Refrán popular que significa que los noviazgos estudiantiles no suelen convertirse en matrimonios de profesionistas. Se suele achacar al hecho de que un estudiante, al obtener el título profesional, llena su cabeza de tal humo que empieza a creerse mucho, mucho, tanto que la novia de antes se le hace muy poquita para él "y la deja plantada", dice Rubio. Variantes: "la novia del estudiante, nunca es la mujer del profesionista" (F. 12); "novia de estudiante, nunca esposa de profesionista" (F. 66 y 90).