Este refrán manifiesta que, pese a la coincidencia fundamental en la condición humana, hay grandes diferencias entre individuo e individuo debida a su distinta extracción social: no todos están al mismo nivel. Se emplea ya cuando se quiere remarcar las diferencias de clase a una persona que parece olvidarlas, ya cuando se quiere prevenir contra la tendencia a no apreciar la calidad en las cosas. Tiene el mismo sentido paremiológico que el refrán: "aunque todos somos del mismo barro, no es lo mismo bacín que jarro". El ocote -del náhuatl ocotl, pino- es la más humilde de las maderas y, por ende, representa lo corriente; la caoba, en cambio, es el símbolo de las maderas de buena clase: representa la calidad.