La Real Academia Española se fundó en Madrid en 1713 por iniciativa de don Juan Manuel Fernández Pacheco, marqués de Villena, aprobada en 1714 por la Real Cédula del rey Felipe V. En 1770, dio inicio su relación con México cuando el jurista y filólogo don Manuel de Lardizábal y Uribe, nacido en San Juan del Molino, Tlaxcala, y educado en el Colegio de San Ildefonso Ciudad de México, fue elegido para ocupar el sillón C., y sería más tarde su secretario perpetuo.
Antes de alcanzar su vida independiente, México manifestó con el cultivo del español mexicano, entre otras expresiones, la voluntad de lograr su emancipación cultural; por ello, a lo largo del siglo XIX, surgieron varios intentos de crear una academia propia que entre sus objetivos tuviera conservar y restituir la pureza del español, reimprimir y hacer circular las obras de autores clásicos, redactar diccionarios y gramáticas de las lenguas habladas en territorio nacional, conformar atlas del uso del idioma, seleccionar obras útiles para el estudio de la poesía y la elocuencia, auxiliar en el uso y estilo de la lengua a quienes lo requirieran, establecer premios y corregir el uso anárquico de la ortografía. De este modo, nacerían, en 1835, la Academia de la Lengua, ratificada por un decreto presidencial en 1854 y, más tarde, las secciones dedicadas a la filología y la literatura de la Academia Imperial, en 1865, y de la Academia Nacional de Ciencias y Literatura, en 1870, instituciones todas cuyo desarrollo fue coartado, de una manera u otra, por la inestabilidad política y los enfrentamientos ideológicos de la época.
Fue así como por más de cincuenta años, la preservación, defensa y cultivo del español de México sólo fue posible gracias a esfuerzos individuales más que corporativos, a la labor de muchos de quienes habían integrado las academias y que, a pesar del fracaso de éstas, prosiguieron ocupándose de los asuntos lingüísticos y enriquecieron notablemente la bibliografía mexicana sobre la materia; algunos de ellos llegaron a ser miembros de la Real Academia Española. Los nombres de estos estudiosos son don José Justo Gómez de la Cortina, don José Bernardo Couto, don José Joaquín Pesado, don Joaquín María Castillo y Lanzas, don Andrés Quintana Roo, don José María Heredia, don Francisco Sánchez de Tagle, don Miguel Valentín, don Agustín Torres Torija, don José Mariano Blasco, don José María Tornel, don José María Fagoaga, don Carlos María de Bustamante, don Basilio Arrillaga, don Manuel Eduardo de Gorostiza, don Juan Rodríguez Puebla, don Juan de Orbegoso, don Lucas Alamán, don Manuel Díez de Bonilla, don Juan José Espinosa de los Monteros, don Isidro Rafael Gondra, don Francisco Ortega, don José Ramón Pacheco, don Miguel Santa María, don Ignacio Aguilar y Marocho, don José María de Bassoco, don José María Lafragua, don Francisco Miranda, don Manuel Moreno y Jove, don Clemente de Jesús Munguía, don José Fernando Ramírez, don Ignacio Sierra y Rosso, don José María Roa Bárcena, don Francisco Pimentel, don Mucio Valdovinos, don Joaquín García Icazbalceta, don Manuel Orozco y Berra, don Luis G. Cuevas, don Alejandro Arango y Escandón, don Manuel Larráinzar, don José Sebastián Segura y don Manuel Peredo.
El 24 de noviembre de 1870, la Real Academia Española determinó constituir academias americanas correspondientes cuyos fines coincidían con los que, desde su creación, habían tenido las academias fundadas en México. Los promotores de la iniciativa fueron su propio director, don Mariano Roca de Togores, marqués de Molins; don Patricio de la Escosura, don Juan Eugenio Hartzenbusch, y el jurista, poeta y traductor nacido en México don Fermín de la Puente y Apezechea, quien ocupaba el sillón h de la Real Corporación y desempeñaría un papel decisivo en la fundación de las primeras academias hispanoamericanas.
Para formar la mexicana, la Real Academia designó correspondientes a don José María de Bassoco, don José Fernando Ramírez y don Manuel Moreno y Jove, miembros en 1854 de la Academia de la Lengua, y convocó a don Alejandro Arango y Escandón, don Joaquín García Icazbalceta y don José Sebastián Segura, antiguos socios de la Academia Imperial de Ciencias y Literatura, así como a don Sebastián Lerdo de Tejada, presidente de la república desde 1872, y a los señores don Juan Bautista Ormaechea y Ernáiz, don Casimiro del Collado y don Joaquín Cardoso.
