Minucias del lenguaje - José G. Moreno de Alba, publicadas por el FCE.
Minucias del lenguaje - José G. Moreno de Alba, publicadas por el FCE.
EL SUFIJO -dad se manifiesta en las voces derivadas mediante distintos alomorfos: -ad (amistad), -aldad (frialdad), -dad (bondad), -edad (ansiedad),- idad (suavidad), -tad (pubertad). Da lugar a sustantivos abstractos que indican cualidad, acción o conducta. El alomorfo más frecuente es indudablemente -idad; los demás, en comparación con él, resultan de hecho improductivos.
        En general, los sustantivos derivados en -idad son morfológicamente regulares, aunque hay algunas excepciones: la terminación -ble de adjetivos primitivos se transforma, en el proceso de derivación, en -bil-: amable-amabilidad.
        Se dan también casos de diptongos que se monoptongan en el sustantivo derivado: nuevo-novedad. No faltan finalmente cultismos que conservan parte de la forma latina: infiel-infidelidad (latín infidelitas).
        Existen algunos pocos adjetivos españoles terminados en -eo que, en el momento de formar el derivado, conservan la vocal e (suprimiendo por tanto sólo la vocal o final) y añaden el sufijo -idad. Tal es el caso de contemporáneo-contemporaneidad, simultáneo-simultaneidad, espontáneo-espontaneidad, homogéneo-homogeneidad, idóneo-idoneidad, corpóreo-corporeidad...
        Debe tenerse en cuenta que no es éste el caso del adjetivo cotidiano, que termina en -o (no en -eo), y por tanto conviene evitar la formación *cotidianeidad, que a veces se usa en el español mexicano, particularmente en la lengua escrita. La única forma correcta es cotidianidad.
        Por lo contrario, resultan igualmente aceptables los derivados femineidad y feminidad. El primero proviene del adjetivo femíneo (del latín femineus), terminado en -eo, por lo cual se conserva la e antes del sufijo (femineidad). El segundo deriva de fémina (mujer, persona del sexo femenino), y por tanto se construye mediante la adición de -idad a la raíz femin- (feminidad).
        Puede tal vez pensarse que la forma feminidad es más reciente en la lengua, pues, por ejemplo, en la edición decimoquinta (1925) del DRAE no tiene cabida esta voz, mientras que sí se da cuenta del vocablo femineidad. Sin embargo desde hace ya varias ediciones se registran ambos vocablos.

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