LOS ESTUDIOSOS del español americano han observado que no existe ningún fenómeno fonético, gramatical o léxico que pueda ser considerado como propio de toda América y ajeno a toda la Península Ibérica. Un fenómeno de tal naturaleza vendría a constituir un americanismo stricto sensu, un rasgo lingüístico americano en sentido estricto.
Lo que más se asemeja a este tipo de fenómeno es sin duda la ausencia, en América, del pronombre vosotros y, obviamente, de todas las segundas personas gramaticales de la conjugación, así como del correspondiente pronombre objetivo (os) y de los pronombres y adjetivos posesivos: vuestro(a)(s).
En América, para la segunda persona del plural, existe solamente el pronombre ustedes, que procede de vuestras mercedes, y que concierta con verbo en tercera persona del plural: ustedes cantan. Asimismo nuestro sistema de posesivos se reduce, para esta persona, a sólo el adjetivo su(s) y al pronombre suyo(a)(s), lo que se presta a explicar confusiones entre el su correspondiente a él, ella, ellos, ellas, ello y el que se refiere a usted(es): ésta es su casa, ¿de él o de usted? Tal vez sea ésta una de las razones que expliquen la frecuente duplicación de posesivos en el español de América (o de México al menos): *su casa de usted, *su primo de mi papá.
Por lo contrario, en la Península Ibérica el pronombre vosotros tiene plena vitalidad. Quizá puedan ser excepciones algunas pequeñas zonas andaluzas (pueblos de las provincias de Córdoba, Jaén y Granada) donde se dice ustedes cantáis o ustedes cantan (habla culta del occidente andaluz y dialectos canarios). En la mayor parte de España, en hablantes de cualquier nivel sociocultural, tiene absoluta vigencia la oposición vosotros/ustedes. Vosotros se usa para dirigirse a personas de confianza, a iguales o a inferiores. El pronombre ustedes se reserva para usos formales, con personas a quienes no se conoce o a quienes no se tiene confianza; viene a ser una fórmula de tratamiento que necesariamente marca una distancia con los interlocutores.
Debe reconocerse que la carencia, en América, del pronombre vosotros supone la pérdida de una oposición importante (entre ustedes y vosotros) y, consiguientemente, de los matices afectivos (que de ella derivan) en el momento de la comunicación.