Refrán que expresa el estado de convulsión y de semilocura del enamorado. Se aplica a las mil y una "locuras" de cualquier enamorado. Es un refrán de la forma "el que" una de las más tradicionales de la paremiología hispánica. El primer miembro del refrán expresa la situación sancionada por la segunda. El refrán está construido en forma de dos octosílabos sin rima. Sanciona situaciones de enamorados.