Sentencia paremiológica mexicana originada probablemente entre pescadores que proviene de la percepción popular de que el camarón es perezoso y torpe, por lo que acamaronarse es dormirse y, por tanto, caerse. La frase descansa en el sentido simbólico que se atribuye a "acamaronarse" y se aplica a situaciones en que alguien se atonta.