Miércoles, 26 de Octubre de 2016

Ceremonia de ingreso de don Pedro Martín Butragueño

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Discurso de ingreso:
El presente como puerta del pasado: la documentación del español hablado en México

  • Don Felipe Garrido, director adjunto de la Academia, don Vicente Quirarte, doña Concepción Company, don Adolfo Castañón, señores académicos, estimados amigos y familiares, buenas noches a todos.

    En especial, quiero expresar mi gratitud a doña Concepción Company, doña Yolanda Lastra y don Leopoldo Valiñas, quienes tuvieron la gentileza de proponerme para ingresar en la Academia Mexicana de la Lengua.

    Es para mí un gran honor ocupar la silla xxviii, que con anterioridad perteneció a don Miguel Alemán (de 1951 a 1983), don José Rogelio Álvarez (de 1988 a 2006), don Víctor Hugo Rascón Banda (de 2007 a 2008) y don Vicente Leñero (de 2010 a 2014).

    Una brújula para leer a Leñero es la alternancia de tradiciones discursivas. La novela clásica de Eça de Queirós, O crime do padre Amaro, de 1875, se transforma en manos del escritor jalisciense en un guión cinematográfico en 2002 y en una breve novela en 2003, siguiendo la estela de Los albañiles en 1964 (la novela), 1969 (la obra teatral) y 1976 (el guión), o de Los hijos de Sánchez (convertida en teatro en 1972, once años después de la obra de Lewis). Realidad y ficción se entrecruzan en Gente así y en Más gente así, como en la preciosa historia sobre la supuesta y plena recuperación de la novela de Rulfo, La cordillera, sólo que en forma de un apócrifo en 162 páginas de estilo más rulfiano que el que podría haber producido su fingido autor. Es en esos tránsitos donde se refleja de forma recurrente la fundamental honestidad literaria leñeriana, como si escenas y planteamientos preexistieran a su escritura y pudieran vivificarse en la narración, en las tablas teatrales o en el celuloide de un renovado cine nacional, en ese permanente Vivir del teatro al que se refiere el esencial dramaturgo.

    No pocos son los personajes de Vicente Leñero cuyos registros lingüísticos han quedado plasmados en el teatro, los guiones y las novelas de su autor. Tal polifonía, surgida de todas las circunstancias sociales y de todas las situaciones discursivas, guía las páginas siguientes, con las palabras como clave interpretativa de espacios sociales cambiantes.

    El tema que les propongo hoy es "El presente como puerta del pasado: la documentación del español hablado en México", examinando primero cómo el pasado lingüístico está inscrito en el presente, y emprendiendo luego un breve viaje retrospectivo[1].

     

    La inscripción del pasado en el presente

    Una de las pasiones que siente el viajero es el gozo, la conciencia y, a veces, la frustración ante la diversidad de formas que presenta el español hablado, sea que nos desplacemos a Montevideo o a Oaxaca, a Sevilla o a Los Ángeles[2].

    Tan inmersos estamos en las culturas escritas[3], que a veces olvidamos que las lenguas son ante todo edificios hablados, a la manera de la arquitectura concebida por Coseriu[4], instituciones[5] donde sus miembros comparten gramáticas parecidas, hábitos conversatorios semejantes y valoraciones que se mueven más o menos en las mismas dimensiones[6]. No hay que olvidar, sin embargo, que la mayoría de las lenguas vive sólo en la oralidad, y que ésta refleja los consensos y los conflictos sociales, verdaderos precipitantes de la reconstrucción identitaria de los grupos de personas[7], al hilo de las necesidades comunes y de la administración de los recursos comunicativos[8]. Por ello mismo, la lengua hablada es el caldero donde hierve y se sazona buena parte de los procesos de variación y cambio lingüístico[9].

    Si queremos entender por qué y cómo cambia el lenguaje son posibles varias miradas. Un camino es comparar lenguas o dialectos y buscar un ancestro común, digamos el proto-indoeuropeo o el proto-yutonahua. Otra vía es seguir el transcurso natural de un tiempo pretérito al avanzar hacia momentos más actuales, pasando del siglo xiv al xvi y de éste al xviii y al xx al estudiar el léxico, la sintaxis o el discurso[10]. Pero existe al menos otra forma de acercarse a los hechos, una tercera perspectiva que consiste en tomar el presente como puerta del pasado. Ésa es la idea en la que ahora quiero detenerme, y en ella tiene un papel esencial la lengua hablada, más libre de ataduras que la escrita[11], aunque en otro sentido mucho más sistemática para observar el cambio lingüístico[12].

    De la misma manera que la realidad geológica actual esconde los avatares del pasado, como estableció Hutton con el principio de uniformidad y subrayó Lyell con la idea de gradualismo[13], el español contemporáneo atesora diferentes estratos, unos sedimentados desde el latín y otros desde los pueblos con los que nuestra lengua ha estado o está en contacto, sean los hablantes de árabe o los de quechua. La lengua viva goza de un espesor cuyo examen nos revela los orígenes de los que procede y los vecinos con los que se codea, pues el contacto y el préstamo antiguo y moderno son parte valiosísima de la vida ordinaria de las lenguas.

    Una estrategia esencial, como ha enseñado Labov[14], es analizar el tiempo aparente. El tiempo aparente simula las varias etapas de un proceso lingüístico comparando personas de diferentes edades, de modo que los individuos de más edad representan los períodos más antiguos y los más jóvenes los más modernos. También es posible contrastar individuos de diferentes esferas sociales o de diversas latitudes, para obtener testigos de los estadios de un cambio. El ámbito en el que se considera el paso del tiempo real o la simulación del tiempo aparente es la comunidad lingüística, que se puede concebir de varias maneras. Si hablamos de los grupos de personas que comparten significados sociales y los asocian o indizan en sus soluciones lingüísticas y discursivas, al llevar a cabo determinadas prácticas sociales, nos referimos por ende a las comunidades de práctica[15]. Concebidas en un sentido más amplio, tenemos que hablar de comunidades de habla paulatinamente más vastas, sean locales, regionales o nacionales[16]. Y en un sentido más general todavía, he defendido la perspectiva del español visto desde México como una construcción histórica y lingüística con dimensiones sociales, políticas, culturales y económicas, con etapas expansivas, momentos nucleares y fracciones declinantes[17]. Por fin, la oralidad es la herramienta básica para construir los intercambios lingüísticos cotidianos que suceden cara a cara. Estos intercambios son los eventos mínimos donde el lenguaje sirve como mercancía con la que se compran, se venden, se negocian y se dilapidan significados sociales[18].

    Resulta sugerente cobrar conciencia de que todo el pasado se manifiesta en el sistema lingüístico, así como en el léxico y en las tradiciones discursivas practicadas por los grupos que ejercen la cultura que acompaña a esa lengua[19], empezando por las narraciones personales surgidas al transformar las experiencias propias en lenguaje[20]. Basta abrir un diccionario para encontrar expresiones identitarias que vinculan pasado y presente. Entre el copioso léxico que ofrece el borrador de la nueva edición del Diccionario de Mexicanismos de la Academia Mexicana de la Lengua[21], se incluyen unas 800 voces que empiezan por ch, sonido por cierto propenso a rendir utilidades pragmáticas, al tiempo que buen testigo del contacto lingüístico[22]. La sección permite caminar entre arbustos como la chabelita o el chacalxóchitl, contemplar las chacamotas arrobadas por la luz, evitar a las personas que gustan de chachalaquear, para mejor chacotear un rato pero sin chamucar a nadie, en especial a los chichicuilotes, aunque tengan pico largo y sean tontos.

    A veces una sola palabra o un rasgo prosódico basta para identificar el origen de una persona, si es yucateca, bogotana o rioplatense. Muy complicado, en cambio, es lo contrario: que en un proceso de contacto dialectal, como el experimentado por la colonia mexicana en Madrid, se llegaran a borrar todos los rasgos de origen, lo que sólo ocurre muy parcialmente en la primera generación[23]. No menos interesante es la prominencia perceptual de ciertas soluciones. Podría creerse que el uso del haber existencial concordado con su argumento en plural, como en Habían muchas personas, es prácticamente universal en la Ciudad de México, pues corre en boca de trabajadores y de mandatarios, en el habla común y en las ocasiones más formales. Sin embargo, un estudio reciente[24] muestra que en realidad sólo se pluraliza el 8.4% de todos los casos posibles, lo que comparado con el 54.0% de Caracas[25], da al español mexicano central un talante comparativamente conservador a propósito de esta variable lingüística. Y el caso de haberes interesante para poner a prueba la realidad inmediata de los procesos de cambio. Si los datos actuales de la Ciudad de México no son muy diferentes de los grabados hacia 1970[26], el viajero que acude a Madrid periódicamente puede observar la difusión del haber plural en el último cuarto de siglo, incluso en personas que antes no producían un solo caso[27].

    Todas las lenguas cambian permanentemente, desde la génesis africana y el diluvio tipológico a la variación presente entre las formas que usamos hoy día, sean comunes o solemnes[28]. Esta variación no se presenta de una manera caótica, sino que está profundamente ordenada, en los principios lingüísticos que la sustentan y en los correlatos sociales por los que transcurre, como señalaron hace ya casi cincuenta años, en 1968, Weinreich, Labov y Herzog, en uno de los estudios más importantes publicados sobre el cambio lingüístico, formulando un magno programa empírico sobre los mecanismos del cambio, vigente al día de hoy. Se han propuesto modelos generales sobre esos mecanismos: el de ondas, el de choque, el de epidemia[29]. Lo único esencial es entender que el dinamismo lingüístico no es distinto al de otros sistemas complejos[30]. La transmisión lingüística dentro de una comunidad y la identidad asociada, y la difusión entre comunidades por vía del contacto y la acomodación son las caras del Jano sociolingüístico[31].

    El estudio de las manifestaciones lingüísticas orales de comunidades de habla actuales tiene, en definitiva, mucho que decirnos sobre el cambio lingüístico. Y para desarrollar el argumento haré una breve retrospección por la documentación oral disponible para el español de México, y por algunos de los datos e interpretaciones a los que esa documentación ha permitido llegar, moviéndonos a veces por el tiempo real y a veces por el tiempo aparente que pondera las circunstancias históricas y los fenómenos lingüísticos[32].

    El sonido del presente

    La primera etapa en la que conviene detenerse es la que tenemos más a mano, más al oído: nuestro presente estricto. En los últimos años, entre 2010 y 2015, varios investigadores (coordinados por Érika Mendoza, Leonor Orozco y por mí mismo[33]) han trabajado en el levantamiento de un Corpus oral del español de México, en poco más de una docena de ciudades repartidas por todo el país: La Paz, Chihuahua, Monterrey, Guadalajara, Morelia, Acapulco, la Ciudad de México, Puebla, Xalapa, Veracruz, Oaxaca, Mérida y Tuxtla Gutiérrez. En cada una de ellas se ha grabado, y en parte videograbado, a un número de entre doce y dieciocho colaboradores, de diferentes edades y estudios, hombres y mujeres. La selección documenta un grupo de ciudades de importancia lingüística, por su tamaño e influencia, por su relevancia histórica, por ser representativas de una zona dialectal, o por varias de estas causas a la vez. Debe considerarse que los núcleos de una red urbana no son independientes, sino que forman subsistemas dentro de los cuales son mayores los desplazamientos de personas y los flujos sociales, económicos y culturales, lo que permite formular también hipótesis sobre la difusión de los cambios lingüísticos[34]. Por ejemplo, el corte transversal que partiendo de la Ciudad de México transcurre por Puebla y por Xalapa hasta llegar a Veracruz, permite obtener la versión urbana del problema tradicional de tierras altas frente a tierras bajas[35]. Se ha planteado también que ciertos cambios lingüísticos se difunden en cascada, pasando de una ciudad de cierta magnitud a la que le sigue en tamaño, aunque no necesariamente sea la más cercana[36]. Puede que tal sea el caso de la asibilación de los sonidos róticos, como en pasear, con [ɕ] en la -r final, o en radio, con [ɕː] en ra-, ya en retracción en la capital, mientras que en otras ciudades mantiene la vigencia de una ola anterior de difusión[37]. Comprobar tal hipótesis es trabajoso, pero el matiz de pronunciación propio de una asibilada[38] indiza suficientes valores sociales como para atisbar la forma de ser de los cambios lingüísticos[39].

    El propósito general de este corpus del país es ofrecer una inscripción sonora del presente lingüístico de México, que se pueda comparar en tiempo real con otros registros efectuados en el pasado, especialmente con las numerosas grabaciones levantadas por todo el país con el Atlas Lingüístico de México hace ahora unos 40 años. Si se considera que las personas de más edad grabadas en el corpus oral del país nacieron hacia 1940, y que los rasgos vernáculos de su habla se habrían desarrollado ya hacia los 15 años, las entrevistas actuales permiten realizar proyecciones en tiempo aparente hasta más o menos 1955.

    Objetivo más particular ha sido estudiar la prosodia. La entonación es una de las dimensiones más prominentes para los hablantes, a la vez que recurso dúctil para expresar complejos sentidos, como al desdibujar la certidumbre de una aseveración, o al atenuar el peso de una orden, una petición o un ofrecimiento[40], o al soslayar la inquietud de una pasión, o al romper lanzas con la ironía o el sarcasmo de una punzada[41].

    Hay parte de igual y parte de diferente en las voces repartidas por toda la República Mexicana. Oigamos algunas de ellas, al llevarnos por un momento un puñado de vívidas palabras tomadas casi de punta a punta, en Veracruz, Tuxtla Gutiérrez y La Paz[42]:

    [...] pues yo voy a ser honesta. Mire yo, como yo casi que me gusta, me gusta, me... lo que me gusta mucho es mi trabajo y lo disfruto, la verdad, y porque siempre a eso me he dedicado... cualquier trabajo donde yo he andado... porque aquí cuando agarré de siempre anduve de eventual... eventual, pero este... a donde he andado siempre me ha gustado mi trabajo y aquí me gusta mucho mi trabajo, la verdad, porque ya cuando uno sabe o sea su responsabilidad, y evitarse los problemas yo n- no soy de ésas del chisme, que lleva o traiga, o metiéndome con mis compañeros, o que ella me dijo, yo le dije... no, no me gusta de eso [...]

