Poema del día

Siete poemas para esta semana. Selección de Felipe Garrido

Lunes, 17 de mayo de 2021
Por: Felipe Garrido

Un poema al día, para que quienes puedan se lo pongan encima y lo atesoren en la memoria

Lunes 

Pido,

si es posible
si hay alguien detrás de esto
que me salve
que me saque de los supermercados
de las avenidas
de los bancos
de los sepulcros atestados de lodo
si alguien pudiera oír detrás de esto
que vaya a decirles
a los que esperan que esperen
a los que cantan que canten
a los que tengan que hundirse entre la herida
que apuren las explosiones de la lluvia
          Lloro con las ambulancias encendidas
soy el muerto
el niño naciendo
el inmolado
el paramédico insomne que revisa las pulsaciones
en esta calle que no fue hecha para las emergencias
          Tengo el llanto de los padres, de los hijos
de los huérfanos, de los abandonados
me aterra ser despertado a medianoche
porque golpean la puerta y entra un hombre
y dice: tuvo suficiente
y no sea yo, sino otro
el que me lleve a cuestas.
         Huesos enterrados en el fondo del cielo
eso somos.
Acude a mí la nada.
¿Pero qué acude?
Mujeres desparramadas en el suelo de mi habitación
mirando de cerca todas las tragedias que me forman
pozos, heridas, ojos que no cierran la ventana
        Ah, si tan sólo pudiera, si tan sólo supiera ser poeta
tendría ante mí todas las palabras para callarme
pero no sé, pero no las tengo
y me invento a mí mismo penetrando
a la nostalgia como a una amiga cercana
o sentado a la orilla del tiempo
viendo deambular a toda mi generación
entre whatsapps y suicidios.

Alessander Segovia Haas (1992)
Parkour pop.ético (o cómo saltar las bardas hacia el poema)
Armando Salgado y José Agustín Solórzano
SEP Dirección General de Educación Superior 
para Profesionales de la Educación. México, 2017.

Martes

Mundo mágico

Tengo que darles una noticia negra y definitiva
Todos ustedes se están muriendo
Los muertos la muerte de ojos blancos las muchachas de ojos rojos
Volviéndose jóvenes las muchachas las madres todos mis amorcitos
Yo escribía
Dije amorcitos
Digo que escribía una carta
Una carta una carta infame
Pero dije amorcitos
Estoy escribiendo una carta
Otra será escrita mañana
Mañana estarán ustedes muertos
La carta intacta la carta infame también está muerta
Escribo siempre y no olvidaré tus ojos rojos
Tus ojos inmóviles tus ojos rojos
Es todo lo que puedo prometer
Cuando fui a verte tenía un lápiz y escribí sobre tu puerta
Ésta es la casa de las mujeres que se están muriendo
Las mujeres de ojos inmóviles las muchachas de ojos rojos
Mi lápiz era enano y escribía lo que to quería
Mi lápiz enano mi querido lápiz de ojos blancos
Pero una vez lo llamé el peor lápiz que nunca tuve
No oyó lo que dije no se enteró
Sólo tenía ijos blancos
Luego besé sus ojos blancos y él se convirtió en ella
Y la desposé por sus ojos blancos y tuvimos muchos hijos
Mis hijos y sus hijos
Cada uno tiene un periódico para leer
Los periódicos de la muerte están muertos
Sólo que ellos no saben leer
No tienen ojos ni rojos ni inmóviles ni blancos
Siempre estoy escribiendo y digo que todos ustedes están muriendo
Pero ella es el desasosiego y no tiene ojos rojos
Ojos rojos ojos inmóviles
Bah no la quiero.

Emilio Adolfo Westphalen (1911-2001)
Otra imagen deleznable.
FCE, México, 1980.

Miércoles

Mamíferos

Yo veo mamíferos.
Mamíferos con nombres
extrañísimos.
Han olvidado que son mamíferos
y se creen obispos, fontaneros,
lecheros, diputados.
¿Diputados?
Yo veo mamíferos.
Policías, médicos, conserjes,
profesores, sastres, cantoautores.
¿Cantoautores?
Yo veo mamíferos…
Alcaldes, camareros, oficinistas, 
aparejadores
¡aparejadores!
¡Cómo puede creerse aparejador un
mamífero!
Miembros, sí, miembros, se creen
miembros 
del comité central, del colegio oficial
de médicos…
Académicos, reyes, coroneles. Yo veo
mamíferos.
Actrices, putas, asistentas,
secretarias,
directoras, lesbianas, puericultoras…
La verdad, yo veo mamíferos.
Nadie ve mamíferos,
nadie, al parecer, recuerda que es
mamífero.
¿Seré yo el último mamífero?
Demócratas, comunistas,
ajedrecistas,
periodistas, soldados, campesinos.
Yo veo mamíferos.
Marqueses, ejecutivos, socios,
italianos, ingleses, catalanes.
¿Catalanes?
Yo veo mamíferos.
Cristianos, musulmanes, coptos,
inspectores, técnicos, benedictinos,
empresarios, cajeros, cosmonautas…
Yo veo mamíferos.

