En el verano de 1946, el IFAL (Instituto Francés de América Latina) se daba el lujo de publicar una revista llamada Terres Latines. Revue de Culture et d’Amitié franco-hispano-américaine. Sous le patronage de l’Institut Français d’Amérique Latine. La dirigía Jean Camp, el agregado cultural de Francia y amigo de México y de Alfonso Reyes y autor de un libro sobre México, J’ai vu vibre le Mexique (1961); su jefe de redacción era el escritor e investigador Robert G. Escarpit. La lujosa revista de 218 páginas de 32 centímetros de alto por 20 de ancho y 2 centímetros de grosor incluía artículos, dibujos y colaboraciones de un amplio arcoíris: Miguel Ángel Asturias, Anne Chapman y Anne Martell, Francis de Miomandre, Enrique González Martínez, Alfonso Reyes, Enrique Rivas Ibáñez, Ramón Xirau (recientemente llegado a México), Jean Cayrol, Carlos Pellicer, Juan de la Encina, René Maisón, P. Bosch Gimpera e ilustraciones de Rodríguez Lozano, Carlos A. Rodríguez, Delacroix, entre otros. Uno de los artículos más interesantes de esta revista es el firmado por Robert G. Escarpit: “Breve historia natural de la nueva prensa francesa”: Les Lettres Françaises, Le Canard Enchainé, Combat, La Nouvelle Republique, Gavroche, Le Periodique de Paris, Le Figaro, que es al mismo tiempo una hermosa vitrina de la prensa de la posguerra… Entre sus páginas también se encontraba un artículo escrito por el general Juan Manuel Torrea titulado “La Francia liberada”, en el cual se exponían las posiciones políticas de Francia durante el armisticio pues, como decía el general en ese texto, “no se ha firmado la paz”. La revista incluía al final un registro de publicaciones hechas en Francia durante la guerra y una serie de libros recientemente aparecidos en América Latina, como por ejemplo la Antología del pensamiento de lengua española en la edad contemporánea de José Gaos o la novela Caballo y Dios de Fernando Benítez, entreverados con crónicas y reseñas de otros libros de ciencia y filosofía. Terres Latinesincluía no sólo dos poemas de Ramón Xirau. Los poemas se titulan en catalán “Aquestes mars del món” y “Alba” y se presentan en las páginas 68 y 69 en su versión original en catalán y en su traducción al francés, quizás hecha por Xirau. Nunca antes habían sido publicados, hasta donde sabemos, en español, y tampoco se encuentran, hasta donde hemos podido ver, recogidos en las dos ediciones de la Poesía completa de Xirau (la de 1995 de Joan M. Pujals y la de 2007 de Andrés Sánchez Robayna) que recogen poemas escritos a partir de 1950.
Además de este bocado de cardenal que son los poemas del joven Ramón Xirau publicados a sus 22 años Terres Latines recoge otros textos suyos, como algunas reseñas firmadas por el poeta filósofo; por ejemplo: la curiosa dedicada a los “Poèmes” (Montreal, 1945) del filósofo y poeta Jean Wahl:
Jean Wahl: “Poèmes” —Éditions de l’Arbre 6º ouest, rue Saint-Jacques. Montréal, 1945. —Jean Wahl, filósofo y poeta francés, nos presenta en este libro, rico y luminoso, una serie de poemas algunos de los cuales fueron escritos en un campo de concentración, durante la ocupación alemana.
Muchas veces hemos oído repetir a algún filósofo que él se consideraba un poeta fracasado. Naturalmente, la expresión no dejaba de tener un dejo de ironía. Algo hay en ella de profunda verdad. Muchas veces, los instrumentos racionales mediante los cuales pretendemos expresar nuestros pensamientos, resultan, inadecuados, débiles, incoloros. El concepto no tiene siempre un contenido real. Necesitamos, para expresar lo que sentimos, lo que nos punza en el fondo de nuestra conciencia, de un grito armonioso, de una voz de queja o de alegría, que vierta al mundo, nuestro sentimiento hecho palabra. Tal es, creemos el sentido de la poesía de Jean Wahl. La realidad huidiza, el río del mundo se escapa de las redes intelectuales que le tendemos, y en nuestras manos no queda sino el vacío, la presencia del no ser, la nada. Para expresarnos, entonces, sentimos la necesidad de decir algo, de concretizar en palabras aquello que la inspiración nos dicta. A veces un mero balbuceo casi inefable; otras un río desbordante de imágenes y ensueños.
Pero la inquietud no va nunca sola. Proviene de la duda.
