Minucias del lenguaje - José G. Moreno de Alba, publicadas por el FCE
Minucias del lenguaje - José G. Moreno de Alba, publicadas por el FCE
LLAMA LA ATENCIÓN el hecho de que no aparezca en la mayor parte de los diccionarios, ni en los generales ni en los regionales, el vocablo privacía, usual al menos en México, aunque probablemente se emplee también en otras regiones de la amplísima geografía de la lengua española. Se trata de un vocablo, a mi entender, bien formado de conformidad con las reglas de derivación y, por otra parte, que cuenta con un significado lo bastante específico como para que quede plenamente justificada su presencia en el vocabulario oficial.
        La palabra privacía (y, con menos frecuencia, privacidad, que tampoco se define en los diccionarios), en el español mexicano, tiene carácter de sustantivo abstracto y significa algo así como 'calidad o condición de privado', entendiéndose por privado varias cosas, no sólo lo que registran los diccionarios ('que se ejecuta a vista de pocos, familiar y domésticamente, sin formalidad ni ceremonia alguna; particular y personal de cada uno'), sino también 'íntimo, reservado, discreto, solitario, aislado...' Cuando decimos, por ejemplo, que a alguien le gusta su biblioteca porque goza ahí de mucha privacía, lo que queremos decir es que esa persona no es importunada en ese recinto, que ahí se siente bien a solas o acompañado sólo de las personas con las que desea estar. Debe haber sin duda en el español general algún sinónimo, más o menos exacto, de este mexicanismo; no lo conozco o al menos no me viene ahora a la mente, pues voces como reserva, discreción, intimidad, etc., no significan exactamente lo que el vocablo privacía.
        No a todos gusta esta palabra; algunos prefieren privacidad; otros opinan que ninguna de las dos les parece aceptable. Lo que me interesa destacar es que, independientemente de que sea o no agradable, la voz, morfológica y semánticamente, es correcta, lo que puede resultar evidente cuando se ve que el sufijo -acía aparece en algunas palabras, pocas ciertamente, documentadas en el DRAE, como por ejemplo primacía y supremacía. Nótese que también en estos dos vocablos el sufijo -acía tiene el mismo sentido que en privacía, es decir que está formando sustantivos abstractos que designan 'calidad o condición de'. Primacía: 'superioridad, excelencia, dignidad'; supremacía: 'preeminencia'.
        Por todo lo anterior, podría recomendarse a la Academia que en la próxima entrega de su diccionario incluya, si se quiere como mexicanismo al menos, la voz privacía.
                P. D. En la vigésima segunda edición del DRAE (2001) se consigna sólo privacidad ("ámbito de la vida privada que se tiene derecho a proteger de cualquier intromisión").

        Los párrafos precedentes los escribí hace tiempo, y en ellos, como habrán leído, en la que aludía a la relativa vigencia, en México, de la voz privacía, con el sentido de “ámbito de la vida privada que se tiene derecho a proteger de cualquier intromisión”, y que no aparecía en los diccionarios. Varios años después sigue ausente de los diccionarios pero ahora, a diferencia de entonces, me parece justificada esta omisión. Tuve hace poco necesidad de consultar, para varias cosas, los impresionantes repositorios o archivos electrónicos de la Real Academia Española, los llamados corpus léxicos, que contienen muchos millones de vocablos. Aproveché para ver qué ha pasado con el vocablo privacía y, necesariamente, con privacidad, la voz sinónima recomendada por los diccionarios. Los resultados son concluyentes. El término privacidad aparece 352 veces en 203 documentos. La voz privacía tiene sólo 9 apariciones en 8 documentos. Estos números corresponden a la totalidad del corpus, con documentos de todo tipo y de todas partes. En el mundo hispanohablante, entonces, predomina abrumadoramente privacidad sobre privacía. Sin embargo mi antigua percepción sobre el empleo de privacía en México no era totalmente equivocada. De los 9 ejemplos que se registran en el corpus académico, nada menos que 7 son de México (casi el 80 %). Hay necesidad empero de precisar que, aquí mismo, en México, también se prefiere privacidad: si son 7 (de 9) las veces que se documenta privacía, son 22 (de 352) las ocasiones en que aparece privacidad. En textos mexicanos, hay tres documentaciones de privacidad por una de privacía. Sin embargo, en el español general hay menos de 3 privacías por 100 privacidades. Por tanto, tal vez tendría cierta justificación considerar mexicanismo, al menos relativo, el empleo de la voz privacía (en vez de privacidad).
        Ahora bien, si privacía debe verse como neologismo, lo mismo puede decirse de privacidad, que fue incluida apenas en la más reciente entrega del DRAE (2001). No falta quien opine que debe desaconsejarse el uso de privacía porque se trata de un flagrante anglicismo (procedente de privacy). Me temo que también lo es privacidad. En ambos casos está la evidencia de la c, que no aparece en vocablos españoles relacionados con (lo) privado. Lo que pasa es simplemente que, en un caso, se optó por castellanizar el vocablo mediante el sufijo —ía y, en otro, por el más común —idad. La razón por tanto para incluir en el diccionario general sólo el vocablo privacidad (y no privacía) es el hecho de que por esa forma se ha inclinado la mayoría de los hispanoablantes. Es ésta razón suficiente.

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