En tanto se formalizaba la organización de la Academia Mexicana Correspondiente de la Española, murieron los señores don José Fernando Ramírez y don Manuel Moreno y Jove. En sesiones privadas, los restantes eligieron a los señores don Francisco Pimentel, individuo de las academias Imperial y Nacional de Ciencias y Literatura; a don José María Roa Bárcena y don Manuel Orozco y Berra, integrantes de la primera; a don Manuel Peredo, quien había sido miembro de la segunda, y a don Rafael Ángel de la Peña.
Las sesiones preparatoria e inaugural de la Academia Mexicana fueron presididas por don José María de Bassoco y se celebraron, respectivamente, el 13 de abril y el 11 de septiembre de 1875, en casa de su primer bibliotecario, don Alejandro Arango y Escandón, ubicada en la antigua calle de Medinas número 6 (hoy República de Cuba número 86), en Ciudad de México. En la sesión del 25 de septiembre del mismo año, se completó la elección de la primera Mesa Directiva: además del director y del bibliotecario arriba mencionados, se eligió secretario a don Joaquín García Icazbalceta; censor, a don Manuel Peredo, y tesorero, a don José María Roa Bárcena.
La restauración de la República lograda por los liberales encabezados por don Benito Juárez traería consigo estabilidad política y daría a la Academia Mexicana Correspondiente de la Española oportunidad no sólo de iniciar la que ha sido una larga y fructífera vida, sino de contribuir, de acuerdo con el deseo de los mexicanos, en la construcción de su identidad lingüística. Los primeros volúmenes de sus Memorias, publicadas a partir de 1876, atestiguan la importante labor que con este fin realizó la institución desde sus inicios.
La Academia comenzó sus trabajos con sólo trece de los dieciocho individuos numerarios con los que, por normativa de la Real Academia Española, podía contar y que sólo más tarde reuniría. Hoy, de acuerdo con las reformas estatutarias de 1952 y 2006, posee 36 sillas de número para sus miembros en activo; puede elegir hasta 36 individuos correspondientes y cinco honorarios y considerar en retiro a cuantos académicos de número en activo lo soliciten.
En el transcurso de su existencia, a la Academia han pertenecido más de tres centenares de académicos: los más ilustres escritores, lingüistas y estudiosos del país; lo mismo filólogos y gramáticos que filósofos y ensayistas, poetas y novelistas, comunicólogos y jurisconsultos, dramaturgos e historiadores, humanistas y científicos. Entre los hoy fallecidos, destacan: don Joaquín García Icazbalceta y don Rafael Ángel de la Peña, don José María Roa Bárcena y don Manuel Orozco y Berra, don Francisco Sosa y don José María Marroquí, don Alfredo Chavero y don José Peón Contreras, don José María Vigil y don Francisco de Borja Del Paso y Troncoso, don Justo Sierra y don Joaquín D. Casasús, don Joaquín Arcadio Pagaza y don Ignacio Montes de Oca y Obregón, don Emilio Rabasa y don José López Portillo y Rojas, don Rafael Delgado y don Federico Gamboa, don Luis González Obregón y don Manuel José Othón, don Juan de Dios Peza y don Enrique Fernández Granados, don Enrique González Martínez y don Federico Escobedo y Tinoco, don Victoriano Salado Álvarez y don Carlos Díaz Dufoo, don Amado Nervo y don Luis G. Urbina, don Alejandro Quijano y don Artemio de Valle-Arizpe, don Antonio Caso y don Julio Torri, don Manuel Romero de Terreros y don Ángel María Garibay K., don José Juan Tablada y don Carlos Pellicer, don Alfonso Reyes y don José Gorostiza, don José Vasconcelos y don Isidro Fabela, don Jaime Torres Bodet y don Manuel Toussaint, don Salvador Novo y don Justino Fernández, don Martín Luis Guzmán y don Agustín Yáñez, don Antonio Castro Leal y don Francisco Monterde, don Juan Rulfo y don Mauricio Magdaleno, don Octaviano Valdés y don Ignacio Bernal, don Antonio Gómez Robledo y don Edmundo O'Gorman, don Octavio Paz y don Héctor Azar, don José Rojas Garcidueñas y don Manuel Alcalá, doña María del Carmen Millán y don Luis González y González, don Francisco Javier Santamaría y don Jesús Silva Herzog, don Salvador Díaz Cíntora y doña Elsa Cecilia Frost, don Salvador Elizondo y don José Luis Martínez.
