Nació el 9 de junio de 1881 en Tlalpujahua, Michoacán; murió el 9 de febrero de 1956. Ingresó a la Academia como miembro de número el 30 de diciembre de 1953. Fue el 1° ocupante de la silla número XXIV.
Realizó los estudios primarios en Puruándiro y Morelia en la escuela de don Timoteo Carrasco. Se inscribió en el Seminario Conciliar de Morelia en 1891, en donde estudió humanidades, filosofía y teología. Después de ser ordenado sacerdote, fue encomendado a la enseñanza en el mismo seminario, en donde fue prefecto de disciplina, vicerrector y rector.
Asimismo, fue administrador apostólico del obispado de Chilapa, obispo auxiliar en Morelia del arzobispo don Leopoldo Ruiz y Flores, más tarde fue Arzobispo de México y delegado apostólico.
La púrpura cardenalicia estuvo a su alcance, pero la rechazó por las circunstancias del país. Pio XIII lo consideró un hábil dirigente de la Iglesia mexicana.
Su discurso de entrada a la Academia fue sobre “Francisco Banegas Galván”, como homenaje a uno de sus grandes formadores. Le dio respuesta Alejandro Quijano. Ambos discursos se recogen en el tomo XIV de las Memorias de la Academia.
Su obra es muy amplia. Ésta incluye textos como: El Espíritu Santo (1939), Simientes divinas (1945), El sacerdote, misterio de amor (1945), Jesús (1940), El Espíritu Santo (1939), Santa María de Guadalupe (1939), El Espíritu Santo y la oración (1951), La intimidad con Jesús (1950), El camino regio del amor (1954), A propósito de un viaje (1935), Ven, Jesús (1955), Almas próceres (1945), Divina obsesión (1959), La perfecta alegría (1961), El supremo amor (1961), La pureza en el ciclo litúrgico (1945), La consumación en la unidad (1961), Apuntes de ejercicios espirituales (1960).
(Con información de Semblanzas de Académicos. Antiguas, recientes y nuevas de José Luis Martínez).