Refrán tradicional que expresa el hecho de que quien se emborracha por la noche amanece crudo, como se llama al malestar que viene al día siguiente de una borrachera. Aunque el sentido literal del refrán coincide con su sentido paremiológico, se usa en situaciones en que se quiere prevenir abusos nocturnos. Tiene la forma de una sentencia y está estructurado en dos hemistiquios octosílabos.