En 1940, la corporación, por iniciativa de su director, don Alejandro Quijano, decidió hacer públicas las sesiones solemnes en las que un nuevo académico pronuncia su discurso de ingreso.
El 22 de diciembre de 1952, el gobierno de la república concedió un patrimonio en fideicomiso a la Academia, la cual se constituyó entonces como asociación civil.
La Academia Mexicana, caracterizada siempre por mantener buenas relaciones con el resto de las corporaciones hermanas, organizó el Primer Congreso de Academias de la Lengua Española (ASALE), realizado en Ciudad de México en abril de 1951. De él, gracias a la labor de su Comisión Permanente, más tarde surgiría la Asociación de Academias de la Lengua Española, ASALE, confirmada en el Segundo Congreso, celebrado en Madrid en 1956.
Hasta entonces, la corporación había carecido de un domicilio oficial. El 7 de agosto de 1956, gracias a las gestiones de don Alejandro Quijano, adquirió en propiedad la casa número 66 de la calle de Donceles, sede que fue inaugurada el 15 de febrero de 1957 en una ceremonia a la que asistió el entonces secretario de Educación Pública, don José Ángel Ceniceros, en representación del presidente de la República don Adolfo Ruiz Cortines.
Poseer un domicilio fijo haría posible que, en 1959, la Academia consolidara su biblioteca, denominada Alberto María Carreño en honor del ilustre académico. El fondo de origen, proveniente de la que fuera colección particular de don Alejandro Quijano, fue comprado por el gobierno del presidente de la república don Adolfo López Mateos, mediante las gestiones del señor académico don Jaime Torres Bodet, a la sazón secretario de Educación Pública, y cedido a la corporación. Desde entonces el acervo ha ido en constante aumento: a las entregas de las obras publicadas por los señores académicos se han añadido las de la Real Academia Española, las Academias correspondientes, algunas casas editoras y librerías y algunas entidades culturales oficiales y privadas, así como las importantes donaciones hechas por doña Gracia Córdoba viuda de Núñez y Domínguez, doña Concepción Freyre viuda de González de Mendoza y Rodríguez y doña Josefina Juárez viuda de Torres Bodet, y por el señor don Jorge Luquín Segovia, quienes, tras el fallecimiento de sus respectivos esposos y padre, entregaron libros y objetos que habían pertenecido a éstos; por su parte, el señor licenciado don Alberto Vásquez del Mercado donó a la Academia una valiosa colección de obras históricas y literarias.
En la actualidad, alrededor de dieciocho mil volúmenes integran el acervo, el cual, por acuerdo del pleno e iniciativa de don José G. Moreno de Alba, es clasificado, catalogado y enriquecido con obras de y sobre los propios académicos, de modo tal que constituya la más completa colección especializada en la materia.
El 11 de septiembre de 1970, el Museo de la Academia fue inaugurado por don Agustín Yáñez, académico y, entonces, secretario de Educación Pública. Su creación se debió a la iniciativa del director de la corporación don Francisco Monterde, y fue posible gracias al apoyo de don Carlos Trouyet. La colección comprende autógrafos, retratos y objetos de académicos desaparecidos, y fue conformada gracias a importantes donativos particulares y a la colaboración de instituciones públicas.
En ocasión de cumplirse, el 11 de septiembre de 1975, el centenario de su sesión inaugural, la Academia Mexicana Correspondiente de la Española llevó a cabo un amplio programa de actividades a las que convidó a asistir a distinguidos especialistas y a representantes no sólo de la ASALE, sino también de la Brasileña, la Francesa, la Italiana, la Portuguesa y la Rumana. Especial mención merecen el Coloquio sobre la Lengua Española en el Mundo Contemporáneo y el concurso a que se convocó para premiar los mejores trabajos de investigación sobre lingüística hispánica e historia literaria.
Para dicha conmemoración, la Academia Mexicana también llevó a cabo un extenso programa editorial: reimprimió algunas importantes obras publicadas por sus antiguos miembros durante el siglo XIX, así como los primeros siete tomos de sus Memorias –originalmente publicados entre 1876 y 1945, y que para aquel momento eran ya verdaderas rarezas bibliográficas–, de las que también editó un índice actualizado (tomos I-XXI).