Jesús Lizano (1931-2015)


Poemo

Me asomé a la balcona
y contemplé la ciela
poblada por los estrellos. 
Sentí fría en mi caro, 
me froté los monos 
y me puse la abriga 
y pensé: qué ideo, 
qué ideo tan negro. 
Diosa mía, exclamé: 
qué oscuro es el nocho 
y que sólo mi almo. 
Y perdido entre las vientas 
y entre las fuegas, 
entre los rejos. 
El vido nos traiciona, 
mi cabezo se pierde, 
qué triste el aventuro 
de vivir. Y estuvo a punto 
de tirarme a la vacía... 
Qué poemo. 
Y con lágrimos en las ojas 
me metí en el camo. 
A ver, pensé, 
si las sueñas 
o los fantasmos 
me centran la pensamienta 
y olvido que la munda 
no es como la vemos 
y que todo es un farso 
y que el vido es el muerto, 
un tragedio. 
Tras toda, nado. 
Vivir. Morir: 
qué mierdo.

Jesús Lizano (1931-2015)
Novios, mamíferos y caballitos
(A la Acracia por la inocencia)
Ayuntamiento de Sevilla, Sevilla, 2005.

Jueves

Coro de aborígenes

En el principio era la nada,
la nada más absoluta
la nada deshabitada.
Sólo la sierra y sola,
a sus pies, la playa.
Sólo el desierto:
cardones, huizaches,
piedras enormes, calientes.
Sólo zarzales inútiles
sólo estériles peñascos.
El sol, ojo de oro,
espiaba en el horizonte
la planicie calcinada.
La luna, en el firmamento
proyectaba haces de luz
que abrían en el espacio
astros maravillosos
como quien abre granadas.
Ambos, el sol y la luna, viajaban
en un espacio infinito
y en un tiempo sin confines.
Un tiempo que no existía
pues donde un pecho no late
no pulsa ningún segundo,
ninguna hora cabe.
Mientras, los cerros se erguían
altivos e indiferentes;
sólo las rocas estaban
asediadas por el mar:
dura piedra y jadeo de olas
en el esplendor inmenso,
entre una aurora infinita,
un crepúsculo sin mancha
y una noche estrellada.

Arturo Garmendia (1944)
Historia portentosa, insólita y
prodigiosa de la Antigua California.
Premio 1990, Concurso Nacional de
Teatro Histórico de México.
Ediciones Rehilete, México, 2020.

Viernes

Adiós a la infancia

Se llamaba Graciela y era en el colegio el patio abierto y la mañana azul. Era su cuerpo un durazno en sazón y en las noches una rama de estrellas. Yo tenía doce años, Graciela tal vez también. Volaban los pájaros desde el sur para visitarla en el patio del colegio y sobrevolaban luego los parques y jardines de Tizapán y San Ángel para acompañarla a la hora de la salida. Bajaba del eucalipto oloroso una racha de pájaros. Graciela, doce años, rama de estrellas, durazno en sazón, racha de pájaros en su levísima falda.

Marco Antonio Campos (1949)


Madrugada en Atenas

Anoche, en el jardín de los sueños,
te vi:
       estabas en las ruinas y en los arcos.
Hoy, al levantarme,
me asomé a la ventana,
y en las ruinas y en los arcos
había un manantial
                           de pájaros.

Marco Antonio Campos (1949)
Ningún sitio que sea mío.
Calamus / Conaculta, México, 2006.

Sábado

El infierno es un lugar de muy rosados tules

El infierno es un lugar de muy rosados tules,
vaporosa es su sombra y su suelo mullido,
respira plácido como una bestia en calma,
tiene esquinas infinitas y puntillosas maestras.
         El infierno se alquila, junto al mar, cada verano.
Es una casa grande con un balcón brioso.
Se levanta a leer todas las mañanas
y toma su café, meciéndose, muy solo.
        ¿Por qué hoy siento esta voz que me habla del infierno?
¿Quién me dicta sus rasgos y su andar melancólico? 
        Hay un papel muy blanco, anémico y muy tierno.
        El infierno está ahí, azul de adivinanzas.

Sofía Irene Cardona (1962)
Entre estas aguas.
Poetas del Mundo Latino 2009.
Edición: Mario Meléndez y
Margarito Cuéllar.
Nota de presentación: Marco Antonio Campos
Fotos: Pascual Borzelli Iglesias
UANL / Secretaría de Cultura de Michoacán
Seminario de Cultura Mexicana
Monterrey, 2010.

Domingo

De ángeles vivos

El pintor Enrique Assad, casi traslúcido, había modelado los sonidos en el aire con el gesto arquitectónico de sus manos. Líneas precisas, suaves o apasionadas prolongan en sus dedos las bondades de su voz como para tomar y darle forma a todo lo que, escapado de su enorme corazón, no cupo en las palabras.

Mireya Cueto (1923-2013)


Arcángel

Lo que tú no sabes es que los ángeles son de naturaleza imprevisible. El tuyo es un angelote armado de hojalata abollada que vive en el centro de tu laberinto y desde allí alimenta a tus demonios de la guarda. Lo hace con actividades oscuras que los mantienen ocupados, porque no hay cosa más peligrosa que un demonio ocioso. Las extrañas ocupaciones de los demonios hacen función de espantapájaros. De esta manera el ángel ha conseguido fabricarse un jardín cerrado hecho de silencios musicales. Desde ahí, en perfecta armonía, alimenta el hilo más profundo de tu existencia.

Mireya Cueto (1922-2013)
El arrecife y otras divagaciones.
UNAM, México, 1997.


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