    [...] —[...] pidió mil por un guajolote... [qui-] —[¿Cuánto?] —Mil, en diciembre. —¡Qué bárbaro! —Y compré uno en quinientos. —Y mi mamá compró uno, creo que quinientos se lo dieron. —¿Cuánto? —De de año, el jolote. —Sí, ¡mercado!, fui a comprar uno en tres cincuenta. Ya se quería ir el hombre, que pidió cuatro, digo "ah es que no traigo mucho dinero. "Déme tres cincuenta", dice [...]

    [...] pues el muchacho con el que me casé, él ya me conocía a mí desde los once años, pero yo lo volví a ver hasta que yo ya tenía... ¿dieciocho años? Y sí, en ese baile me habló pa' novia, y pues le dije "ni te conozco". "No, que yo sí". "Ah, pues", digo, "no". , que ahora ya no se usa, yo creo, ¿no? Quieren que que te guste una muchacha y le hablas pa' novia. Pues bailamos , bailamos, y él m- me volvió a decir y le digo yo "uhm, pues no", le dije, "hasta que nos conozcamos" [...][43][Ejemplo sonoro 1].

    Aunque estos ejemplos muestran hablas reconocibles en la geografía mexicana, las ciudades de las que forman parte poseen estructuras sociolingüísticas complejas, de gran personalidad, al tiempo que muy diferenciadas internamente, como revela su prosodia.

    El español de México comparte con el de otras variedades hispánicas características como la poca diferenciación relativa entre vocales y sílabas tónicas y átonas, los acentos tonales previos a la sílaba tónica final con pico diferido a las postónicas, el núcleo prominente a la derecha de la frase entonativa o la declinación tonal en el conjunto del enunciado[44]. Sin embargo, también existen procesos muy llamativos en algunos lugares del país, como la desacentuación de sílabas intermedias, con aparición de melodías planas, o el alineamiento muy temprano de los picos no finales, tanto en ciertas hablas rurales como en situaciones de español de contacto con lenguas originarias[45]. En términos diatópicos, las configuraciones de los finales de los enunciados aseverativos revelan el origen de los hablantes: septentrional, si el tono sube y se mantiene alto; del centro, si sube y luego baja; de la península yucateca, si baja y luego asciende levemente. Tales patrones otorgan a las hablas mexicanas lugar propio en el espacio prosódico hispánico y románico[46].

    Si nos centramos ahora en la capital del país, cuya zona metropolitana aglutina cerca de una quinta parte de la población de México[47], el Corpus sociolingüístico de la Ciudad de México[48], que tengo el honor de coordinar junto con doña Yolanda Lastra, y en el que ha participado un sólido conjunto de investigadores, reúne grabaciones de 320 personas recogidas en una sincronía de 10 años, entre 1997 y 2007, levantadas en la Ciudad de México y en parte de su zona metropolitana, aquélla que había estado ya conurbada por varias décadas[49], en un intento por representar la parte medular de una mancha urbana que alcanza en 2010 los 20,116,842 habitantes. Los registros incluyen personas nacidas en la ciudad, pero también una amplia variedad de inmigrantes, cierto número de niños y adolescentes, personas en situación de marginación y grabaciones realizadas en grupos[50].

    ¿Qué nos dice este conjunto de voces, en el que están representados hablantes de todas las clases sociales, de la ciudad y de otras partes de la República, de los más variados estudios y oficios, en pueblos y colonias antiguos y recientes, sea la Condesa o Santa Ana Tlacotenco, y para qué sirve esta masa documental? Tiene varias utilidades, desde luego. La primera y más evidente es el registro de un estado de habla en un momento temporal determinado, a través de una muestra socialmente estructurada y empleando una metodología homogénea. La segunda es llevar a cabo estudios lingüísticos, en especial de procesos de variación y cambio. Así, se ha constatado la vitalidad de los subjuntivos, como en Si me hubiera yo esperado... los cuatro años, me hubieran este evaluado los demás... si yo le hubiera buscado la manera, y entonces mi pensión no estuviera tan raquítica, hubiera sido jubilación completa a los treinta años[51],frente a, por ejemplo, los procesos de simplificación y pérdida del subjuntivo en Los Ángeles[52]. También se ha observado el empleo restringido del futuro morfológico, casi reservado a usos modales, como Será que las cosas tienen que ser así[53]. Y se ha constatado la expansión de lo que vienen siendo perífrasis informativas del tipo Vivimos cerca de lo que es Miramontes[54]. Una tercera utilidad del Corpus de la Ciudad es contribuir a entender mejor por qué y para qué cambian las lenguas, a partir del estudio de una de las mayores concentraciones urbanas del mundo. Esto trae de la mano conceptos como los de superdiversidad y de policentricismo, entendido como pugna entre diferentes órdenes de indización, es decir, el conflicto entre las formas de asociar significados sociales a las cosas que decimos y que oímos, que son algunas de las características de las grandes urbes[55]. Si la Ciudad de México es el núcleo de su zona metropolitana, también lo es de la megalópolis central y del sistema urbano mexicano, así como uno de los grandes nodos del mundo hispanohablante[56].

    La documentación del corpus citadino registra, por ejemplo, fragmentos de historia oral de áreas que van perdiendo paulatinamente rasgos de ruralidad y adquiriendo elementos urbanos, como ocurre en Milpa Alta, Xochimilco o el Ajusco[57]; también permite documentar la regeneración de identidad lingüística y social en Ecatepec[58], los avatares y zozobras de la clase media capitalina o las complejas y a veces muy duras historias de diversos grupos de inmigrantes, sean del centro del país o de zonas más alejadas.

    Nada más ilustrativo que oír las palabras de estas personas, de sus historias de vida y sus historias de muerte[59], de sus satisfacciones y sufrimientos, como los que cuenta doña Carmen[60], grabada en 2007 a los 78 años en Iztapalapa[61]:

    [...] dijo “no/ ya me voy a juntar con mi mujer” le dije “pues <~pus> ándale”/ y ya dije yo “voy a traer a mi hijo <~mijo>”/ y le digo a mi hijo <~mijo> “¿sabes qué/ hijo?”/ llorando mis lágrimas/ porque él/ venía todo que se le escurrían los piojos así/ de lo que estaba sucio que nunca se bañaba/ le dije a mi hermana “¿sabes qué?/ me voy a llevar a mi hijo <~mijo>”/ me dijo “sí”/ dice “no/ no te lo lleves”/ “no” le dije/ “me lo voy a llevar a mi hijo <~mijo>/ si piedras comemos/ piedras comemos todos”[62][Ejemplo sonoro 2].

    La estructura sociolingüística de la Ciudad de México tiene un papel sobresaliente en los procesos de transmisión lingüística y en los de difusión, que provocan la convergencia de las hablas centrales[63]. El trabajo con el corpus de la capital permite análisis minuciosos de problemas encubiertos en la estructura social, pero reveladores de los mecanismos del cambio lingüístico. Por ejemplo, el estudio de los sujetos pronominales expresos, en casos como Trabajamos incluso sábados y domingos, frente a Nosotros trabajamos incluso sábados y domingos,está deparando varios hallazgos. El porcentaje de pronombres expresos en la Ciudad de México, de 21.7%, no es muy disímil al documentado en otras ciudades mexicanas, como Mérida o Xalapa, o entre los mexicanos de Nueva York[64]. Un aspecto muy llamativo es que entre los verbos que aparecen al menos diez veces en una muestra de 3,600 enunciados del corpus capitalino, sólo nueve de ellos concentran casi la mitad de los casos de sujetos pronominales expresos, el 42.4% en concreto. Se trata, en orden de importancia, de creervivirquererestartrabajarllegarserver y tener, seguramente por una combinación de factores sintáctico-semánticos y de un proceso de difusión léxica, que hace que las palabras frecuentes tengan un efecto doblemente notorio en la variación[65]. De esta forma, el estudio de ciertos sujetos parece depender crucialmente del análisis de los verbos a los que acompañan. Pero lo más inesperado es la disminución de los sujetos pronominales expresos entre las personas más jóvenes. Si los hablantes de más edad muestran casi un 30% de sujetos pronominales expresos, los más jóvenes andan por el 16%. Salvo en situaciones de contacto lingüístico, en especial con el inglés, no se habían encontrado posibles casos de cambio en curso en relación a esta variable lingüística. Pero en los últimos años, además de en la Ciudad de México, el patrón ha aparecido al menos en Xalapa (Veracruz), en Barranquilla (Colombia) y en Granada (España)[66]. Quizá se trate de un epifenómeno vinculado al cambio en las formas de tratamiento, en particular al descenso marcado del uso de usted, al haberse comprobado que este pronombre emerge más veces de manera explícita cuando se usa; si fuera así, el proceso sería parte de una transformación social de orden mayor[67].

    Si el Corpus oral del español de México permite una proyección en tiempo aparente que llega hasta más o menos 1955, el Corpus sociolingüístico de la Ciudad de México tiene una profundidad en tiempo aparente que lleva en promedio hasta 1940, aunque a veces es posible ir más allá, pues hay 19 personas en el Corpus que tenían 70 años o más en el momento en el que fueron grabadas. El colaborador de más edad, don Tomás, tenía 92 años cuando se le grabó en 2001 y había nacido en 1908, por lo que se estaría incorporando a las hablas adultas en la década de los veinte del siglo pasado, hace casi una centuria. Semejante es el caso de doña Amelia, nacida en 1910 y grabada a los 91 años. Ambos habían nacido en la Ciudad de México y vivían él en la Colonia Morelos, ella en el Barrio de la Santísima, en Xochimilco, y sus voces emergen de las raíces de la vieja ciudad lingüística:

    [...] la mejor que escuela de la vida es la calle/ depende/ cómo la/ puedas tú/ digamos este <~este:>/ vivir/ porque si tú te co-/ te tiras al vicio/ con perdón tuyo/ pues <~pus> ya no/ pero hay que saber/ vivir la calle/ eh/ sin quemarte las manos/ sin que seas un drogadicto <~drogadito>/ o co- un/ un delincuente/ vivir/ lo que es una vida/ pacífica y tranquila/ que no/ todas las personas del <~del:>/ ahora <~ora> sí que digamos/ los agentes y todo eso/ no te estén/ golpeando no te estén este/ agarrando y pidiéndote dinero/ tú vives tu vida ya/ allí dice uno/ en el Distrito tienes/ en en las/ en <~en:>/ en las/ ¿cómo se llama?/ en/ en los barrios se dice/ “se ve/ se escucha/ pero no se/ no se platica”[68].

    [...] [sí] pues era muy bonitos <~boni:tos> (sic)/ se sembraba los este <~este:>/ como era el maicito/ y cuando ya estaba alto/ pues este/ habían cañas/ elotes y la luna/ qué/ como ahora creo ya ni alumbra/ entonces <~entóns> eran las ocho de la noche y nosotros/ sentados en el patio/ y estaba un terreno luego al frente/ y daba este la caña muy este güerita ([mm]) [y esa] eran cañas dulces/ en la noche bueno pues <~pus> como caballos a cortar el/ las cañas/ y a mascar ahí en el patio/ porque pues <~pus> todavía/ la luna estaba [bonita] ([claro <~cla:ro>]) entrábanos (sic) a dormir hasta <~asa> como como las diez/ las once de la noche[69] [Ejemplo sonoro 3].

    ¿Qué mejor forma de recuperar el pasado lingüístico y cultural que buscándolo en el presente de las personas que lo atesoran? Estos hablantes nos dan las señas en su tiempo individual real para compararlos en el tiempo aparente con los jóvenes actuales con los que conviven. Y, desde luego, los ahora mayores eran los jóvenes hace treinta o cuarenta años.

    La gran inflexión de los años setenta

    Demos ahora un paso atrás para hablar de la gran inflexión lingüística de los años setenta, período en el que se decantan numerosas transformaciones sociales y lingüísticas, unas menudas y puntuales y otras de gran envergadura, como revelan los datos lingüísticos de la época y las proyecciones en tiempo aparente con datos posteriores, al considerar la edad de los hablantes grabados. Si hubiera que dar una fecha arbitraria de esa inflexión podría ser 1975, verdadero annus mirabilis por su significación lingüística[70].

    Para 1970, había ya en México 174 ciudades, y Guadalajara y Monterrey habían sobrepasado el millón de habitantes, lo que había ocurrido para la Ciudad de México desde los años veinte[71]. En los setenta, la mitad de la población del país, el 47.1%, vivía en las ciudades, lo que marca el punto de quiebre entre la vida rural y la urbana. Esto se ve reflejado en la mayor presión sobre las lenguas originarias y en numerosos cambios lingüísticos en el español, especialmente por la expansión de las hablas urbanas centrales[72]. La urbanización del país, que es el hecho sociolingüístico más importante del siglo xx[73], tiene grandes consecuencias: más y mejores vías de comunicación que aumentan el trasiego de mercancías y de personas, fuerte migración del campo a la ciudad, un sistema educativo más amplio, una gran expansión de los medios de comunicación masiva y, en general, el retraimiento de las identidades locales y de los modos vernáculos. Los años setenta son, pues, la capa de iridio que apunta la exacerbación de los procesos de cambio lingüístico.

    Alrededor de esas fechas se empieza a documentar de manera sistemática el español oral de México, urbano y rural, en una serie de proyectos pioneros en el mundo hispanohablante[74]. La importancia extraordinaria de este acontecimiento debe subrayarse, pues en un período de unos 15 años se vive una verdadera revolución documental. Varios de los proyectos son muy bien conocidos, como el de la Norma lingüística culta y el del Habla popular de la Ciudad de México, ambos coordinados por don Juan M. Lope Blanch en la Universidad Nacional Autónoma de México, y que entre 1967 y 1974 grabaron las hablas de más de 800 personas de todos los estratos sociales[75]. La selección de transcripciones publicadas, por ellas mismas o en comparación con materiales análogos de otros países, dieron lugar a una plétora de trabajos descriptivos[76].

