Poema del día

Siete poemas para esta semana. Selección de Felipe Garrido

Lunes, 05 de Agosto de 2019
Por: Felipe Garrido

Un poema al día, para que quienes puedan se lo pongan encima y lo atesoren en la memoria.

Lunes

Camino con fervor de ciego

Camino con fervor de ciego
sobre las huellas de otras
envejecidas huellas
         Nos guardan cosas indecibles,
nos presionan sentencias
incorpóreas
         Aro sobre los surcos de mi piel
y redescubro, sin asombro,
tus mismas cicatrices
         Mujer, cuando amanezca
estaremos la una en la otra
sobre el polvo.

Lidia Acevedo
Quince poetisas laguneras
Prólogo de Irma Beatriz Bermeo de Ortiz
Editorial del Norte de México,
Torreón, 1994

Martes

Desde siempre

A Héctor Moreno

Fue poco después de mi tristeza
cuando me colgué en una rama de este árbol.
Pero la verdad es que la vida
me fue dejando un esqueleto,
me fue dejando poco a poco
detrás de la ternura,
detrás del pan y el vino
y después ya parecía el hijo
más triste de mi hermano.
Pero también –eso lo saben–
me faltó lumbre en las palabras,
el puño por los actos
y un desierto de menos en la boca.
Ya pronto pronto nadie sabrá
que desde el labio inferior se cae mi angustia,
ni sabrán del abismo e infierno de mis sueños,
ni la mentira que tuerce mis palabras
(el poeta es un poco trapacero).
Pero la verdad es que esto es viejo.
Al rato de hablar solo
la sombra es el mejor amigo.
Entonces uno comprende con sus siglos
que ya no puede más con la garganta,
que la vida es más grande que el abrigo,
que la voz se cae como la lepra.
Es por eso, muchacha,
que ya no te acuerdes del otoño,
de las palabras muriéndose en tu traje,
es por eso,
que desde siempre me levanto
un poco cansado de mis ojos,
repito tu nombre como si fuera lo último,
tus ojos como si fueran lo último.
Es por eso. (1970)

Marco Antonio Campos (1949)
Noticias contradictorias
Prólogo de Juan Bañuelos
Ediciones de la revista
Punto de Partida
UNAM, México, 1972

Miércoles

Sin título IV

Sé que me está viendo desde el infierno de sus ojos,
que su fino puñal atraviesa todos los días mi corazón,
y que afuera, detrás de la puerta, me espera con su terrible desnudez.
Sé también que puedo reconocerla en las manos apretadas del demente.
en la voz de la vieja prostituta que se empeña en ser hermosa;
en esa muchacha turbada por el ángel del deseo.
Hay veces que la descubro en el rostro iluminado de la noche,
en el vaso con agua que el hombre se lleva a la boca,
en el disparo; en el cuerpo que cae en medio de la calle.
Pero ahora sé que se tiende en el hueco de mi cama,
que es quien cuida de la tranquilidad de mi sueño,
quien prepara el desayuno y me despide en la puerta con un beso.

José Javier Villarreal (1959)
Poemas bajacalifornianos
Los libros del faquir, 65
Oasis, México, 1984

Jueves

Instantáneas y variaciones sobre un tema

1
En el croquis
del sueño
se alteran
los deseos.

2
Cómo me cansa
este soñar
a solas
y en silencio
con mi cuerpo.

3
No soñamos
dormidos,
despiertos
soñamos
que vamos
a ciegas
por un sueño.

4
Después de todo,
sólo somos
el reflejo transitorio
de otro sueño.

5
¿Qué sería
de esta vida pesarosa
sin la luz intermitente
de otros sueños?

6
Soñar
para después
morir
y ahondar
en otro sueño.

7
Cuánto
camino andado
y desandado
entre estos sueños.

8
Besarte
es retomar
el hilo
más fino
de tus sueños.

9
Para qué
despertar,
mejor vivir
el riesgo
perpetuo
de los sueños.

10
Todo este amor
desparramado
en el filo ilusorio
de los sueños.

Antonio Castañeda (1938-2000)
Reticencias
Los libros del faquir, 9
Oasis, México, 1983

Viernes

A la memoria de mi amado
José Antonio Jiménez Rentería,
quien habitará en
mi corazón por siempre.

I
Mis poemas no tienen nombre
ningún poema debería tener nombre
ni las personas ni las cosas
todas las madres deberían llamarse “mamá”
y todos deberíamos nombrarnos
por lo que en realidad somos
tú, yo, nosotros
nadie.