“Je connais trop la loi de la non-connaissance”
nos dice el poeta. Y, en esta ley del saber del no sabe, está la esencia de la realidad, varia, contradictoria, pero, por lo mismo, fecunda, viviente y palpitante. Y el poeta, abandonando reflexiones y pensamientos se lanza al mundo:
“La respiration des herbes sous la pluie est grande et forte”.
Pero cuando queremos huir, no huimos. La belleza que contemplamos, ya pasada, presente, aun futura, ante nosotros, tiene esencia de tiempo. Y la inquietud, la desesperación nacen de la presencia, en nuestro cuerpo y en nuestra alma, del tiempo:
“C’est le temps, c’est le temps, non-être interminable,
Et bousculant ses flots sur des rocs éternels”.
Sólo la contemplación instantánea parece salvar nuestro espíritu de esta aniquilación interminable:
“La vie est là simple et tranquille
Séparés d’elle par un mur
Nous regardons, tous immobiles,
Ce peu de vert, ce peu d’azur”.
Ni tan sólo la trascendencia es cierta. Todo no es más que apariencia. Acaso no; acaso toda esa verdad absoluta; acaso la presencia del ser domina el instante y lo enaltece a eternidad. Pero no. No sabemos. ¿Sabemos? ¿Dudamos? La eterna interrogación se impone entre nuestro espíritu y las cosas y nos impide el contacto con la “Realidad”.
Ante este libro hecho de sobresaltos, de esperanzas desesperanzadas, de verdades dudosas y dudas verdaderas, hemos pensado algunas veces en una poesía de esencias y de verdades, pero de esencias matizadas, de verdades tenuemente coloradas por la duda. Nos referimos a la poesía del español Jorge Guillén.
Guillén, sin embargo, logra salvar su duda, henchir su verdad de contenido palpitante, como un “río de verdor” en un:
…más allá de veras
Misterioso, realísimo.
En Jean Wahl, parece triunfar el parpadeo, la ilusión segura pero que al cabo no es sino ilusión. ¿Acaso la ilusión —no sabemos, pero, sí, lo sentimos— nos muestra el inmenso “plateau désert” de la trascendencia?
“Est-ce dans le sommeil, est-ce, dans toi, mon Dieu
Que je me sens fondu. Les images s’espacent.
Je me sens habiter dans un étrange espace.
Je ne reconnais plus mes moments ni mes lieux”.
“Conozco demasiado la ley del no-conocimiento”; la recensión de los libros de Pompeu Audivert Gravat Català al Boix (1946) y de Classics Catalans (1946), ambos editados por B. Costamic; y la de Bases fundamentales de la ontología fenomenológica (1946?) de Guillermo de Johnson, autor también de una reseña sobre el filósofo Hugo Perls, “Platón. Sa conception du cosmos”; la de “La Nostra Revista. Publicación mensual. Editions Catalónia”. Como se ve, la revista dibujaba un continuo entre los pueblos del mundo mediterráneo, latino e ibérico y uno de sus exponentes y protagonistas era Ramón Xirau, hijo del filósofo Joaquín Xirau quien habría fallecido algunos meses antes de la edición veraniega de Terres Latines víctima de un accidente, el 10 de abril de 1946, a los 51 años de edad, luego de una brillante y fecunda carrera intelectual cuya estafeta sabría recoger su hijo. Quizá por esta razón Ramón se haría adoptar por algunos representantes de la cultura mexicana de aquel entonces, como, por ejemplo, Alfonso Reyes quien en su Diario daría cuenta de las no pocas visitas que le haría por aquel entonces, primero, Joaquín Xirau hasta su muerte y, luego, Ramón Xirau en compañía de Ana María Xirau de Icaza. Las citas del Diario son más de cien entre el 26 de diciembre de 1939 y el primero de marzo de 1960, cuando ya había fallecido don Alfonso y las anotaciones las asentaba su viuda.
Los poemas incluidos en el número 5 de Terres Latines no los he localizado en la obra poética completa, más tarde publicada por Xirau. De ahí que esta publicación tenga el valor adicional de la salvación y del rescate.
Poeta fiel a su lengua materna, el catalán, leal a su raigambre mediterránea, consistente con su vocación crítica e intelectual y a la par religiosa, cristiana en particular, Ramón Xirau es una figura secreta y señera, una eminencia solar cuyo brillo no siempre es posible calibrar. Quizás esa sea la razón de que haya podido atravesar el siglo sin verse salpicado por la fácil nombradía. Xirau: maestro de generaciones, maestro de maestros; poeta de antes, de ahora y del presente porvenir: ancho puente entre el mundo de ayer y los de mañana.
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