    Quiero referirme asimismo a dos conjuntos de grabaciones resguardadas hasta ahora en El Colegio de México, y de cuya preservación nos estamos ocupando Julia Pozas y un servidor. Se trata del "Habla de la Ciudad de México" y del "Habla de la República Mexicana", en proceso de digitalización en este momento en la Fonoteca Nacional[77].

    A lo que parece, el Seminario de Dialectología coordinado por Lope Blanch en El Colegio entrevistó a un gran número de personas en la Ciudad de México entre marzo de 1963 y octubre de 1969. Se trata de unos 375 hablantes, nacidos en la capital y en diversas poblaciones de la República. Se ha llamado a este cuerpo el "Habla de la Ciudad de México". Probablemente se emplearon en el célebre libro de Lope Blanch dedicado al Léxico indígena en el español de México[78]. En las grabaciones aparecen personas de diferentes condiciones, incluidos nombres muy conocidos, como los de don Juan José Arreola o don Vicente Leñero, pero también, por decir, el del señor Joaquín V., nacido en 1887, cuya habla adulta se estaría formando en los albores del siglo xx, o el del señor Librado H., con 79 años en 1964 y nacido hacia 1885, entre muchas otras personas.

    Por su parte, el "Habla de la República Mexicana" recoge grabaciones levantadas fundamentalmente entre 1967 y 1977[79], y el inventario preliminar incluye unos 1200 registros. Las grabaciones pueden dividirse en anteriores y posteriores a 1970, pues las previas a esa fecha son preparatorias del Atlas Lingüístico de México[80], mientras que las posteriores parecen corresponder al levantamiento en firme en las 193 localidades encuestadas[81]. Las personas más jóvenes grabadas tenían 14 y 15 años, y hay medio centenar de individuos de 70 años o más. Así, el señor Benedicto F., un campesino grabado en San Felipe, San Luis Potosí, en 1969, tenía 87 años en el momento de la entrevista[82], lo que implica que nació hacia 1882, diez años después de la muerte de Benito Juárez, y que era un joven en la época en que España perdía Cuba, Puerto Rico y Filipinas ante los Estados Unidos. Una de las mayores innovaciones del Atlasconsistió en levantar pequeñas muestras de hablantes en cada localidad, y en combinar cuestionarios y grabaciones[83]. La calidad de la recopilación no es parigual, ni en su interés social y discursivo ni en la limpieza sonora, pero el conjunto es un documento extraordinario de vida lingüística[84], no exenta de historias curiosas, como la de Alfredo F., el pescador músico, grabado en Bahía Kino, Sonora, en 1972[85]:

    [...] somos cuatro los que tocamos. (Ah, qué bien) Primeramente tocábamos, tocaba en un trío, ¿no? Pero nos deshicimos, y a-, en un trío romántico, ¿no? Y ahora toco en un un conjunto... norteño que hay a- que hay aquí, que se hizo de aquí de Kino. (¿Y por qué deshicieron el trío, tuvieron algunos disgustos [o qué?]). [Pues sí], precisamente tuvimos algunos disgustos, [pues]... ([¿Y] debido a qué?). A que e- e- el vocalista, ¿no? El... el del que lleva la primera voz, pues, tiene muy buena voz, pa' qué vamos a negarlo, y canta muy bien, pero... lo... pues lo volaron, ¿no? Se se creyó... se quiso hacer muy grande, ¿no? Pero él no se daba cuenta que lo que... porque él no toca, toca la maraca, . (Uhmm). Y nosotros tocamos la guitarra, y no sabe él que nosotros le damos el ambiente a él, pues, pa' que se oiga bien, y éste se creyó que él solo i- iba a ser, iba...mucho, pues, y, pues, cuando íbamos a trabajar, pues, él quería ganar más dinero que nosotros, en la música, y nosotros le dijimos que no, que t- tenía que ser parejo con los tres [...] [Ejemplo sonoro 4].

    La disponibilidad de las grabaciones de esta época, de la capital y del país, permite llevar a cabo comparaciones minuciosas en tiempo real con los materiales actuales, dotando a la investigación de herramientas formidables. Así, se ha documentado el mantenimiento de préstamos de lenguas originarias en campos como los de la comida y otras tradiciones, pero su desplazamiento de las faenas agrícolas y de ciertas instituciones sociales[86], la expansión de las palabras para innovaciones técnicas[87] y la estratificación social del léxico[88]. Los datos de hace cuarenta años muestran en la Ciudad de México un grado de asibilación de las róticas que hoy ha disminuido bastante, bajo el liderazgo de las mujeres involucradas en procesos de ascenso social[89]. Otro tanto puede decirse de la retracción de la aspiración de /s/, en entornos urbanos como los de Veracruz-Boca del Río[90], o de la retracción de las oclusivas en Mérida[91], o del posible retroceso del haber existencial con concordancia plural en hablas cultas, frente a su expansión en hablas populares, como consignan para la Ciudad de México y para Ecatepec dos trabajos recientes[92]. También se sabe, combinando el Atlas y los corpus de varias épocas de la Ciudad de México, quiénes lideran el debilitamiento vocálico: hombres de valores tradicionales que marcan solidaridad de grupo[93].

    Podemos, en suma, comparando los documentos orales de los años sesenta y setenta con los actuales, conocer la evolución reciente del español de México, e incluso podemos plantear con garantías empíricas cómo se producen, transmiten y difunden la variación y el cambio en su dimensión teórica. ¿Será posible, sin embargo, dar un paso todavía más atrás?

    El sonido de fondo: las primeras grabaciones

    Así como los astrónomos hablan de la luz de fondo del universo, aquélla producida a mayor distancia y que tarda tanto en llegarnos que nos revela etapas remotas del pasado cósmico, también los lingüistas disponemos de nuestro propio sonido de fondo. Dejando ahora de lado los resabios de oralidad presentes en muchos documentos[94], que no es poca cosa, nuestras voces más arcaicas provienen de dos orígenes diferentes, combinando de nuevo el tiempo aparente y el tiempo real. El tiempo aparente surge al considerar los testimonios de personas de edad avanzada, como se ha visto hace un momento[95]. El tiempo real lo aportan grabaciones progresivamente más antiguas. Además, ambos métodos pueden combinarse, pues es posible disponer de registros de hablantes de edad avanzada en grabaciones antiguas o muy antiguas.

    Si las personas mayores se ven como un conjunto en sí mismas, puede formarse un subcorpus muy interesante, que nos proyecta por las raíces del español oral. Sólo con los materiales del Corpus de la Ciudad de México, el Habla de la República y el Habla de la Ciudad pueden reunirse grabaciones de cerca de 75 personas de 70 o más años, así que no parece demasiado aventurado decir que sumando otros fondos, como los del Habla popular y la Norma culta de la ciudad, pueda llegarse al centenar y medio de testimonios, lo que ya sería un material respetable para proyectar la secuencia más antigua de acontecimientos lingüísticos disponible en el tiempo aparente[96].

    Y es posible, además, documentar otras personas de bastante edad en el momento en que se realizaron los registros. El señor Guillermo Flores fue grabado a los 115 años en un programa de televisión el 31 de marzo de 2013. Don Guillermo había nacido el 25 de junio de 1898, y conformado su habla adulta al son de la Revolución Mexicana, pues era uno de los escoltas de Pancho Villa[97]:

     

    [...] ¿Por qué haces esto, Eutemio? A mí no me gustan las traiciones, le dije <~ije>. ¿Y tú, primo? Pues <~pos> no seas abusivo, ni falto de respeto. Pues <~pos> lo volví a encontrar, le digo <~igo>. ¿Ustedes no entienden, verdad? Saqué una cuarenta y cuatro cuarenta. El mismo balazo que le di a él, lo despachó <~espachó>, en el piso, y le pegó a a Eutemio. Y pues <~pos> ella s- ella sí cayó luego luego luego [...] [Ejemplo sonoro 5].

    Este ejemplo palidece ciertamente si se piensa en los cientos de grabaciones recogidas a propósito de la Revolución Mexicana en los años setenta[98] y resguardados por la Fonoteca del Instituto Nacional de Antropología e Historia, en el Archivo de la palabra y programa de historia oral[99].

    Los problemas para encontrar documentos previos a las colectas sistemáticas son semejantes a los de la filología general[100]: localización, datación temporal de la grabación e identificación de los hablantes y de sus características sociales e individuales, audibilidad, tipo de soporte y circunstancias del registro, características de la digitalización y transferencia a nuevos formatos[101]. De manera análoga a la edición de un texto escrito, deben establecerse criterios para realizar la transcripción, grado de marcado de rasgos lingüísticos, número de revisiones, alineamiento de la transcripción y del audio, accesibilidad del documento[102]. Tal filología ha de permitir rehuir la anécdota y trabajar con materiales representativos[103].

    La búsqueda de registros sonoros tiene límites claros. Tras trabajar en él desde 1853 o 1854 en París, el fonoautógrafo de Martinville fue patentado en 1857; el aparato era capaz de transmitir el sonido a un medio visible[104]. En 2008 el equipo de First Sounds reconstruyó el documento sonoro más antiguo conocido hasta ahora de la voz humana, obtenido por medio del fonoautógrafo. Se trata de una cancioncilla francesa registrada en 1860 en papel ahumado por Édouard-Léon Scott de Martinville, "Au Clair de la Lune"[105]:

    [...] [...][106] [Ejemplo sonoro 6].

    También Charles Cros desarrolló otro ingenio, el paleófono, pero no pasó de la concepción básica para la época en que Edison daba a conocer el fonógrafo[107], que fue probado en 1877 y patentado al año siguiente. La primera grabación, que al parecer incluía el célebre "Mary had a little lamb", no se ha preservado[108]. Sí se conserva alguna de las demostraciones del aparato, como una realizada en 1878 en San Luis [Missouri[109]] en papel de aluminio, con un hombre y una mujer recitando canciones de cuna, estallidos de risa, y un solo de corneta, que puede ser la grabación más antigua conservada de Edison:

    [...] [Voces ininteligibles] [...] [Ejemplo sonoro 7][110].

    El fonógrafo, junto con el teléfono y el micrófono, fue traído a México en octubre de 1878 por Mr. Wise, para una demostración que no debió distar mucho de la de San Luis, por cierto a los tres años de fundada la Academia Mexicana de la Lengua. Según relata fielmente Guillermo Prieto en un artículo publicado el día 21 de octubre de 1878 en El Siglo XIX, el aparato se presentó en el Teatro Nezahualcóyotl, en el callejón de Belemitas 8[111]. Prieto cuenta, tras describir minuciosamente la máquina, cómo Mr. Wise hizo que un caballero entonara la "marcha nacional” en la bocina del fonógrafo, que luego fue escuchada de modo muy claro. Se añadieron otras pruebas, como "una (sic) aria de Bum Bum en La gran duquesa"[112], que dejaron lleno de asombro al público. Prieto, en voz de Fidel, añade un nuevo cuadro a la descripción, contando que:

    Por una reacción tal vez de orgullo insensato, quise ver al fonógrafo en familia, como sorprenderlo en su vida íntima, y para esto me valí de la fina amistad que se dignan dispensarme los señores Wexel y Degrees.

    En una pieza de la calle del Cinco de Mayo, de todo punto deshabitada, visité el fonógrafo en unión de un querido y eminente amigo.

    El fonógrafo, con la mayor indiferencia, y como si no supiéramos sus habilidades, nos dejó acercar y le vi y le examiné sin tener que añadir una coma a mi descripción.

    Yo mismo tendí en el cristal la hoja de estaño, la bruñí y la coloqué.

    Enseguida me senté frente a la bocina y declamé como mejor pude, unos sáficos adónicos de Villegas.

    El amigo dio vuelta al manubrio, y entonces sí con la mayor claridad pudieron todos percibir que era yo quien hablaba en aquella fotografía de mi palabra, y oyeron:

    Dulce vecino de la verde selva,

    huésped eterno del Abril florido,

    vital aliento de la madre Venus,

    céfiro blando[113].

    Más allá del fonógrafo, el gramófono de Berliner (1887), que se servía de un disco plano, será unos años después el medio más común de reproducción hasta mediados de los años cincuenta, cuando surge el disco de vinilo[114]. La historia oral con valor lingüístico necesita referirse a diferentes hitos, como las grabaciones realizadas por el antropólogo Carl S. Lumholtz hacia mediados de la década de los noventa del s. xix en el noroeste de México, depositadas en el Museo Americano de Historia Natural de Nueva York[115].

    Otra fuente interesante son las ediciones musicológicas, a veces con materiales recitados susceptibles de un análisis relativamente canónico. Por ejemplo, la "Serie de Compositores Poblanos" incluye un álbum triple con un acervo debido a Jesús Flores y Escalante y Pablo Dueñas[116]. Una de las grabaciones es un audio al parecer de 1902, en el que se representa la Batalla del 5 de mayo, a 40 años de los hechos reales:

     

    [...] —¡A ver, señor telegrafista, es su último parte al supremo gobierno! —Estoy a vuestras órdenes, mi general. —Ponga usted: Puebla, mayo, 5 del 62, a las 5 y 49 minutos de la tarde. Ciudadano Ministro de la Guerra: Las armas del supremo gobierno se han cubierto de gloria; sírvase usted dar parte de todo al Ciudadano Presidente. Y firmo: Ignacio Zaragoza. —¡Viva Puebla! —¡Viva! [...] [Ejemplo sonoro 8].

    Estas grabaciones son contemporáneas de uno de los primeros estudios lingüísticos sobre la Ciudad de México, el de Charles F. Marden de 1896[117]. Pero las afirmaciones de Marden, quien llegó a ser un importante medievalista[118], son poco confiables[119], y habrá que esperar prácticamente a la década de los años 30 del siglo xx para que, en parte de la mano de Henríquez Ureña, arranque el estudio científico del español de México. Pero en los años que van de Marden al celebérrimo El español en Méjico, los Estados Unidos y la América Central de 1938 puede espigarse cierto número de documentos.