Del mismo modo, vieron la luz un volumen iconográfico de los directores de la corporación; el tomo XXI de las Memorias; el volumen Semblanzas de académicos, conjunto de notas biográficas y críticas sobre la obra de los académicos fallecidos escrito por los entonces miembros, y una nueva edición de su Anuario.
Además, para difundir la pervivencia y quehacer de la Academia, se realizó también la edición de una medalla conmemorativa y de un timbre postal, así como diversos programas de radio y televisión.
Todos estos actos fueron posibles gracias al patrocinio de la presidencia de la república y de las secretarías de Educación Pública, Hacienda y Crédito Público, Comunicaciones y Obras Públicas, así como de los dirigentes de los organismos de la radio y la televisión, a todos los cuales la corporación expresó oportunamente su reconocimiento.
Entre 1981 y 1982, se publicaron tres números del Boletín de la Academia Mexicana. En 1993, la Academia empezó a prepara un nuevo diccionario de mexicanismos, cuya primera edición es de 2010. Las tareas de investigación, a las cuales el entonces Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología y la Secretaría de Educación Pública brindaron su apoyo, rindieron sus primeros frutos con la publicación, en coedición con el Fondo de Cultura Económica, del Índice de mexicanismos (1997) y el Diccionario breve de mexicanismos (2001), obra preparada por el académico don Guido Gómez de Silva.
En 1998, la Academia Mexicana organizó el XI Congreso de la Asociación de Academias de la Lengua Española, celebrado en la ciudad de Puebla, del 15 al 19 de noviembre de ese año. Para ello contó con el apoyo de la Secretaría de Educación Pública, el entonces Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, el Gobierno del estado de Puebla y el Grupo Modelo.
A principios de 2001, presidida por don Alejandro Burillo Azcárraga y dirigida por doña Claudia Gómez Haro, se constituyó la Fundación Pro Academia Mexicana de la Lengua, entidad que brinda un firme y constante respaldo a la actual vida de la corporación; a partir de agosto de 2007 y hasta 2012, su director fue don Pablo García Sainz. Gracias al apoyo de la Fundación, la Academia instaló su sede en la calle de Liverpool número 76, en la colonia Juárez. A su inauguración, efectuada el 19 de noviembre de 2002, asistieron el presidente de la república don Vicente Fox Quesada y su señora esposa; don Juan Carlos I y doña Sofía, Reyes de España; el presidente de la Asociación de Academias de la Lengua Española don Víctor García de la Concha; los señores directores de las veintiuna Academias de la Lengua Española, y don Alejandro Burillo Azcárraga, presidente de la Fundación pro Academia Mexicana de la Lengua.
El 11 de diciembre de 2001, la corporación cambió su nombre por el de Academia Mexicana de la Lengua; ese mismo año, puso a disposición del público el sitio electrónico www.academia.org.mx, el cual ofrece a los usuarios información institucional y obras de consulta lingüística en línea, de acceso gratuito.
Por ministerio de Ley, desde el año 2002, la Academia Mexicana de la Lengua es miembro de la Mesa Directiva del Foro Consultivo Científico y Tecnológico. En ella participaron, en un inicio, don José Luis Martínez y don Salvador Díaz Cíntora, y posteriormente, de manera conjunta, don José G. Moreno de Alba, don Ruy Pérez Tamayo, don Elías Trabulse, doña Julieta Fierro y don Diego Valadés.
La corporación ha intervenido también en foros internacionales especializados que han sido de gran trascendencia para el mundo hispanoamericano. Sus miembros representaron dignamente a México en el XII y XIII Congreso de la Asociación de Academias de la Lengua Española celebrados en San Juan de Puerto Rico (2002) y en Medellín, Colombia (2007), así como en el II, III y IV Congresos Internacionales de la Lengua Española, celebrados, respectivamente, en Valladolid, España, en octubre de 2001; en Rosario, Argentina, en noviembre de 2004, y en Cartagena de Indias, Colombia, en marzo de 2007.
En 2003, la Academia organizó la IV Reunión de la Comisión Interacadémica responsable de la redacción del Diccionario panhispánico de dudas (DPD), celebrada en Ciudad de México del 31 de marzo al 4 de abril, y, con el auspicio de la Fundación San Millán de la Cogolla y del Gobierno de La Rioja, estableció, convocó y administró el Premio San Millán de la Cogolla, cuyo fin era reconocer la trayectoria de un mexicano dedicado al estudio de la lengua o literatura hispánicas. El premio fue concedido a la académica mexicana doña Margit Frenk.
