Dicho popular que, contra las bravuconerías, insta a afrontar de una vez por todas las amenazas que se profieren contra alguien en ves de andar hablando. Se aplica en ese tipo de situaciones. El dicho tiene la forma de una orden en forma de dilema cuyos miembros, construidos sobre una misma estructura, riman entre sí con rima consonante y conminan al destinatario a tomar una de las dos opciones. Variante: "bien callado, bien castigado" (F. 10).