Este refrán popular, también de la serie de refranes sobre libros, señala explícitamente una señal de que un libro no sirve: el estar bien encuadernado. Tiene el mismo sentido paremiológico, pues, que el refrán anterior "al libro de mala pasta, buena pasta". Ambos, por desgracia, expresan la concatenación semiótica, vigente entre nosotros en el comercio de libros y en la industria editorial. A saber: que los libros mejor empastados son los que menos lo merecen. Estos refranes, entonces, se convierten en refranes semióticos que podrían formularse así: libro bien empastado, mal libro.