    Algunos registros son muy conocidos[120], como las de Porfirio Díaz, Francisco I. Madero o Lázaro Cárdenas. El de Díaz es especialmente sugerente, por ser una carta leída y dirigida a Thomas A. Edison[121] en 1909, hace 107 años. Dado que don Porfirio había nacido en 1830, y suponiendo cierta estabilidad en las formas de habla adquiridas en la juventud, la grabación nos encamina a las entrañas mismas del siglo xix, con las salvedades que se quieran hacer por tratarse de una carta, que es además leída[122]. Tal es su inicio:

     Chapultepec, agosto 15 de 1909. Señor Tomás A. Edison, estimado y buen amigo: Me refiero a su grata (sic) 8 de julio. Yo también como usted, recuerdo con placer el tiempo aquel en que tuve la satisfacción de conocerle, y conocer sus atrevidos e- experi- experimentos, haciéndome partícipe de su fe inquebrantable en el grandioso porvenir de las ciencias físicas... [Ejemplo sonoro 9].

    Otro texto llamativo proviene de Madero[123]. El testimonio es del 18 de julio de 1911, una alocución en el Palacio Municipal de Puebla que empieza de la siguiente manera:

     ¡Soldados de la República! Me dirijo a todos, a los que formaron parte del ejército federal y a los que formaron parte del ejército insurgente. La guerra ha terminado...[124] [Ejemplo sonoro 10].

     Otras fuentes relevantes son el cine sonoro[125], a partir de Sangre mexicanaEl águila y el nopal y Más fuerte que el deber (cintas de 1929), pero sobre todo de Santa (de 1932)[126], y las grabaciones de radio. La XEW, por ejemplo, empezó a emitir en 1930, y ciertamente algunas de las grabaciones se pueden consultar; no es la única emisora de la que pueden encontrarse fragmentos[127]. Y hace falta un ingente trabajo filológico en archivos familiares y en grabaciones de personajes públicos.

    No quiero olvidar los retratos producidos por lingüistas de la época. Uno de los más cálidos testimonios que permite constatar la sensibilidad por el español hablado procede de Rosario Gutiérrez Eskildsen, que en 1937 publicaba un trabajo pionero sobre la entonación mexicana, sea la forma en que una voceadora grita el ¡Gráfico!, sea los anuncios de los vendedores tabasqueños de tamalitos, de dulce y merengue, los de tortillas y pozol, el grito del panadero, el del que vende empanadas, los que anuncian paletas y aguas gaseosas, el del que trae pulpa de tamarindo y dulce de cocoyol, y hasta la voz del muchacho carbonero[128].

  • Consecuencias para una lingüística en perspectiva: el español visto desde México

    ¿Qué aporta el estudio de la historia del español oral a la comprensión de la identidad lingüística? Mucho, en mi opinión. Se trata de datos esenciales para completar y comprender la historia del español mexicano y de cualquier parte, al tiempo que para incorporar la variación vigente en sus formas más sorprendentes y avanzadas, por medio de las técnicas para considerar el tiempo real y aparente. La comparación entre hablantes y comunidades permite estudiar en vivo las etapas de cada proceso de variación y cambio, y conocer los mecanismos que regulan la naturaleza dinámica de las lenguas, sea con acercamientos cualitativos, sea con los más sofisticados modelos cuantitativos. Más importante todavía, es una fracción de la memoria viva de una nación. Al recuperar materiales pasados y al documentar el presente, dispondremos de nuevas bibliotecas y archivos orales donde la palabra hablada sume sus fermentos a los de la escrita.

    Un reciente libro de Botha, Language evolution: the windows approach, aparecido en abril de este año, describe las ventanas disponibles para asomarse a diferentes dimensiones de la evolución lingüística, desde los pidgins y criollos a la adquisición del lenguaje por los niños, pasando por la arqueología, el comportamiento animal o la musicología[129]. Pues bien, puede pensarse que el estudio de la lengua oral como testigo de la variación y el cambio es una de esas ventanas, en especial cuando se persigue el habla vernácula que plasma la experiencia de la vida y de la muerte, como ha vuelto a señalar Labov en su hermoso volumen de 2013 sobre las narraciones orales, The language of life and death: the transformation of experience in oral narrative[130].

    La divisa geolingüística, atribuida entre otros a Gilliéron, de que "cada palabra tiene su propia historia", en colisión con la visión regular del cambio neogramático[131], puede reeditarse ahora como el contraste entre el cambio sistemático, interno, en la línea del Bauplan biológico y de la estabilidad estructural y las tendencias morfogenéticas[132], y la perspectiva de que "cada persona tiene su propia historia", de modo que cada hablante construye según sus necesidades comunicativas y sus recursos sociolingüísticos[133], la forma en que emplea su lengua, o sus lenguas, realidad que supone considerar no sólo las grandes estructuras sociales y las medianas estructuras reticulares, sino entender cómo los individuos específicos generan significados sociales al producir discursos concretos y construir personae, en la línea de la llamada tercera ola de estudios sociolingüísticos[134].

    El habla vernácula, manifiesta en la interacción cara a cara, es el nódulo empírico para entender el español visto desde México[135] como forma del español general, en su génesis y desarrollo, en sus áreas estables y en sus regiones cambiantes, en su centro y en su periferia, siempre fuentes de conflicto y de consenso para la identidad de sus hablantes.

    Muchas gracias.

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  • Apéndice: fuente de los sonidos incluidos

    Número

    Origen del audio [y día de consulta]

    Tipo de testimonio y año

    Archivo sonoro

    Ej. 1

    COEM, Entrevista 7 de Veracruz (VE-007-C00-1AM-15); Entrevista 18 de Tuxtla Gutiérrez (TU-018-C00-1AM-13); Entrevista 12 de La Paz (LP-012-C10-1MM-14) [4 de septiembre de 2016]

    Entrevistas (fragmentos), 2013, 2014 y 2015

    ejemplo_1.wav

    Ej. 2

    CSCM, Entrevista 108 (ME-313-13M-07) [23 de agosto de 2016]

    Entrevista (fragmento), 2007

    ejemplo_2.wav

    Ej. 3

    CSCM, Entrevista 102 (ME-314-13H-07) y Entrevista 104 (ME-191-13M-01) [1 de septiembre de 2016]

    Entrevistas (fragmentos), 2007 y 2001

    ejemplo_3.wav

    Ej. 4

    Habla de la República Mexicana, Entrevista de Alfredo F., Bahía Kino, Sonora, punto 184 del Atlas Lingüístico de México [30 de agosto de 2016]

    Entrevista (fragmento), 1972

    ejemplo_4.wav

    Ej. 5

    [26 de agosto de 2016]

    Guillermo Flores, de 115 años (fragmento), 2013

    ejemplo_5.wav

    Ej. 6

    [12 de agosto de 2016]

    Grabación de Martinville, 1860

    ejemplo_6.wav

    Ej. 7

    [18 de agosto de 2016]

    Demostración del fonógrafo (fragmento), 1878

    ejemplo_7.wav

    Ej. 8

    [27 de agosto de 2016]

    Batalla del 5 de mayo de 1862 (fragmento), 1902

    ejemplo_8.wav

    Ej. 9

    [20 de agosto de 2016]

    Carta leída de Porfirio Díaz (fragmento), 1909

    ejemplo_9.wav

    Ej. 10

    [24 de agosto de 2016]

    Alocución de Francisco I. Madero (fragmento), 1911

    ejemplo_10.wav

    Notas

    [1] Por supuesto, la lectura más directa y general a la que este texto se refiere es el extraordinario cap. 1 del vol. I de los Principios del cambio lingüístico de W. Labov (1994), dedicado al uso del presente para explicar el pasado. Sería difícil expresar todos los aspectos en que tal escrito ha influido en mi desarrollo profesional y, en un sentido amplio, en las ideas expuestas en este discurso.

    [2] Siendo la lengua escrita mucho más uniforme, son relativamente pocas las ocasiones en que puede formarse una confusión seria que no aclare el contexto. Esta afirmación no sólo es fructífera para los textos actuales, sino para los escritos antiguos, perfectamente inteligibles en su mayor parte cuando menos para el lector con cierta cultura. Para la variación dialectal del español, puede verse Moreno de Alba (2001) y Moreno Fernández (2009), entre otros textos introductorios.

    [3] O tecleadas, como se dice ahora para ciertas formas de escritura en línea. Véase por ejemplo Yus (2010), aunque existe ya bastante bibliografía al respecto.

    [4] Se está pensando aquí en la concepción clásica de arquitectura lingüística, tal como la expuso Coseriu. Resulta particularmente relevante ahora su libro de 1978.

    [5] En el sentido de Searle, tal como lo ha venido desarrollando en diferentes trabajos (1969, 1979, 1983, 1995, 2010). Especialmente importante es el libro de 2010, sobre la creación del mundo social y la estructura de la civilización humana.

    [6] Sobre evaluación subjetiva, en forma de creencias, de actitudes, de ideología lingüística y de dialectología perceptual, existe una amplia y creciente bibliografía. Pueden destacarse Preston (1989, 1999), López Morales (2004, pp. 286-297), Serrano (2009), Quesada (2014), Cestero Mancera y Paredes (2015). Particularmente interesante me parece el principio de la edad de oro, que concede un mayor valor a las formas lingüísticas del pasado (cf. Labov 2001, Martín Butragueño 2010a).

    [7] Se ha escrito muchísimo sobre el valor de la identidad y sobre sus consecuencias sobre el lenguaje; es, de hecho, uno de los conceptos sobre los que se sustenta la Historia sociolingüística de México (Barriga Villanueva y Martín Butragueño 2010a, 2010b, 2014, en preparación). Sobre bilingüismo e identidad, véase Niño-Murcia y Rothman (2008); para variación estilística y construcción de la identidad, cf. Drager (2015), especialmente el cap. 5.

    [8] La idea de que la resolución de las necesidades comunicativas de los hablantes es el objeto último de la sociolingüística, al amparo de la propuesta de mercado lingüístico de Bordieu (cf. 1982) se desarrolla en mayor detalle en Martín Butragueño (2010a, en preparación b), en un sentido muy parecido al empleo de los recursoslingüísticos tal como lo expone Blommaert (2010). La idea está en la base del porqué de los intercambios específicos, de las estructuras medianas, como las comunidades de práctica y las comunidades de habla (Eckert 2000), y del papel del lenguaje en las grandes estructuras sociales.

    [9] La lengua escrita no sólo es reflejo de la hablada, sino que tiene un papel importante en la retracción a través de la estandarización (cf. Penny 2000, cap. 7), e incluso en la innovación (como ocurre en la lengua tecleada). Para una síntesis de los modelos de cambio lingüístico, en especial de aquéllos de naturaleza fónica, considérese Martín Butragueño (2014, cap. 1). El estudio del español hablado, documentado en las últimas décadas, amalgamado con su extensa geografía y con las distintas estructuras y circunstancias sociales en que nos desenvolvemos, es esencial para entender cómo se comportan los hablantes, qué beneficios buscan cotidianamente y qué repercusión tiene ello en la estructura del idioma. Uno de los proyectos más ambiciosos para el estudio de las variedades habladas contemporáneas surge en el marco del "Proyecto para el estudio sociolingüístico del español de España y América", Preseea (cf. Moreno Fernández 1996, Cestero Mancera 2012). Aunque los textos pretéritos muestran diferentes dosis de oralidad, y se ha diseñado una completa metodología para estudiar tal dimensión (véase por ejemplo Kabatek 2005, Österreicher 2007, Lara 2014, entre muchos otros), parece evidente que es más inmediato estudiar la lengua hablada a partir del momento en que existen registros sonoros.

    [10] Piénsese por ejemplo en la monumental Sintaxis histórica de la lengua española, dirigida por Company (2006, 2009, 2014).

    [11] Se ha dicho (Aitchison 2001) que existen dos maneras llanas de estudiar el cambio lingüístico: el método documental y el método de grabadora. Siguiendo la idea, por medio de los documentos analizamos los cambios lingüísticos a gran escala, y por medio de los registros actuales su manifestación en la variación contemporánea. Al estudiar los diferentes tipos de textos plasmados en documentos solemos adentrarnos en el pasado remoto y en el pasado reciente. Con las grabaciones, registramos diferentes aspectos de nuestro presente lingüístico, y nos fijamos en las diferencias entre personas que viven en diferentes lugares y entre personas de diversas edades, entre hombres y mujeres, entre personas de varios niveles educativos y actividades productivas, entre redes sociales densas y difusas y entre comunidades de prácticas locales y de prácticas globales. Por supuesto, estas diferencias sociales también existían en el pasado y es posible tener en cuenta lo que nos revelan, pero en general es mucho más fácil considerarlas en los datos actuales.

    [12] Labov ha insistido en múltiples ocasiones en el papel central de las hablas vernáculas orales como pieza empírica central para el estudio de la variación y el cambio lingüístico (véase por ejemplo 1994, caps. 3 y 4, y 2013).

    [13] Uno de los más célebres trabajos de James Hutton son las Dissertations on different subjects in natural philosophy, de 1792; los Principles of Geology de Charles Lyell aparecieron entre 1830 y 1833. Los tres volúmenes de Lyell formaban parte de la biblioteca del Beagle y pueden leerse en [16 de agosto de 2016]. Ambos autores son también recordados por Labov (1994, cap. 1

    [14] Véanse los ya citados caps. 3 y 4 del libro de 1994. La discusión se amplía y actualiza en Serrano (2014). El tiempo real se ha usado siempre en los trabajos de lingüística histórica, mientras que la consideración del tiempo aparente ha sido aportación de la sociolingüística variacionista. En los últimos años se han podido combinar ambos métodos, lo que ha aumentado notoriamente la comprensión de los procesos de cambio. También se puede hablar de geografía aparente, en la medida en que las diferencias geográficas son testigos de diferentes etapas de cambio, lo que es particularmente relevante para el estudio de la variación sintáctica actual. También pueden existir otros testigos de los procesos de variación, como diversas agrupaciones sociales, o como los diferentes estilos de habla, más y menos formales. Convendría, en realidad, hablar de ventanas para el estudio de la variación y el cambio, en el mismo sentido en que Botha (2016) emplea el término a propósito de la evolución lingüística, considerando además varias naturalezas heurísticas en el trabajo posible a partir de las diferentes ventanas.

