El sentido paremiológico de este refrán, de origen puerquero, se basa en el tópico no sólo de que las apariencias engañan sino de que las mejores cosas no siempre son para los mejores. El refrán tiene la forma de una declaración constatativa de enunciación exclamativa cuya fuerza argumentativa se basa en la contraposición entre "cochino más feo" y "mejor mazorca".