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josé pascual buxó
la Humana Naturaleza,
que en figura de una Ninfa,
con metafórica idea,
sigue una beldad que adora,
no obstante que la desprecia;
y para que a las Divinas
sirvan las Humanas letras
valiéndose de las dos
su conformidad coteja…
Narciso a Dios llama
porque su Belleza
no habrá quien la iguale
ni quien la merezca…
A diferencia de las alegorías profanas, fundadas habitualmente en una
distinción lata entre miembros de las series “figuradas” o connotativas
(proceden­tes por lo general de fuentes literarias) y los de su contraparte
“recta” o denotativa (vinculados a la experiencia y el conocimiento hu­
manos), en las alegorías sacras se confrontan dos paradigmas igualmente
“figurados” pertenecientes a la categoría discursiva o textual, uno de ellos
producto de la imaginación fabulosa del mundo clásico y otra pertene­
ciente al corpus simbólico de la literatura sacra. De ahí que deba aceptarse
como incontestable la premisa según la cual las mitológicas sean, por ese
mismo hecho, tan solo adivinaciones imperfectas de las verdades cristianas,
en tanto que las Escrituras sagradas –pese a su constante recurso a la ana­
logía y la metáfora, cuyo sentido exige siempre la garantía de una exégesis
ortodoxa– dicen garantizar la única y verdadera realidad tanto mundana
como transmundana y constituyen por sí mismas la totalidad posible de los
paradigmas canónicos del pensamiento cristiano. A partir de allí, se entien­
de y justifica la recuperación del pensamiento profético y pagano a partir de
una sola clave: la de las representaciones o prefiguraciones alegóricas de la
Nueva Ley de Cristo.
Instalada la trama en un ámbito eglógico, en el cual la Gentilidad, la Si­
nagoga, la Naturaleza Humana y la misma Eco salen de ninfas acompaña­