    [15] Concebidos estos grupos à la Eckert, estaríamos hablando de redes bastantes trabadas de individuos. Algunas de las ramificaciones más interesantes de las ideas de Silverstein pueden encontrarse en Eckert (2000, 2008 y otros trabajos). Por otra parte, Eckert (2000) adapta la idea de comunidad de práctica de Lave y Wenger (1991) y Wenger (1998) y la desarrolla en lingüística. Para entender el papel de la comunidad de habla en el cambio lingüístico, debe verse como una creación social en la que se consolidan recursos simbólicos, se generan nuevos sentidos a partir de la colaboración de sus miembros en la factura de significado social y se construye el cambio lingüístico (Eckert 2000, p. 34). Una comunidad de práctica es un agregado de personas que participan de unos mismos propósitos e intereses, en el seno de la cual los individuos desarrollan y comparten formas de hacer cosas, modos de hablar, creencias, valores (es decir, las prácticas que llevan a cabo); las relaciones sociales surgen de estas actividades, y las actividades surgen de las relaciones sociales, de forma que la comunidad de práctica se define a la vez por la filiación de sus miembros y por las prácticas compartidas que surgen de tal filiación. El valor del concepto descansa en la naturaleza mutuamente constitutiva del individuo, el grupo, la actividad y el significado (ibid., p. 35). En lo personal, me parece que la representación lingüística de la comunidad de práctica debe ser el punto de partida de una teoría del cambio lingüístico (Martín Butragueño 2014, cap. 1).

    [16] Como en su día hicieron Parodi y Santa Anna: me refiero a su trabajo de 1997, en el que se desarrolla una tipología de las comunidades de habla, concebidas en diferentes niveles concéntricos, moviéndose del español rural al estándar.

    [17] La idea se desarrolla en detalle en Martín Butragueño (en preparación b), capítulo sobre el español de México en el contexto hispánico, que forma parte de la entrega final de la Historia sociolingüística de México. Aunque toma elementos del pluricentrismo (cf. Österreicher 2002, López Serena 2013, entre muchas otras referencias), concepción que subraya la existencia de diversos centros difusores de distinto tamaño y capacidad de influencia, y del policentrismo, herramienta de la sociolingüística de la globalización (Blommaert 2010, 2013) que enfatiza la pugna entre tipos diferentes de indización de significados sociales, el perspectivismo busca construir modelos culturales y lingüísticos de sociedades completas, adoptando el punto de vista de un observador en un tiempo y un lugar específico. Así, el español mexicano tiene dimensiones expansivas, en las que desplaza a las lenguas originarias; dimensiones focalizadas, como la que supone la influencia nacional y supranacional de los usos de la Ciudad de México; y dimensiones contractivas, como las que experimenta en Estados Unidos. Esta dimensión sociolingüística complementa la revisión del estado de avance de una serie de variables fónicas y sintácticas y busca proporcionar un marco interpretativo general de los hechos lingüísticos puntuales.

    [18] Aquí es necesario recordar el importante trabajo de Silverstein de 1976 sobre el significado social, cuyas ideas han sido enormemente productivas para la etnolingüística y la sociolingüística. La indización del significado social en los enunciados lingüísticos es central en las propuestas de historia sociolingüística de México, en la construcción lingüística de la megalópolis central o en la idea de español visto desde México (Martín Butragueño 2010a, 2016, en preparación b; en 2010a; las palabras finales del párrafo son cercanas a otras del trabajo de 2014, p. 52).

    [19] Ya se mencionó supra trabajos como los de Kabatek (2005) y Österreicher (2007). El papel de las tipologías de discursos ha sido de gran importancia en los trabajos de lingüística histórica de las últimas décadas.

    [20] Una vez más, puede pensarse en el libro de Labov de 2013. Ciertamente, las narraciones personales no son el único material interesante. Debe recordarse también las narraciones convencionales, las descripciones, las argumentaciones y el diálogo, por pensar en subtipos discursivos que emergen de manera común en las entrevistas lingüísticas que adoptan la forma de conversaciones grabadas (cf. Silva-Corvalán 2001).

    [21] La primera edición del Diccionario de Mexicanismos apareció en 2010. La Academia Mexicana de la Lengua prepara actualmente la segunda edición del diccionario. Pueden verse los avances en [18 de agosto de 2016].

    [22] Estas palabras corresponden, contadas de manera gruesa, al doble de acepciones, de las cuales sólo una cuarta parte tienen marca de 'supranacional'.

    [23] Como ha estudiado Pesqueira (2012), comparando la comunidad mexicana en Madrid con varios grupos hispanohablantes en la Ciudad de México, como españoles y argentinos.

    [24] Se trata de Lastra y Martín Butragueño (en prensa), donde se considera todos los datos relevantes incluidos en 108 entrevistas realizadas en la Ciudad de México.

    [25] El dato procede de Díaz-Campos (2003), quien trabaja con 96 entrevistas. Algunos estudios dan índices todavía mayores, como el de Freites (2008) para Táchira, Venezuela. En España se producen bastantes casos en las zonas bilingües, como muestran Blas Arroyo (1995-1996) o Gómez Molina (2013).

    [26] Véase por ejemplo Soler (2012) para la comparación con datos del habla culta, así como Serrano (2015). El análisis de Martín Butragueño (en prensa a) sobre datos de Ecatepec sugiere que el proceso sí se encuentra en expansión entre personas de nivel socioeducativo bajo.

    [27] Paredes (en prensa) ha encontrado 2.1% de casos relevantes en 108 entrevistas realizadas en Madrid.

    [28] La concepción del estilo en sociolingüística ha ido evolucionando de una visión más estática (por ejemplo, formal vs. informal, público vs. privado) a otra mucho más dinámica según la cual el hablante construye su identidad (cf. Eckert y Rickford 2001). Una realidad no menos clara es que el manejo del espesor histórico de la lengua es muy diferente de persona a persona y depende en buena medida de la cultura formal y vital de que se disponga. No sólo es una cuestión que afecte al léxico, sino que se activa con respecto a fenómenos de muy diversa naturaleza, como la formación de palabras o la comprensión de estructuras gramaticales propias de otras variedades geográficas o de otras épocas.

    [29] Puede encontrarse una discusión de estos modelos, en especial en su relación con los hechos lingüísticos, en Martín Butragueño (2014, cap. 1).

    [30] Podrían citarse aquí innumerables referencias. En México, es especialmente conocida la labor del Dr. Germinal Cocho en el estudio de los sistemas complejos. El Centro de Ciencias de la Complejidad de la Universidad Nacional Autónoma de México desarrolla un proyecto de acceso abierto a partir del cual se pueden consultar libros como el de Levins (2015) o el de Laguna Sánchez et al. (2016), entre otros estimulantes trabajos.

    [31] Para este sentido de transmisión y difusión es esencial referirse al tercer volumen de los Principios de Labov, de 2010. Acerca de la importancia de la acomodación como mecanismo esencial para la expansión de los cambios lingüísticos, debe verse Trudgill (1986, 1999), Siegel (1993, 2012), Kerswill (1996, 2002). Para algunos planteamientos al respecto, véase Martín Butragueño (2004, en prensa b).

    [32] Sería interesante también hacer un recorrido minucioso por la metodología empleada a lo largo del tiempo, no sólo por el interés intrínseco de esa consideración, sino también para discutir en qué medida son comparables los materiales recogidos en cada época. También es interesante tener en cuenta los equipos empleados y la calidad que se deriva de ellos, empezando por la grabación en computadora y con equipos digitales y siguiendo con los registros en DAT, los cassettes convencionales, las cintas de carrete y otros soportes más antiguos de diferentes valores históricos.

    [33] Cf. Martín Butragueño, Mendoza y Orozco (en preparación). Puede verse algo más de información en [22 de agosto de 2016].

    [34] Con respecto a la estructura de la red urbana de México, consúltese Garza (1985, 2003), así como Schteingart y Pírez (2015) y Negrete (2016). La aplicación de las ideas urbanas a los problemas lingüísticos se desarrolla en Martín Butragueño (2010b, 2016).

    [35] Cf. el desarrollo de esta idea, en el contexto de otras exploraciones sobre el español visto desde México, en Martín Butragueño (en preparación b).

    [36] Cf. Labov (2001, 2010), a propósito de los procesos de difusión entre ciudades.

    [37] La cuestión de la asibilación de las róticas o, con mayor exactitud, de su realización fricativa alveolo-palatal, entre otras variantes intermedias, se estudia en Lastra y Martín Butragueño (2006).

    [38] Típicamente, una rótica alveolo-palatal fricativa.

    [39] Para la cuestión de los valores de ascenso social, la distribución comunitaria de la variación, la formalización del proceso de retracción de la asibilación y el papel de los líderes de su expansión y su retracción, cf. Martín Butragueño (2014, cap. 5) y la bibliografía adicional allí citada.

    [40] Es decir, al insertar el efecto de la cortesía sobre los diferentes actos de habla directivos (Orozco 2008, 2010, Martín Butragueño en preparación a, cap. 2).

    [41] Son muchos los trabajos sobre entonación que se han venido emprendiendo en los últimos años en el Laboratorio de Estudios Fónicos. Por citar tres ejemplos, Aguilar (2012) estudia diferentes aspectos de habla infantil; Olivar (2014) analiza la relación entre ironía y prosodia; Murrieta (2016) realiza un experimento sobre percepción de los umbrales tonales.

    [42] Algunos ejemplos aparecen transcritos con las normas del CSCM (cf. Martín Butragueño y Lastra 2011), mientras que otros se escriben con las convenciones ortográficas ordinarias.

    [43] Se trata de tres breves fragmentos de otras tantas entrevistas del COEM, procedentes de Veracruz (VE-007-C00-1AM-15), Tuxtla Gutiérrez (TU-018-C00-1AM-13) y La Paz (LP-012-C10-1MM-14), grabadas entre 2013 y 2015.

    [44] Para un panorama, cf. de-la-Mota, Martín Butragueño y Prieto (2010).

    [45] Para varias de estas cuestiones, véase Martín Butragueño y Mendoza (en prensa) para más detalles. La aparición de picos prenucleares muy tempranos se ha documentado en diferentes situaciones de contacto (O'Rourke 2004, 2005, 2012, Michnowicz y Barnes 2013, Martín Butragueño, Mendoza y Orozco 2015).

    [46] Cabe recordar aquí los grandes proyectos de geoentonación, como AMPER, ATLES (Prieto y Roseano 2009-2013) o IARI (Prieto, Borràs-Comes y Roseano 2010-2014). Hualde y Prieto (2015) ofrecen un panorama del español; para las lenguas románicas debe verse en general Frota y Prieto (2015).

    [47] Así como el COEM busca una fotografía instantánea de algunas de las ciudades más prominentes del país, otros proyectos coetáneos han buscado filmar la vida lingüística íntima de una ciudad entera, como ha sido o es el caso en Monterrey, Culiacán, Mérida, Querétaro, Puebla y Guadalajara, entre otras.

    Para los proyectos vinculados a Preseea, cf. Cestero (2012), así como la página [24 de agosto de 2016]. Existen diferentes equipos de investigación en las ciudades mencionadas. Para Monterrey, deben verse los trabajos liderados por Lidia Rodríguez Alfano, tanto para El habla de Monterrey como para Preseea; en Culiacán, debe considerarse a Maritza López y a Everardo Mendoza; en Mérida, de manera independiente entre sí, a Leonor Rosado y a Jim Michnowicz, siendo Rosado quien está ligada a Preseea; en Puebla, a Niktelol Palacios; en Guadalajara, a Patricia Córdova y Daniel Barragán, entre otros proyectos e investigadores; véase para mayor información.

    [48] Una parte del CSCM, 108 entrevistas, son la colaboración aportada a Preseea. Para más detalles, véase Martín Butragueño y Lastra (2011, 2012 y 2015).

    [49] Se decidió considerar entidades que estuvieran incluidas en la zona metropolitana al menos desde 1970. Hubo dos razones de peso, una práctica y otra sociolingüística. La razón práctica es la enormidad del área y de la masa demografía para un pequeño equipo de trabajo, lo que aconsejaba reducir los materiales en lo posible. El argumento sociolingüístico era que hubiera pasado al menos el espacio de una generación (el proyecto se estaba organizando a mediados de los años 90) con respecto a la inclusión de un municipio en la zona metropolitana, considerando que para que pudiera hablarse de una ciudad, aunque fuera en sentido amplio, era necesario tener cierta seguridad de que la conurbación implicara una difusión de los modos de vida urbanos y una imbricación con la estructuración lingüística de la ciudad (cf. la "Introducción" de Martín Butragueño y Lastra 2011, disponible también en ).

    [50] En las respectivas introducciones de Martín Butragueño y Lastra (2011, 2012 y 2015) se describe en detalle la metodología de los muestreos, la estructura de las entrevistas, los problemas relevantes y algunos de los principales hallazgos encontrados hasta el momento. En el volumen de 2015 se considera la consistencia y la representatividad de la submuestra de 108 entrevistas con respecto a un conjunto bastante amplio de variables sociales.

    [51] Ejemplo adaptado del CSCM (Martín Butragueño y Lastra 2012, entrevista 66, ME-282-23H-06, turno 342).

    [52] Véase en particular el artículo de Silva-Corvalán (1994a) y, para una visión de conjunto sobre Los Ángeles, el libro de (1994b) de la misma investigadora.

