Minucias del lenguaje - José G. Moreno de Alba, publicadas por el FCE.
Minucias del lenguaje - José G. Moreno de Alba, publicadas por el FCE.
ES MUY COMÚN LA DUDA en relación con el empleo del artículo definido que debe anteponerse al sustantivo azúcar, específicamente en cuanto al género: ¿el o la azúcar? Como todo el mundo sabe, hay en español la regla que exige cambiar, en algunos casos, el artículo femenino la por el masculino el, aunque el sustantivo al que acompañe sea del género femenino. A esta regla se debe que digamos el alma y no *la alma; sin que se afecte el género del sustantivo, que sigue siendo femenino (el alma buena). Debe sin embargo tenerse en cuenta que para que opere la regla citada es necesario que la a inicial del sustantivo sea tónica, es decir que caiga en ella el acento prosódico (independientemente de que, según las reglas correspondientes, lleve o no tilde). Ése es precisamente el caso de el alma; véase por lo contrario que no podemos decir *el arena, aunque arena comience con a, dado que esa a es átona (la tónica en arena es la vocal e). La regla tiene, como siempre, sus excepciones: si la voz con a tónica es adjetivo, no se suele cambiar el artículo: la ancha puerta; hay también uno que otro sustantivo con a inicial tónica que, sin embargo, conserva el artículo femenino: la hache (el nombre de la letra), por ejemplo.
        Volvamos al caso de la (el) azúcar. Como se ve, el sustantivo azúcar comienza ciertamente con una a; sin embargo no es tónica, sino átona, pues la tónica (incluso con tilde ortográfica) es la u. La alternancia del artículo no obedece, entonces, a la regla explicada arriba, como muchos creen. Lo que sucede es que el sustantivo azúcar, según el DRAE, pertenece al grupo de los llamados ambiguos, que son aquellos a los que conviene indistintamente el género masculino o el femenino. Algunos de los sustantivos que las viejas gramáticas señalaban como ambiguos quizá no lo sean hoy, puesto que el común de los hablantes se ha decidido por un solo género. Tal es el caso del sustantivo mar, que aunque en algunos dialectos del español (históricos o geográficos) y en uno que otro texto literario aparezca como femenino (la mar), la verdad es que en la lengua general es sólo masculino. No debe tampoco juzgarse ambiguo un sustantivo como orden, pues lo que ahí sucede es que de hecho se trata de dos sustantivos, uno masculino (el orden; 'concierto, regularidad, buena disposición de las cosas') y otro femenino (la orden: 'precepto, mandato').
        La voz azúcar vendría entonces a ser uno de los pocos sustantivos realmente ambiguos, lo que quiere decir que puede acompañarse indistintamente del artículo masculino el o del femenino la. Gramáticas de fines del siglo XIX señalan que en el empleo del vocablo azúcar "prevalece el género masculino" (Rafael Ángel de la Peña). Habría necesidad de revisar la lengua hablada y escrita contemporáneas para determinar si en efecto sigue o no predominando el azúcar sobre la azúcar.

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