II
Cuando los ojos no pueden dejar de llorar
y los sollozos son el respiro del día
perdemos la belleza y algo comienza a morir
el corazón está roto dentro del niño indefenso
la esperanza se vuelve mito
prendemos un cigarro
y los ojos nos pican, se hinchan, se pierden
pedimos morir en el llanto, antes de que acabe en cenizas
creemos que el arcoíris es promesa para unos cuantos
la piedad sabe a pan rancio
no existe el mañana
el terror nos invade
la angustia se queda en nuestra saliva
y sentimos que la peor muerte es continuar con vida
entonces nos dicen que el alma está enferma.

III
¿Quién en su sano juicio quería dejar de ser niño?
¿Quién quería dejar de limpiar el plato con la lengua?
Ahora fumo, pienso, pago cuentas,
me cuestiono, me peleo, me dejo sola,
me aterro de los adultos como yo.
Antes mi mayor preocupación
era saber el horario
de mi caricatura favorita.
Llegar a tiempo y cantar la canción del inicio.
        Ni siquiera sabía leer el reloj
no me importaba el sonido del tiempo
ni lo que podía comer o no comer
ni las metas logradas o no logradas
la soledad no existía como tal
el miedo era amigable
tenía grandes ojos rojos y piel lanuda
pero bastaba con prender la luz
para ser el vencedor.
          ¿Cómo volver ahí?
¿Cómo volver a la esperanza?

IV
¿Alguien más ya escribió esto?
Sí, alguien más ya escribió esto
alguien que tenía insomnio y desgano
alguien solo y triste en una noche sin plegaria
alguien sin empleo y sin mañana
alguien cuya única certeza en la vida
era el latido de su corazón
alguien con miedo a dormirse.
Todos ya hemos escrito esto antes.

Claudia Lucía Miranda Fernández (1971)
En El viento y las palabras. Renovación
poética en Jalisco (autores de 1980-2000)
Compiladores: Ramírez / Guerrero / Tello
La Zonámbula, Guadalajara, 2014

Sábado

Mayo amanece en ti
Poesía sintética

Tiene suave perfume eucaliptado
tu oscura y ondulada cabellera,
y en tus ojos se mira condensado
un verde esclarecido de pradera…
Luces en blondo lecho acaobado
túrgida carne de piñón y cera,
e invitas al deleite del pecado
con tu frescor de casta primavera…
Mayo va amaneciendo… Brota el día
como una fuente de oro a la armonía
de la tierra-matraz de pino y miel,
y tú amaneces como flor eterna
al par de la sin par mañana-tierra,
tú, síntesis de noche y de Luzbel. (1936)

Juan de Alba (1910-1973)
Poesía y prosa. Edición bilingüe
Selección, versión en francés y
semblanza de Françoise Castaings
Prólogo de Ignacio Betancourt
El Colegio de San Luis, San Luis Potosí, 2007

Domingo

El mar en la ciudad

¿Es éste el mar que arrastra por los campos,
Que rodea los muros y las torres,
Que levanta manos como olas
Para avistar de lejos su presa o su diosa?
         ¿Es este mar que tímida, amorosamente
Se pierde por callejas y plazuchas,
Que invade jardines y lame pies
Y labios de estatuas rotas, caídas?
        No se oye otro rumor que el borboteo
Del agua deslizándose por sótanos
Y alcantarillas, llevando levemente
En peso hojas, pétalos, insectos.
         ¿Qué busca el mar en la ciudad desierta,
Abandonada aun por gatos y perros,
Acalladas todas sus fuentes,
Mudos los tenues campanarios?
        La ronda inagotable prosigue,
El mar enarca el lomo y repite
Su canción, emisario de la vida
Devorando todo lo muerto y putrefacto.
               El mar, el tierno mar, el mar de los orígenes,
Recomienza el trabajo viejo:
Limpiar los estragos del mundo,
Cubrirlo todo con una rosa dura y viva.

Emilio Adolfo Westphalen (1911-2001)
Antología de poesía latinoamericana contemporánea
Selección de Piedad Bonnett
Norma, Bogotá, 2010


Comparte esta noticia

La publicación de este sitio electrónico es posible gracias al apoyo de:

Donceles #66,
Centro Histórico,
alcaldía Cuauhtémoc,
Ciudad de México,
06010.

(+52)55 5208 2526
Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo. 

® 2024 Academia Mexicana de la Lengua