Minucias del lenguaje - José G. Moreno de Alba, publicadas por el FCE.
Minucias del lenguaje - José G. Moreno de Alba, publicadas por el FCE.
LA VIGÉSIMA EDICIÓN del Diccionario de la Real Academia (1984) incorporó una buena cantidad de vocablos (muchos de ellos de carácter neológico) que no tenían cabida en las entregas anteriores. Se nos dice en el preámbulo que, contando las adiciones y enmiendas, no son menos de 20 000 las papeletas revisadas y aprobadas entre 1970 y 1984.
        El procedimiento más frecuente para formar voces es el de la derivación. Se obtiene un nuevo término mediante la combinación novedosa de morfemas preexistentes. Si se dispone del verbo almacenar, sea por caso, y del sufijo -ble ('capacidad o aptitud': alabable: 'que puede o debe alabarse'), no hay dificultad en formar almacenable ('que puede o debe almacenarse'), vocablo que no aparece aún en el DRAE.
        Así, la gran mayoría de los neologismos, cuando no se trata de la adopción íntegra de algún extranjerismo (jet, por ejemplo), o bien son voces derivadas mediante sufijación, o bien, sobre todo si se trata de vocabulario técnico o científico, son compuestos de seudoprefijos o seudodesinencias de origen griego o latino (telecomunicación, por ejemplo).
        Mucho más raro es el sistema que consiste en formar un nuevo vocablo mediante la simultánea utilización de un prefijo y un sufijo, esto es, la creación de un derivado compuesto. El resultado es lo que se conoce como voz parasintética. Véase, por ejemplo, la palabra encañonar, en la que interviene tanto el prefijo en- cuanto el carácter de 'verbo derivado de cañón'. Lo interesante de las voces parasintéticas es que no pueden segmentarse, es decir, no se pueden separar en primitiva y derivada, ni tampoco en los dos elementos que le dan el carácter de compuesta: no existe en español ni *encañón ni *cañonar, sino sólo encañonar.
        Éste es, me parece, el caso del neologismo conurbación, incorporado en la edición del DRAE de 1984 y que significa 'conjunto de varios núcleos urbanos inicialmente independientes y contiguos por sus márgenes, que al crecer acaban uniéndose en unidad funcional'. Esto sucedió, sea por caso, con Ciudad Satélite y la ciudad de México: se operó allí una conurbación. La palabra es, a mi ver, un buen ejemplo de parasíntesis: a la raíz urbe se le antepuso el prefijo con- y, simultáneamente, se le añadió el sufijo -ación. El resultado es la voz parasintética conurbación, que no procede ni de *conurbe más -ación, pues no existe *conurbe, ni de con- más *urbación, pues *urbación no es palabra española. Se formó mediante la simultánea aplicación de prefijo y sufijo. Es raro sin embargo que, siendo el sufijo -ación formador de sustantivos procedentes de verbos, no se incluya en el DRAE el verbo conurbar, voz también parasintética de la que podría tal vez proceder el sustantivo conurbación. Si se aceptara esta procedencia, entonces el carácter de parasintética se reservaría para conurbar, y conurbación sería simplemente derivada de conurbar.

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