Nuevas publicaciones aparecieron en 2004 con el sello editorial de la Academia: el tomo XXVII de sus Memorias; en coedición con el Fondo de Cultura Económica, el Refranero mexicano, del académico correspondiente don Herón Pérez Martínez, y las Semblanzas de académicos: antiguas, recientes y nuevas, editadas por don José Luis Martínez; y, del académico de número don Arturo Azuela, Agustín Yáñez en las letras y en la historia, en coedición con el Seminario de Cultura Mexicana y el Gobierno del estado de Jalisco.
Desde 2004 y durante 2005, la Academia Mexicana de la Lengua se sumó a la conmemoración del cuarto centenario de la publicación de la primera parte del Quijote.
Por ministerio de Ley, desde el año 2002, la Academia Mexicana de la Lengua es miembro de la Mesa Directiva del Foro Consultivo Científico y Tecnológico. En ella participaron, en un inicio, don José Luis Martínez y don Salvador Díaz Cíntora, y posteriormente, de manera conjunta, don José G. Moreno de Alba, don Ruy Pérez Tamayo, don Elías Trabulse, doña Julieta Fierro y don Diego Valadés.
La corporación ha intervenido también en foros internacionales especializados que han sido de gran trascendencia para el mundo hispanoamericano. Sus miembros representaron dignamente a México en el XII y XIII Congreso de la Asociación de Academias de la Lengua Española celebrados en San Juan de Puerto Rico (2002) y en Medellín, Colombia (2007), así como en el II, III y IV Congresos Internacionales de la Lengua Española, celebrados, respectivamente, en Valladolid, España, en octubre de 2001; en Rosario, Argentina, en noviembre de 2004, y en Cartagena de Indias, Colombia, en marzo de 2007.
Entre las diversas actividades en que tomó parte destacan el haber coeditado junto con la Real Academia Española y la Asociación de Academias de la Lengua Española la edición conmemorativa de la obra de Cervantes, publicada por la editorial Alfaguara y que incluyó, dentro del apartado "La lengua de Cervantes y el Quijote", el estudio "Oralidad, escritura, lectura" de doña Margit Frenk; haber llevado a cabo varias presentaciones de ella, siendo la más señalada la que tuvo lugar en ceremonia oficial donde participaron el entonces presidente de la República don Vicente Fox Quesada, la ministra de Cultura de España, doña Carmen Calvo, el director de la corporación entonces, don José G. Moreno de Alba, y el presidente en turno de El Colegio Nacional y también académico don Fernando del Paso; y haber logrado la compra de un millón cincuenta mil ejemplares por parte del gobierno federal. Asimismo, organizó y convocó, junto con la Universidad Nacional Autónoma de México y el entonces Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, el Premio El Yelmo de Mambrino, cuyo objeto fue galardonar los mejores trabajos periodísticos y campañas de difusión sobre el acontecimiento.
Siempre animada por un espíritu panhispánico, acorde con la nueva política lingüística adoptada por la Asociación de Academias de la Lengua Española, la corporación interviene de modo activo en todas las reuniones a las que aquélla la convoca y ha visto favorecidas durante los últimos años la consolidación de su instituto y la proyección social de sus tareas sustantivas. Participó en la realización de la vigésimo segunda edición del Diccionario usual (2001); del Diccionario panhispánico de dudas (DPD) (2005); del Diccionario del estudiante (2005) y su edición especial para Latinoamérica, el Diccionario práctico del estudiante (2007), y del Diccionario esencial de la lengua española (2006).
Actualmente colabora en la revisión del Diccionario de americanismos y de la nueva Ortografía y el Diccionario histórico de la lengua española; en la edición de la Nueva gramática, cuyo texto básico fue aprobado por las veintidós Academias el 24 de marzo de 2007 y verá la luz, junto con una versión compendiada y un DVD, en 2008; en las tareas permanentes de puesta al día del Diccionario panhispánico de dudas (DPD), y en la preparación de la vigésima tercera edición del Diccionario de la lengua española (DRAE), de la que todos y cada uno de los artículos es revisado exhaustivamente y cuyos avances, aprobados por las veintidós Academias asociadas y que van de octubre de 2001 a julio de 2006, se han incorporado ya al Diccionario esencial de la lengua española, obra que recoge sólo aquellos términos y acepciones que tienen un uso verificado en el español actual de España e Hispanoamérica.