    [53] La cuestión se analiza en detalle en Lastra y Martín Butragueño (2010).

    [54] Las construcciones del tipo lo que es y lo que viene siendo parecen estarse expandiendo rápidamente no sólo por México, sino por grandes regiones del mismo hispánico, pues pueden oírse también ejemplos en Venezuela y en España, seguramente entre muchos otros sitios. Son especialmente comunes en ciertas interacciones de servicios, como en restaurantes o en agencias de viajes, y especialmente en reportes radiofónicos y televisivos, es decir, cuando se describe algo que no se está viendo; desde luego también aparecen en la conversación común. Al menos en la Ciudad de México, lo que viene siendo va en camino de convertirse en un estereotipo con fuerte estigma social. Lastra y Martín Butragueño (2016) estudian el problema en los datos del CSCM.

    [55] Véanse para estas cuestiones los libros de Bloommaert (2010, 2013), y en general los trabajos sobre grandes ciudades y sobre sociolingüística de la globalización. No debería confundirse policentrismo 'el conflicto entre los diversos universos de significación social que se ponen en contacto por la confluencia de personas de diferentes orígenes en un mismo lugar, típicamente en un entorno urbano', con el pluricentrismo 'la existencia de varios centros de difusión de usos lingüísticos en el caso de lenguas muy extendidas, como ocurre con el español'. Aunque los conceptos proceden de diferentes tradiciones (la sociolingüística de la globalización y la visión de los diasistemas y la arquitectura lingüística, en parte de origen coseriuano, como se ha mencionado en una nota previa), algunos escritos los toman como sinónimos, aunque realmente conviene distinguir con mucho cuidado lo que se dice con uno y con otro; véase la discusión en Martín Butragueño (en preparación b) a propósito del español visto desde México, y un análisis de la superdiversidad (lo acotado de ella, en realidad) y el policentrismo en la Ciudad de México en Martín Butragueño (2016).

    [56] Para una discusión detallada en relación a la Ciudad de México, véase también Martín Butragueño (2016), sobre la construcción lingüística de la megalópolis central, tomándola de modo concéntrico como el espacio de la capital, como núcleo de la zona metropolitana y del área megalopolitana, como nódulo clave para todo el resto del país, y como enclave importante en la llamada América Latina, en el mundo hispánico y en el mundo en general. La ciudad se ve también como un lugar contradictorio entre las tendencias lingüísticas globales y las locales.

    [57] Para zonas como el Ajusco contamos con documentación en diferentes momentos del siglo xx: piénsese por ejemplo en el trabajo publicado por Manuel Alvar hace 50 años (1966-1967).

    [58] El municipio de Ecatepec se estudia en Martín Butragueño (en prensa a); se trata de una primera aproximación para comprender el sentido sociolingüístico de la zona, relacionando el comportamiento de algunas variables lingüísticas con el posible desarrollo de una identidad local. Sería muy necesario ir aumentando el número de estudios locales de diferentes comunidades en el entorno de la zona metropolitana, así como de grupos y de realidades específicas.

    [59] Una vez más se está pensando en Labov (2013). Es muy recomendable también la lectura de Ochs y Capps (2001).

    [60] Se ha cambiado el nombre de pila de la colaboradora para preservar mejor el anonimato; lo mismo se hace en algunos casos posteriores.

    [61] Pero llegada inicialmente desde Hidalgo a los 8 años.

    [62] Entrevista 108, ME-313-13M-07, turno 23, en Martín Butragueño y Lastra (2015).

    [63] La convergencia de las hablas centrales es uno de los puntos medulares en el modelo desarrollado en relación al español visto desde México (Martín Butragueño en preparación b). Para entender la vida lingüística de la capital es necesario considerar su protagonismo en la megalópolis y en las redes urbanas de todo el país, aunque la presencia de muy diversos grupos citadinos, y de los discursos que producen esos grupos, exhiba una gran variedad de significados sociales, acarreados y expuestos de formas consistentemente diferentes. El punto se discute en mayor detalle en Martín Butragueño (2016). La Ciudad de México es clave desde el punto de vista pluricéntrico (supra) para entender la constitución del español moderno. Por otro lado, aunque es un ámbito muy vivo para el cambio y la variación, no llega a ser un nodo de superdiversidad, considerando que la cantidad de extranjeros no hispanohablantes es moderada, y que los inmigrantes de lenguas originarias tienden a invisibilizarse, como ha estudiado Martínez Casas (2014).

    [64] Para los datos de la Ciudad de México, véase Lastra y Martín Butragueño (2015); para Mérida, Michnowicz (2015), para Xalapa, Orozco (2016), y para Nueva York, Otheguy y Zentella (2012).

    [65] Una amplia discusión de los problemas vinculados a la difusión léxica, así como de sus alcances en referencia al cambio lingüístico, puede encontrarse en Labov (1994). Para el caso específico de la expresión del sujeto pronominal en español, cf. Erker y Guy (2012).

  • [66] En referencia a Xalapa, considérese el ya citado trabajo de Orozco (2016); la costa caribeña colombiana había sido estudiada en Orozco y Guy (2008); para Granada es relevante Manjón-Cabeza, Pose y Sánchez (2014).

    [67] Véase al respecto el trabajo de María José Serrano (2012).

    [68] Se trata de la entrevista 102, ME-314-13H-07, turno 88, del CSCM (Martín Butragueño y Lastra 2015).

    [69] Este fragmento procede de la entrevista 104, ME-191-13M-01, turnos 27-31, del CSCM (Martín Butragueño y Lastra 2015).

    [70] Para este punto, véase también Martín Butragueño (2014, pp. 71-72 y p. 351).

    [71] El dato puede verse en Martín Butragueño (2010b, p. 1004); en ese mismo capítulo se estudia en general la expansión urbana de México a lo largo del siglo xx y las consecuencias sociolingüísticas derivadas de tal proceso.

    [72] Véase Garza (2003) para el desarrollo urbano y Martín Butragueño (2010b) para el contexto sociolingüístico. La influencia de las hablas centrales como uno de los ejes del modelo referido al español visto desde México se considera en Martín Butragueño (en preparación b), como se ha dicho supra.

    [73] Ésa es la tesis principal de Martín Butragueño (2010b); se justifica por el cambio en los modos de vida, la retracción de las formas vernáculas tradicionales, la presión sobre las lenguas originarias, los movimientos poblacionales y los contactos entre lenguas y dialectos, las ventanas abiertas a las influencias venidas de todas partes, etc.

    [74] No sólo por las realidades demográficas y urbanas, sino también por el desarrollo de la propia investigación lingüística nacional e internacional

    [75] Para más información, véase , así como Lope Blanch (1986). Para una revisión general de la obra de Lope Blanch, cf. Martín Butragueño (2003).

    [76] Los datos más analizados han sido sin duda los publicados en Lope Blanch (1971 y 1976).

    [77] A través de la firma de un convenio, promovido por El Colegio de México a través de don Javier Garciadiego.

    [78] Lope Blanch (1969b, 1979; una versión previa mucho más reducida había aparecido en 1965).

    [79] Aunque hay algunas excepciones de años previos y de años posteriores. Según Lope Blanch (1990, p. 60), "en 1967 iniciamos, como parte de los trabajos del Seminario de Lingüística de El Colegio de México, las visitas a diversas localidades del extenso territorio mexicano. Al finalizar el año de 1969, habíamos realizado encuestas en 50 poblaciones".

    [80] El Atlas lingüístico de México fue dirigido por Lope Blanch (1990-2000) y representa uno de los logros más importantes de la lingüística hispánica en México.

    [81] En el conjunto aparecen también muestreos más minuciosos de algunas ciudades examinadas en investigaciones puntuales por diferentes alumnos, en aquella época, de Lope Blanch.

    [82] La entrevista fue realizada por Raúl Ávila.

    [83] El proyecto se concibió inicialmente sólo para delimitar las zonas dialectales del país (Lope Blanch 1969a); el Cuestionario se publicó tras realizar diferentes pruebas (Lope Blanch 1970).

    [84] Una fracción de las muchas entrevistas aparece transcrita en Lope Blanch (1995). Con respecto a los límites del Atlas lingüístico de México, véase Alvar (1991).

    [85] Alfredo F., hombre, de 21 años, pescador, nivel sociocultural medio bajo, grabado en 1972, en el punto 184 del Atlas Lingüístico de México (Lope Blanch 1990-2000), Bahía Kino, Sonora

    [86] Me refiero a Lozanova (2000) para la Ciudad de México y a Torres (2014) para Guadalajara, entre otros, teniendo como punto de comparación la investigación de Lope Blanch. Sobre la vitalidad de los mayismos, véase la investigación de Pérez Aguilar (2000) para Chetumal, y la de Rosado (2012) para Mérida.

    [87] Para las tendencias sociales de la evolución del léxico en campos tan variados como las innovaciones técnicas y las relaciones sociales, cf. Serrano (2014), tesis doctoral en la que se abordan en tiempo real una serie de procesos lingüísticos, considerando materiales del habla culta y popular de la Ciudad de México (cf. Lope Blanch 1971, 1976) y del CSCM.

    [88] En particular, en los trabajos elaborados por Raúl Ávila. Puede verse en especial su libro Estudios de semántica social (1999).

    [89] Considérese Perissinotto (1972, 1975), Moreno de Alba (1972), Lastra y Martín Butragueño (2006), Serrano (2014) y Martín Butragueño (2014).

    [90] Como ha estudiado Ceballos Domínguez (2006), proyectando en tiempo aparente la inflexión del patrón de variantes a los años setenta.

    [91] Véase Rosado (2011, pp. 152-153), en que la edad 3 favorece, bien que ligeramente, las soluciones oclusivas; tales variantes son favorecidas asimismo por las personas de nivel educativo bajo (ibid., p. 154). También son relevantes los trabajos de la misma autora de (2003) y (2012); la tesis de 2003 estudia inmigrantes yucatecos en la Ciudad de México. La de 2012 analiza diferentes problemas sociolingüísticos en Mérida, Yucatán. Michnowicz (2011) sugiere una rápida estandarización por parte de los jóvenes hacia las soluciones aproximantes.

    [92] Los trabajos son Lastra y Martín Butragueño (en prensa) y Martín Butragueño (en prensa a); véanse también las referencias allí citadas.

    [93] Véase en particular el cap. 2 de Martín Butragueño (2014), donde se analizan los rasgos sociales de los colaboradores del Atlas lingüístico de México (Lope Blanch 1990-2000) en relación con el debilitamiento vocálico; Serrano (2014) estudia en tiempo real materiales del habla culta y popular (Lope Blanch 1971, 1976) en comparación con el CSCM (Martín Butragueño y Lastra 2011, 2012, 2015).

    [94] Éste es un problema que ha sido abordado por numerosos especialistas en historia de las lenguas. Una referencia útil en ese sentido, así como para considerar diferentes aspectos sociolingüísticos en los materiales históricos, es Conde Silvestre (2007).

    [95] Al mencionar ejemplos de varias de las colecciones documentales disponibles, que nos remiten en algunos casos a personas nacidas a fines del siglo xix y conformadas como adultos lingüísticos durante el cambio al entonces nuevo siglo xx.

    [96] En el CSCM se grabó a 19 personas de 70 o más años; la persona de más edad tenía 92 años. Por otra parte, este grupo de personas nació entre 1908 y 1934. El Habla de la República Mexicana (HRM) tiene al parecer registros de 51 personas de más de 70 años. La persona de más edad tenía 87 años. Las entrevistas del grupo se realizaron entre 1967 y 1977. Tomando como promedio aproximado 1972 y 75 años, el cálculo nos remite a 1897. En el Habla de la Ciudad de México (HCM) están registradas unos 8 hablantes de 70 años o más; la persona de más edad tenía 81 años. Considerando que las entrevistas se hicieron entre 1963 y 1968, significa que estas personas habían nacido hacia 1890. La persona de 81 años debió haber nacido hacia 1887.

    [97] La grabación puede oírse en [26 de agosto de 2016]. Aunque se escucha con bastante claridad y es susceptible incluso de análisis espectrográfico, algunos fragmentos se enciman con la edición musical y sonora del programa televisivo.

    [98] “Es un fondo muy interesante, que ha sido consultado por muchos especialistas nacionales y extranjeros. Forma parte del Archivo de la Palabra de la DEH, el primero en América Latina, compuesto por otros fondos, como Historia del Cine Mexicano, Historia de la Educación en México, los Contemporáneos de los años 70, y Refugiados Españoles en México, del cual ya se tiene también un catálogo”, según se menciona en

    [8 de agosto de 2016]. Para más noticias, véase Espejel (2013).

    [99] "Integrado por diversos fondos y temáticas que consisten en entrevistas a personajes de distintos momentos de la historia del siglo xx a partir del periodo revolucionario, entre los que destaca el movimiento zapatista, la historia del cine en México y la Historia de la medicina en México". Por cierto que "[...] los materiales originales se encuentran en la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia y en la Biblioteca Manuel Orozco y Berra de la Dirección de Estudios Históricos". Véase al respecto [8 de agosto de 2016]. Existen también noticias de un DVD: "Batallas que permanecían sólo en el recuerdo de sus protagonistas, formarán parte de un rico acervo que conjunta cerca de 400 testimonios de quienes participaron en el movimiento armado de 1910, el cual podrá consultarse en el Catálogo Fondo Revolución Mexicana: entrevistas de Historia Oral del Archivo de la Palabra, que será editado próximamente en formato DVD, por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH-Conaculta). Se trata de un proyecto, coordinado por las investigadoras María Esther Jasso y Marcela Cobos, de la Dirección de Estudios Históricos (DEH) del INAH, que busca facilitar la investigación de especialistas y hacer accesible estos testimonios al público en general. La historiadora Jasso detalló que esta edición digital contendrá un resumen de cada una de las 385 entrevistas realizadas en la década de los 70, a veteranos de la Revolución, como parte de un proyecto de historia oral impulsado por las investigadoras eméritas Alicia Olivera de Bonfil y Eugenia Meyer, del INAH y la UNAM, respectivamente", según la noticia publicada el 1 de diciembre de 2011 en [8 de agosto de 2016]. Existe el libro compilado por Arboleyda en 2014 (Voces de la Revolución, guiones radiofónicos). Según Marentes (2015), "Voces de la Revolución es un libro que reúne y analiza testimonios obtenidos por investigadores hace casi cuarenta años a través de grabaciones de campo realizadas con gente que, de una u otra forma, tomó parte del más importante movimiento armado del siglo xx en nuestro país: la Revolución mexicana". También existen materiales audiovisuales sobre la Revolución en la Filmoteca de la UNAM, según se menciona en : "Se trata de materiales propiedad de la Filmoteca de la UNAM, que fueron restaurados por el INAH, [...] para su integración en un DVD conmemorativo" [3 de septiembre de 2016].

