para que se representase en ella”.
25
Evidentemente, la
com­posición del Auto es anterior a la Loa, ya que ésta fue concebida por
sor Juana con el propósito primordial de exponer a los ojos del monarca y
sus ministros los argumentos que mejor contribuyesen a dignificar la detur­
pada condición de los naturales de América, por cuanto que, aun entre las
“sombras” de su idolatría, tuvieron vislumbres de las verdades de Cristo y,
en particular, de la prefiguración de la santa misa en los rituales aztecas del
“Dios es comido”. Con todo, no parece que sor Juana se hubiese atrevido
–pese a las muchas concesiones que los teólogos de su tiempo hacían a las
representaciones mítico-alegóricas de los misterios cristianos– a postular
un verdadero sincretismo de los cruentos sacrificios ofrecidos a Huitzilo­
poxtli y la consagración cristiana del pan y el vino (signos materiales de la
transustanciación de la carne y la sangre de Cristo); en lo teológico, limitó
las semejanzas de los respectivos ritos a una prefiguración de ciertos signos
reconocibles desde una perspectiva exegética, aunque ello no le impidiera
trazar un bello y quizá ambiguo paralelismo entre los “portentos” obrados
por las “mentidas” deidades prehispánicas tanto como por la sabiduría y
bondad del “Dios verdadero”:
…Pues si el prado
florido se fertiliza,
25
Aunque José Toribio Medina señaló la existencia de una edición “suelta” madrileña (Biblioteca
Hispanoamericana, n. 7863), todo hace suponer que no se llevó a cabo la representación de dicho
auto en la corte real, pues no hay constancia de ello en los archivos municipales de Madrid. Cf.
Ángel Valbuena Briones, “El Auto sacramental en sor Juana Inés de la Cruz”, en Sara Poot Herrera
(ed.),
Y diversa de mí misma entre vuestras plumas ando
, homenaje internacional a sor Juana Inés de
la Cruz, México, El Colegio de México, 1993.