En junio de 2003, la Academia instaló su Comisión de Lexicografía y conformó el Gabinete que la auxilia. Asimismo, en enero de 2005, creó la Comisión y el Gabinete de Consultas. Estas acciones hicieron posible que tales servicios, prestados por la corporación de manera directa a los miembros de la sociedad mexicana, sean hoy día más eficaces y expeditos.
En 2006, la corporación secundó la organización del VII Congreso Internacional de Historia de la Lengua Española, realizado del 4 al 8 de septiembre en Ciudad de Mérida, Yucatán, y coordinado por los eminentes lingüistas don José G. Moreno de Alba y doña Concepción Company Company. Asimismo, participó en la creación, en México, de la Fundación del Español Urgente (Fundéu), presidida por el director de la Academia Mexicana de la Lengua, y de cuya Regencia forman parte don Jaime Labastida y don Fernando Serrano Migallón, y a cuyo Consejo Asesor de Estilo pertenecen don Gonzalo Celorio y doña Margo Glantz.
La Academia fue invitada por el Gobierno del estado de Jalisco, El Colegio de Jalisco, El Colegio de México y el Seminario de Cultura Mexicana, a fundar, junto con dichas entidades, la Cátedra de Literatura y Artes Agustín Yáñez, instaurada en noviembre de 2006 y de cuyo Comité de Honor forma parte don José G. Moreno de Alba; del mismo modo, designó a don Felipe Garrido para que, en su representación, asistiera al VII Foro Nacional de Evaluación Educativa y participara, de forma permanente, en el Consejo Consultivo Interinstitucional para el Desarrollo Curricular de la Asignatura de Español de la Secretaría de Educación Pública. A partir de 2007, la Academia, representada por su entonces director, don José G. Moreno de Alba, formó parte del Consejo Asesor de la Comisión Organizadora de la Conmemoración del Bicentenario del Inicio del Movimiento de Independencia Nacional y del Centenario del Inicio de la Revolución Mexicana.
En el rubro editorial, en el año 2006, la corporación publicó, en coedición con el Fondo de Cultura Económica, los tomos II y III de la Historia de la Academia Mexicana de la Lengua, obra del académico don Enrique Cárdenas de la Peña; firmó con la citada casa editora el contrato para la segunda edición del Diccionario breve de mexicanismos, del académico don Guido Gómez de Silva; convino con la Universidad Nacional Autónoma de México la impresión de los discursos y alocuciones de respuesta pronunciados con ocasión del ingreso de sus académicos, y puso al día, reestructuró y renovó la presentación de su Anuario.
Durante el año 2007, la Academia Mexicana colaboró con las academias hermanas en la preparación de la edición popular conmemorativa de Cien años de soledad, publicada para señalar las cuatro décadas de la aparición de la novela y los ochenta años de vida de su autor, don Gabriel García Márquez; el volumen recogió dos ensayos de académicos mexicanos, "Para darle nombre a América", de don Carlos Fuentes, y "Cien años de soledad y la narrativa de lo real-maravilloso americano", de don Gonzalo Celorio.
Asimismo, la corporación fue convocada para participar en la organización en México del VIII Concurso Hispanoamericano de Ortografía: en su representación acudió el lexicógrafo don Octavio Cano Silva, rntonces miembro del Gabinete de Consultas, quien asumió la presidencia del jurado tanto en la fase regional, en el Distrito Federal, como en la fase nacional; a la ceremonia de premiación, encabezada por la secretaria de Educación Pública, doña Josefina Vázquez Mota, asistió el académico don Adolfo Castañón en calidad de orador.
En 2007, vieron la luz el tomo XXVIII de las Memorias de la Academia Mexicana de la Lengua y, patrocinada por la Fundación pro Academia Mexicana de la Lengua, la primera edición del Diccionario escolar de la lengua española, obra destinada a niños y jóvenes mexicanos que cursan la educación básica.
Por otra parte, la Academia, con el propósito de hacer extensivos su experiencia y conocimiento sobre la lengua y las letras mexicanas, y contribuir con ello a la formación y capacitación profesional de estudiantes y egresados de la Universidad Nacional Autónoma de México, al tiempo que recibir los beneficios de la ciencia, la técnica y la cultura generada por ésta, instauró cinco programas de servicio social: de Apoyo a la Comisión de Consultas; de Lexicografía; de Organización y Descripción del Archivo Histórico; de Organización Documental de la biblioteca Alberto María Carreño, y de Publicaciones.
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