    [100] Un gran desafío es la posibilidad de encontrar y estudiar documentos orales previos a la época en que se empezó a aplicar una metodología sistemática en la recolección de datos. Cabe recordar aquí algunos textos sobre criterios de edición filológica, como Blecua (1983) y especialmente Higashi (2013). Véase también Reynoso y Company (2009).

    [101] Desde luego entre otros.

    [102] En las introducciones a la edición del CSCM (Martín Butragueño y Lastra 2011, 2012, 2015) pueden encontrarse diferentes observaciones sobre el formato de audio recomendable, sobre los criterios de transcripción y sobre las características de la base de datos, en términos de la descripción sociolingüística de las personas y la descripción física del material. Es claro, sin embargo, que es necesario desarrollar criterios filológicos más detallados para generar documentos sonoros y audiovisuales que se presten al estudio lingüístico de los registros. Y deben jerarquizarse los intereses de los estudios interpretativos, no sólo lingüísticos, sino por ejemplo históricos o sociales.Aquí la lógica es la misma que con cualquier otro tipo de documentos. El nivel de precisión y el rigor editorial de un documento debe ser el máximo si el propósito es que sirva para el estudio lingüístico.

    [103] Aunque ciertamente cuanto más se retrocede en el tiempo menos se puede elegir, y se depende más de lo que pueda encontrarse.

    [104] Para una descripción general del aparato y sus posibilidades, véase Ramis (s.f.).

    [105] La noticia aparece por ejemplo en Criado (2008). Según Wilipedia , en , la canción "Au clair de la Lune" es una canción francesa y anónima, del s. xvii; se aventura que su autor pueda ser Lully. Según es del s. xviii. Para es una canción popular.

    [106] Este audio se registró el 9 de abril de 1860. Ésta y otras grabaciones pueden encontrarse en First Sounds , a cargo de David Giovannoni, Patrick Feaster, Richard Martin y Megan Hennessey [28 de septiembre de 2016]; de estos dos últimos investigadores, véase también Archeophone Records [28 de septiembre de 2016]. En First Soundsse dispone de grabaciones de Martinville, de Thomas Edison, Charles Batchelor y el Metropolitan Elevated Railroad, y de Volta Laboratory Associates. El audio del ejemplo se encuentra en ; cf. Feaster (2010) para mayor información sobre Martinville. Existen fonotoautogramas de Martinville desde 1857: "Many phonautograms from 1857 also survive, but they lack the tuning-fork timecode, so in these cases we have no objective means of correcting for speed fluctuations, which are generally great enough to render sung melodies utterly unrecognizable", según [5 de septiembre de 2016].

    [107] Según la información que figura en [5 de septiembre de 2016].

    [108] Una grabación que circula en la red, por ejemplo, en [5 de septiembre de 2016] es al parecer de 1927. Véase la citada página de First Sounds para más información y grabaciones de la década de 1880, así como también el "Early sound recording collection and sound recovery project" promovido por The National Museum of American History, en[5 de septiembre de 2016].

    [109] La reseña de Katz (2012) sólo menciona St. Louis, en apariencia; que sea San Luis Missouri es suposición mía.

    [110] Según Katz (2012). El audio puede oírse en [18 de agosto de 2016].

    [111] Según Moreno H. (2004) hubo dos presentaciones; en la edición consultada, Prieto escribe Belemitas (1993, p. 370), aunque en otros lados aparece como Betlemitas o Bethlemitas: corresponde a la actual calle de Filomeno Mata, según el propio Moreno H. Véase otros detalles interesantes en (Nalle s. f.) [5 de septiembre de 2016]: según esta página, el propio Edison mandó a Porfirio Díaz un fonógrafo, en el que Díaz registró algunos discursos, sirviéndose de cilindros; para 1888 ya existía un aparato mejorado, dotado de motor eléctrico y cintas de cera; también se señala que "en la biblioteca de la Universidad de California en Santa Bárbara, existe una colección de grabaciones en cilindros de Edison, una de ellas de artistas mexicanos" (id.).

    [112] Según recoge Prieto (1993, p. 373).

    [113] La cita se encuentra en la p. 375 de la recopilación de 1993. Villegas es Esteban Manuel de Villegas (1589-1669), y lo que recita Prieto ante el fonógrafo es la primera estrofa de la célebre oda sáfica Al Céfiro (véase por ejemplo Ynduráin 1950).

    [114] Tal historia va más allá del rápido recuento actual. Véanse un par de páginas en wikipedia para algunas datos generales: y [6 de septiembre de 2016].

    [115] Las cuatro expediciones de Carl S. Lumholtz a México entre 1890 y 1898 fueron patrocinadas por el American Museum of Natural History; entre otras cosas colectadas, "the photos show the indigenous peoples Lumholtz encountered, including Tarahumara, Pima, Tepehuan, Cora, Huichol, and Tabasco Indians", como se explica en [6 de septiembre de 2016]; sobre el " Early Sound Recording Collection and Sound Recovery Project" del mismo museo, cf. <http://americanhistory.si.edu/press/fact-sheets/early-sound-recording-collection-and-sound-recovery-project> [6 de septiembre de 2016]; véase también Nalle (s.f.) y [6 de septiembre de 2016] para otras noticias. Debe verse también el libro publicado por Lumholtz en 1902 (traducido en 2012). 

    [116] Con grabaciones históricas de compositores poblanos, así como dedicadas a Puebla o tradicionales en ese estado. Cito a través de Huesca Martínez (s.f.), pues en la página [7 de septiembre de 2016], se encuentran subidos los audios de los tres CDs con el acervo debido a Jesús Flores y Escalante y Pablo Dueñas, al parecer en la Serie compositores poblanos y con el título de Grabaciones históricas, que no he podido localizar por otro medio. Sobre la serie de compositores poblanos, véase Aurioles (2009).

    [117] Cf. para la tesis de Marden su propio texto (1894, 1896) y Henríquez Ureña (1938), donde se traduce y anota la tesis de Marden. Sería interesante preparar una edición crítica de este volumen, o por lo menos de la tesis de Marden, así como de varios de los estudios lingüísticos de Henríquez Ureña.

    [118] A Charles Carroll Marden (1867-1932) se deben ediciones del Poema de Fernán González (1904), del Libro de Apolonio (1917, 1922), de Cuatro poemas de Berceo (1928) y de Veintitrés Milagros de Berceo (1929), y dejó inconclusa una edición del Poema de Alexandre. Pueden verse los datos proporcionados por W.A.N. y G.T.N. (1932) y por Tarr (1933). El original de su tesis doctoral, The Phonology of the Spanish Dialect of Mexico City, de 1894, puede consultarse en [7 de agosto de 2016]. La versión publicada en 1986 puede verse en [7 de agosto de 2016].

    [119] Como hizo notorio don Pedro Henríquez Ureña en el volumen de 1938.

    [120] Si uno ha tenido el privilegio de dar un paseo por el repositorio de la Fonoteca Nacional, sabe que desde la misma época se dispone de manera consistente de diferentes registros de la lengua oral, que aunque no recogidos con el propósito de documentar el habla como tal, lo pueden hacer de manera indirecta al estructurar un corpus de habla.

    [121] El audio está subido en "Joyas de la Fonoteca Nacional", disponible en [7 de septiembre de 2016], al igual que otros archivos mencionados en seguida en el texto.

    [122] Las "Joyas de la Fonoteca Nacional" permiten escuchar también, entre otras, las voces de Torres Bodet (en 1949), Vasconcelos (en 1954) o Diego Rivera (en 1955).

    [123] Muerto en 1913 a los 39 años.

    [124] Puede escucharse en [7 de septiembre de 2016].

    [125] El cine llega a México en 1896, y la Filmoteca de la UNAM es un repositorio especialmente relevante: "El tren fantasmaEl puño de hierro y Tepeyac son los tres únicos largometrajes de ficción silentes mexicanos que se conservan hasta la fecha. Estas películas muestran temas que aún atañen a la realidad mexicana, así como escenas de gran valor e importancia para la historia documental del país", según [9 de agosto de 2016]. "Aunque la Filmoteca posee fragmentos de Santa de Luis G. Peredo (1918), ésta no se ha incluido pues sólo se cuenta hasta este momento con aproximadamente el 50% de su contenido. Desgraciadamente, para la historia del cine nacional, el 90 o 95% de lo que fue la producción fílmica en México, desde la llegada del cine, en 1896, hasta inicios de la década de 1930, cuando se pasó a hacer cine con sonido, está desaparecido" (id.).

    [126] La película puede verse completa en y en [7 de septiembre de 2016]. Como señala la página , "antes de 1932 ya se habían filmado otras películas con sonido indirecto en el país, sin embargo Santa fue la primera cinta mexicana que incorporó la técnica del sonido directo, creada por los hermanos Joselito y Roberto Rodríguez, mexicanos que bautizaron a su invento con el nombre de Rodríguez Sound Recording System, con el que revolucionaron el sistema para obtener la sincronía perfecta entre la imagen y el sonido en el cine".

    [127] Puede escucharse una pequeña antología en [consultado el 5 de agosto de 2016]. En [7 de septiembre de 2016], por ejemplo, se oye en vivo a Pedro Infante en un programa de 1951, en el decimotercer aniversario de la XEQ. La antecesora de la XEB, asociada a la empresa "El Buen Tono" empieza a transmitir en 1923, como se afirma en [7 de septiembre de 2016]. Aparecen algunas noticias interesantes en el blog <http://lamusicasinfinal.blogspot.mx/2010/10/xew-la-voz-de-la-america-latina-desde.html> [7 de septiembre de 2016].

    [128] El texto pionero de Gutiérrez Eskildsen parece haber sido un trabajo escolar presentado a la clase de Dávila Garibi y luego recogido en Investigaciones Lingüísticas, la primera revista mexicana de la especialidad, que habría de desaparecer poco después, tras el fallecimiento de su mentor, don Mariano Silva y Aceves. El trabajo de Gutiérrez Eskildsen (1937) tiene dos puntos de interés para el lector moderno: el primero es de carácter historiográfico, pues debe situarse en una época de titubeante nacimiento de la lingüística local, sobre todo de la hispánica. El segundo es la ubicación de un contexto específico a través de los patrones entonativos. Parece razonable pensar que este diáfano y complejísimo propósito no debería olvidarse, sobre todo si se está dispuesto a aceptar una perspectiva sociolingüística y realista de acercamiento al lenguaje. Estos testimonios ya los había citado en Martín Butragueño (2006) y los he recogido ahora en el cap. 1 de Martín Butragueño (en preparación a), de donde se toman algunas de las palabras del texto y de esta nota y se ofrece un marco mayor con más detalles sobre los trabajos de prosodia sobre el español mexicano. Por cierto que la misma Gutiérrez Eskildsen da una noticia de gran relevancia para la historia de los registros lingüísticos: “A falta de aparatos fonéticos, el maestro don Pablo González Casanova, ideó el fonofotógrafo, es decir, un aparato que impresionando películas especiales con apego a ciertas normas y en determinadas condiciones, unía la fotografía con el trabajo de laboratorio cinematográfico. A las pruebas que obtuvo tomándolas de boca de indígenas, les llamó fonofotogramas” (Gutiérrez Eskildsen 1937, p. 79).

    [129] La referencia es Botha (2016). Muy recomendables son los tres extraordinarios volúmenes de Alan Barnard: Social Anthropology and Human Origins (2011), Genesis of Symbolic Thought (2012) y Language in Prehistory(2016). También resultan de interés los libros de Moreno y Mendívil-Giró (2014) y de Berwick y Chomsky (2016).

    [130] Se trata del ya citado Labov (2013), volumen en el que su autor sintetiza muchos de sus hallazgos sobre las narraciones basadas en experiencias de vida, incluidos los principios metodológicos y la aplicación al análisis de diferentes casos.

    [131] Véase Gilliéron (1918), Labov (1994, caps. 1 a 4), Phillips (2006), Labov (2010, p. 261), Martín Butragueño (2014, pp. 109-122), Serrano (2014, cap. 5) y García Mouton (2015) para contextualizar la idea.

    [132] La idea de un plan corporal en los seres vivos procede de Goethe (cf. 2015, original de 1790); para los principios matemáticos de la morfogénesis, cf. Thom (2000); desde el ángulo lingüístico, véase el libro de Berwick y Chomsky (2016). No se pretende que todas estas orientaciones estén en la misma tradición.

    [133] La importancia para la sociolingüística del estudio de las necesidades de los hablantes se desarrolla en Martín Butragueño (2010a) y en el cap. 1 de (2014). Una visión no muy distante, fundamentada en el análisis de los recursos lingüísticos, puede encontrarse en Blommaert (2010).

    [134] En el sentido desarrollado por Eckert (2008, 2012), o como resume la propia Eckert (s.f.) en su página: "Building on the findings of the First and Second Waves of variation studies, the Third Wave focuses on the social meaning of variables. It views styles, rather than variables, as directly associated with identity categories, and explores the contributions of variables to styles. In so doing, it departs from the dialect-based approach of the first two waves, and views variables as located in layered communities. Since it takes social meaning as primary, it examines not just variables that are of prior interest to linguists (e.g. changes in progress) but any linguistic material that serves a social/stylistic purpose. And in shifting the focus from dialects to styles, it shifts the focus from speaker categories to the construction of personae", en [10 de septiembre de 2016].

