Dicho popular con el que se critica, como dice Santamaría, la carestía de la vida. Desde el punto de vista paremiológico, el dicho recaba su sentido de la rima consonante que liga Durango con chango: es una expresión que suena bien. El sentido estupendo es uno de los rasgos del barroco. Por lo demás, el léxico de la enunciación remite a tiempos a la vieja moneda española, el real. Variante: "en Durango, cuatro reales vale un chango; y si es cabezón, tostón" (F. 133).