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La aportación de Arturo Azuela (ciudad de México, 30 de junio, 1938 - 7 de junio, 2012) a las letras mexicanas es un costumbrismo trascendente que retrata de forma perfecta de la moral social del país y la nostalgia de los provincianos que viven en la ciudad de México, expresó en entrevista con Conaculta el poeta, editor, periodista, catedrático y diplomático Hugo Gutiérrez Vega a propósito de que este 7 de junio se cumple un año del fallecimiento del autor de El tamaño del infierno.

Historias que exhiben un mundo lleno de nostalgia ─vista a través del filtro de la literatura─ que colorea y da vida a un pueblo natal en donde existe un hombre que con su historia remite a la infancia y exhibe a su vez los rasgos esenciales de la moral social, fueron los elementos que caracterizaron la obra de Arturo Azuela, refirió el director del suplemento La Jornada Semanal.

En tanto, también en entrevista con Conaculta, la escritora, ensayista, fundadora y directora de la Sociedad General de Escritores de México (Sogem) Guadalajara, Martha Cerda, consideró que la mayor aportación de Arturo Azuela a las letras mexicanas fue "que era un escritor que tuvo una perspectiva de la historia de México interesante, resultado de sus múltiples facetas, entre las que destacan la de músico y matemático, que le dieron más universalidad a su obra".

Arturo Azuela nació en la ciudad de México el 30 de junio de 1938. Hizo sus estudios en la Universidad Nacional Autónoma de México, recibiéndose de maestro en ciencias matemáticas en 1965; de licenciado en historia en 1971 y de maestro en la misma especialidad en 1973.

Fue profesor de matemáticas y de física en varias instituciones de la capital y en los estados de la República. Hijo de Salvador Azuela y nieto de Mariano Azuela, su vida transcurrió entre la historia y la literatura.

También fue maestro de historia en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM desde 1966 y profesor invitado en varias universidades de Europa y de Estados Unidos, entre éstas; la Universidad de California, la Universidad de Nanterre en Francia y la Universidad de Edimburgo en Escocia.

Asimismo fue profesor huésped en las universidades de Notre Dame y Harvard en Estados Unidos, en la Universidad Complutense de Madrid, en la Universidad Internacional de la Rábida, en la Universidad Autónoma de Madrid y la Universidad de Zaragoza, en España y de la Universidad de Tübingen, en Alemania.

"De ahí ─añadió Hugo Gutiérrez─ que su faceta más conocida sea la de académico, tanto por su labor docente como por su partición en la Academia Mexicana de la Lengua y en el Seminario de Cultura Mexicana.

"Ya que ante todo, tenía amor por las palabras y por eso su trabajo siempre estuvo enfocado a su preocupación por la difusión del idioma español, no sólo por su pureza, sino por su fuerza expresiva", destacó Hugo Gutiérrez Vega.

Antes de su fallecimiento el académico se encontraba realizando la biografía de su entrañable amigo Juan Rulfo, en la que narraría 29 años de amistad literaria y de experiencias compartidas a partir de sus diversos viajes juntos y sus constantes encuentros vespertinos en la librería El Ágora, además de las aficiones musicales, su preocupación por México y los gustos literarios del autor de Pedro Páramo.

El mejor reconocimiento es leerlo para recordarlo a través de su obra.

Arturo Azuela también desempeñó los cargos de director en La Casa del Lago; en la revista Universidad de México; en la Dirección General de Asuntos del Personal Académico de la UNAM; en el Centro Universitario de Profesores Visitantes y en la Dirección de Literatura del INBA.

También fue coordinador del Sistema Universidad Abierta de la UNAM; presidente de la Confederación Latinoamericana de Escritores, director de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, consultor internacional y director del Fondo de Cultura Económica en España.

Además de presidente del Seminario de Cultura Mexicana, de la Asociación de Escritores de México y miembro de la Academia Mexicana de la Lengua desde el 25 de septiembre de 1986 ocupando la silla XXX que había dejado vacante Agustín Yáñez en enero de 1980.

"Fue una persona ─refirió Hugo Gutiérrez─ destacada no sólo en el mundo de las letras, sino también como funcionario y por eso el mejor homenaje que se le puede hacer ahora que se cumple un año de su muerte es leer o releer su obra. Valorarla, discutirla y aceptarla o desecharla pero leerla, es decir, jugarse una aventura que permita asomarse a su obra".

Entre los varios y diversos premios que recibió destacan el Xavier Villaurrutia, el Premio Nacional de Novela y el Libro de Otoño en España.También obtuvo el Diploma del Doctorado Magna Cum Laude de la Universidad de Zaragoza, España, por su texto Desde Xaulín, Historia de la Ruta de Goya y el Premio Internacional de Narrativa Histórica del Ateneo de Jovellanos de Gijón.

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