    [135] Para un desarrollo más detenido de esta idea, véase Martín Butragueño (en preparación b).


Respuesta al discurso de ingreso de Pedro Martín Butragueño

Es un grato deber y un honor representar a la Academia Mexicana de la Lengua en este acto para dar la bienvenida como su miembro de número a don Pedro Martín Butragueño, quien a partir de ahora ocupará la silla vigésimo octava. Es asimismo un placer y un honor en lo personal contestar su brillante discurso de ingreso, porque don Pedro Martín es mi colega desde hace muchos años y porque conozco la calidad de su trayectoria y de sus trabajos. Bienvenido sea usted a esta Corporación, que es ya su casa académica, don Pedro Martín Butragueño. Bienvenido seas, querido Pedro, a la Academia Mexicana de la Lengua.

La Academia Mexicana de la Lengua se enriquece ahora con un magnífico lingüista, y es necesario subrayar la palabra lingüista, porque aunque la mayoría de Academias ostente el título de la Lengua, el oficio de lingüista, gramático o filólogo suele ser una rara avis en estas corporaciones. La nuestra, hay que decirlo, es un caso singular de aprecio, o de relativo aprecio, por esta vieja profesión de gramático y filólogo, llamados más modernamente lingüistas, porque ha acogido a casi una decena de filólogos y gramáticos en los 150 años de su historia. Parecen pocos, lo son, pero no son tan escasos si consideramos que otras Academias hermanas no han tenido nunca, o no tienen a la fecha, estas raras aves en su corporación.

Los méritos curriculares de don Pedro Martín Butragueño son muchos y solo ellos lo trajeron a esta casa. Se doctoró en la Universidad Complutense de Madrid en 1991, hizo un posdoctorado en El Colegio de México en los años 1992 y 1993, y desde 1994 es profesor-investigador de esa institución, familiarmente conocida como el Colmex. Es miembro del SNI nivel III; ha publicado 26 libros, sea como autor, coautor o editor. Ha publicado asimismo casi un centenar de trabajos arbitrados, entre artículos y capítulos en libros. Ha impartido numerosos cursos, cursillos, talleres y conferencias en diferentes instituciones de nuestro país, así como en otras diversas universidades de América ─Colombia, Puerto Rico, Venezuela─, de Europa ─en varias de España y en Alemania─ y de Asia ─ Universidad de Tokio─. Y es, y en esto quiero poner énfasis, un gran formador de jóvenes, riguroso y exigente, pero de gran generosidad con su tiempo y con su conocimiento, cosa importe y loable la de formador, porque los jóvenes tomarán, o ya están tomando, la estafeta de nuestro oficio. Es además, cosa importantísima, un gran propulsor de nuevos proyectos y de nuevos espacios de investigación, con la virtud añadida de que sabe empezarlos, coordinarlos con sabiduría y cerrarlos con calidad. Y sabe además trabajar en equipo y guiar las riendas con delicadeza pero con firmeza.

Mencionaré nada más tres de esos proyectos, que nos dan idea cabal de las líneas centrales de su trabajo y de sus intereses: la Historia sociolingüística de México, codirigido con Rebeca Barriga, el Corpus Sociolingüístico de la Ciudad de México, codirigido con nuestra compañera Yolanda Lastra, e insertado en el gran proyecto panhispánico el corpus presea, o la coordinación del Corpus Oral del Español de México, realizado junto a dos discípulas, Érika Mendoza y Leonor Orozco. Y por si fuera poco, es director de la prestigiada Nueva Revista de Filología Hispánica, que sale con puntualidad y excelencia desde hace mucho.

Pedro Martín Butragueño es, en suma, un trabajador incansable y comprometido, un gran especialista que ha abierto nuevos caminos y temas de investigación y que también ha retomado caminos tradicionales de la lingüística mexicana que estaban un tanto abandonados, como es el caso de la Dialectología, de larga tradición en nuestro país ─en sus manifestaciones diatópica, la más tradicional, pero también diastrática y diafásica─, pero recabando datos y analizándola con nuevos ojos y nuevos métodos.

Sus líneas de investigación son de especial valía para la Academia Mexicana de la Lengua porque complementan las de otros lingüistas de nuestra casa y serán de gran ayuda, ya lo son, en las tareas nacionales e internacionales que nuestra corporación se ha propuesto y tiene encomendadas. Como ya anticipan los títulos de los tres proyectos arriba mencionados, es especialista en Variación Lingüística Sincrónica del Español, particularmente la variación fónica, segmental y prosódica, aunque también ha atendido la variación morfosintáctica; es especialista en Métodos de Medición Sociolingüística, cómo hoy nos ha mostrado en su discurso, y es especialista en Lingüística de Corpus, Filología pues, porque así se llamó siempre, aunque no tuviera el refinamiento metodológico actual. Es un filólogo, sin más calificativos, porque llega a los fondos documentales, que, en el caso de Pedro Martín Butragueño, son los hablantes vivos y las fonotecas, extrae la información que estos archivos vivos nos proporcionan y la analiza para entender mejor cómo la lengua es un extenso y diverso territorio por donde atraviesa la cultura toda y por donde atraviesa y se manifiesta casi cualquier faceta de la vida cotidiana.

Por sus estudios especializados en variación lingüística, por sus aportaciones teóricas y metodológicas al mejor conocimiento de la lengua oral española, y por sus valiosas contribuciones a la generación de corpus orales fue elegido miembro de la Academia Mexicana de la Lengua.

La elección e ingreso de don Pedro Martín Butragueño como académico de número y el perfil profesional que él representa atienden cabalmente el artículo 1 de los Estatutos de nuestra Academia, que a la letra dice: “La Academia Mexicana de la Lengua tiene por objeto el estudio de la lengua española y en especial cuanto se refiera a los modos peculiares de hablarla y escribirla en México”.

Los modos peculiares que hoy nos convocan con el ingreso de don Pedro Martín Butragueño son los propios de la oralidad mexicana, los métodos posibles de cómo rescatar el tiempo pasado reciente desde el hoy metodológico, el presente extendido de la oralidad, sea mediante la comparación de hablantes en una sincronía de tiempo aparente, sea buscando oralidad en un tiempo real no tan reciente ya, husmeando y rescatando viejos corpus orales y fonotecas.

¿Por qué es importante el discurso de ingreso de don Pedro Martín Butragueño? En primer lugar, porque ha sido una clase magistral, erudita y amena a la vez. Erudición justa y necesaria, pero también amena, con ejemplos paradigmáticos, simpáticos y hasta entrañables, y porque nos ha llevado de la oreja, que no de la mano ─como le dije a Pedro hace meses, cuando me invitó a contestar su discurso de ingreso─, y nos ha mostrado que la oralidad no vive estrictamente en el presente y no es tan efímera. Las nuevas tecnologías pueden fijarla y los actuales métodos sociolingüísticos pueden reconstruirla.

El mensaje que yo recojo, como el que habrán recogido muchos de ustedes, es que muy pronto, si no es que desde ahora, “desde ya” como decimos en México, los historiadores de la lengua deberemos incluir la oralidad en las largas diacronías que nos ocupan, y quienes hacen sincronía podrán adentrarse en la historia oral y reconstruirla para entender mejor el funcionamiento histórico o el devenir de una lengua, como la ha hecho y lo ha mostrado hoy en su discurso Pedro Martín.

En segundo lugar, su discurso es importante por una razón obvia para los profesionales de la lengua ─los obreros de la lengua es la expresión que a mí me gusta usar, para llamarme y llamarnos─, pero nada obvia para los hablantes normales ni para los escritores ni para los literatos. Su discurso ha dejado en claro que la lengua vive y se enriquece diariamente en su oralidad, y que la oralidad cotidiana tiene prioridad biológica, cultural e histórica sobre la lengua escrita. Aquella, la oralidad, es patrimonio intangible y propiedad de todos los seres humanos, en cualquier coordenada espacio-temporal o situación social o cultural en que los seres humanos nos hallemos, mientras que la segunda, la escritura, es un fenómeno urbano, restringido a unos cuantos hablantes, aunque sean millones ya afortunadamente, y es un fenómeno de élite, en el sentido de que compete a unos pocos nada más, cuando se la usa para la creación o para la reflexión creativa.

En tercer lugar, su discurso es importante porque ha puesto de manifiesto que todas las variantes de la lengua española, absolutamente todas, sean cultas o populares, rurales o urbanas, cuidadas o informales, contribuyen por igual al concierto de hacer del español una lengua integral, viva y funcional, policéntrica y multinormativa, como lo es cualquier lengua, sea cual sea su extensión geográfica y sea cual sea su número de hablantes. Y de ello resulta una obviedad, al menos para quienes nos interesamos por la historia de la lengua, a saber, que la capacidad de hablar una lengua es lo único que nos hace ser seres históricos. Todos los seres humanos hemos recibido la lengua que hablamos como una herencia del pasado, que, además de permitirnos la comunicación, con nuestros semejantes, nos hace depositarios también de la cultura y de la visión de mundo de los seres que la utilizaron antes de nosotros. Somos seres históricos gracias, fundamentalmente, a la lengua oral, puesto que por medio de ella, y sólo a través de ella, transmitimos experiencias de padres a hijos, de abuelos a nietos, de amigos a amigos. Lo que nos hace únicos en el planeta es muy posiblemente la posibilidad de transmitir experiencias oralmente y, en segundo plano, mediante la escritura.

La historicidad está cargada de rutinas ritualmente repetidas a lo largo de siglos y generaciones, como nos ha mostrado Pedro en sus ejemplos. Ese conjunto de rutinas o hábitos aprendidos y sobre todo heredados por los hablantes, transmitido de padres a hijos, sobre todo a través de la oralidad, insisto, es, en esencia, la lengua. Y hablar un determinado dialecto nos hace ser seres con una determinada historia y con una determinada identidad, que para nosotros es la identidad mexicana, multidialectal, multisocial y multicultural, mostrada y analizada por don Pedro Martín Butragueño hoy. En la historicidad oral, rescatada mediante métodos diversos, surge, vive y se recrea el español hablado en México, con lo que comparte con otros dialectos de la lengua española, y con lo que le es único e identitario.

El cuarto y último aspecto importante del discurso leído por don Pedro Martín Butragueño es el énfasis en la Lingüística de Corpus, expuesta como un hilo conductor a lo largo de toda su exposición. Dejo este aspecto para el final porque es digno de ser subrayado y porque me detendré unos segundos más de lo debido. Hacer corpus es una especialidad importante, tanto por las dificultades metodológicas que entraña, como por la importancia cultural y antropológica que tiene para una sociedad tener corpus disponibles de libre acceso. Y hago énfasis en esto porque algunos creadores, no pocos debo decir, e incluso lingüistas no filólogos, suelen pensar que hacer un corpus es simplemente un acto técnico de juntar textos. Dista de ser así. Hacer corpus extensos, con rigor metodológico y amplias bases empíricas, no es simplemente juntar textos, o grabaciones en el caso de don Pedro, y ponerlos en el disco duro de una computadora o en cintas ad hoc. No. Crear corpus, orales o escritos, y ponerlos al servicio de la comunidad de estudiosos y de la sociedad toda es crear infraestructura para la investigación, y esa creación de infraestructura hace posible conocer con finura y rigor cuáles son los ejes identitarios que nos otorgan una historicidad específica.

Hacer corpus luce poco ─bueno, ni siquiera se pueden informar como libros de autoría, en esta época de informes y evaluaciones─, se tarda mucho en verlos completos y funcionando, y producen la sensación de que están siempre inacabados ─cosa cierta, porque los corpus están siempre abiertos a mejoras tecnológicas y metodológicas y siempre abiertos a enriquecimiento cuantitativo─ y suelen, como digo, ser considerados con frecuencia un proceso meramente técnico. Lejos de ser atinadas estas apreciaciones, generar corpus requiere no sólo mucha investigación para concebirlos con sistematicidad y hacerlos mejores y más sencillos en su consulta, sino que requiere, además, un diálogo y trabajo trans-, inter- y multidisciplinario complejos.

El recorrido de Pedro Martín Butragueño por los corpus orales de México es una muestra de que la generación de corpus lingüísticos, es investigación y es, por encima de todo, un acto de responsabilidad social y profesional, porque con ellos los jóvenes estudiosos de la lengua, así como los estudiosos de muchas otras disciplinas y nosotros mismos podremos entender mejor la sociedad que se expresa en lengua española, podremos describirla de manera más fina, y podremos comprender mejor cuáles son y han sido las historicidades que han guiado y guían nuestra sociedad.

Don Pedro Martín Butragueño hace lingüística de corpus y la hace muy bien. Su discurso ha sido un recorrido por las metodologías de elaboración de corpus; ha sido también un recorrido de cómo rescatar y reusar, con fines del estudio diacrónico de la oralidad, corpus orales que estaban hasta hace poco olvidados o arrumbados; ha sido asimismo un recorrido por los avances tecnológicos de grabación de voz desde sus pininos en el siglo xix hasta la fecha; y ha sido un sugerente recorrido de cómo las fonotecas, creadas esencialmente con fines culturales, sociales o antropológicos, pueden constituir valiosos fondos filológicos para la investigación lingüística. Con estos varios recorridos, nos dice Pedro, se puede empezar a hacer la historia oral de nuestro país, tanto en su pasado, reciente como en el no tan reciente.

No sé si esta propuesta de historiar la oralidad exista para otros países de lengua española, pero para mí es novedosa e importante.

Sólo me queda, para concluir, darte las gracias, querido Pedro, en nombre de todos mis compañeros académicos por tan jugoso discurso, y en nombre de la Academia Mexicana de la Lengua darte nuestra más cordial acogida en esta casa, que es ya también la tuya.

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