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Elmer Mendoza no duda en reconocer que el 2012 lo ha tratado bien. El irlandés John Connelly lo invitó a ser parte de su antología Books to die for; ingresó a la Academia Mexicana de la Lengua, y acaba de publicar su nueva novela Nombre de perro (Tusquets).

¿Cómo son las reuniones de la Academia Mexicana de la Lengua?

Son muy divertidas y propositivas. La gente que la integra sabe mucho, uno puede preguntar lo que quiera y siempre hay alguien que tiene respuesta. He aprendido e intentado aportar lo que sé, sobre todo en relación con el lenguaje oral de mi tierra.

Cuando escucha la palabra narcoliteratura, ¿qué le viene a la mente?

Nada, no me da ni frío ni calor.

¿Es mera cuestión de marketing o un subgénero?

Ojalá fuera marketing. No sé si sea un subgénero, desconozco cuántos escritores se necesitan para hacer una corriente. En lo personal confío en que se le dé la importancia que merece, porque registra lo que sucede en el país.

¿Se considera el precursor de la corriente?

Eso dicen, aunque nunca lo pretendí. Igual confieso que me da mucha satisfacción cuando dicen que soy el primero, el precursor o el jefe.

Dice el escritor James Ellroy que tiene más amigos policías que escritores, ¿coincide?

No, yo tengo un amigo policía que sabe lo que hay que saber.

¿Y algún amigo relacionado con el narco?

Los tuve, pero a todos los mataron.

¿La novela policiaca nació cuando Caín mató a Abel?

No creo, porque no hay investigación. Hay un delito evidente y cuatro personajes notables: los padres y dos hijos, pero hasta ahí. Le voy más a Edipo Rey, porque ahí sí hay investigación y quien la promueve es el culpable. Además contrata a un investigador ciego, aunque adivino. Sófocles le imprimió un buen grado de perversidad a la obra.

¿Es cierto que tiene alma roquera?

Sí. Uno de mis sueños es organizar una celebración tipo rock star, como la de Bob Dylan por su 30 aniversario. Invitaría a muchos amigos y, como yo sería el festejado, tendrían que leer mis textos.

¿A quiénes invitaría?

A Arturo Pérez-Reverte, Federico Campbell, Ana García Bergua, Cristina Rivera Garza, Xavier Velasco, David Toscana, Rosa Beltrán, Luis Humberto Crosthwaite, Mónica Lavín y Eduardo Antonio Parra... en fin, compas cercanos.

¿Tiene una buena colección de discos?

No. De vez en cuando es un problema no coleccionar algo con seriedad; así como a veces me duele no tener un ídolo. Cuando tengo la sensación de que la novela no queda, me entra una soledad profunda que se resolvería con un ídolo. Ahora, cuando me siento así limo la soledad con un güisqui doble.

¿Cree en dios?

Yo hablo con dios todos los días, pero mi relación es varonil.

Dicen que la suya es la dieta del papa, ¿cómo es eso?

Es una dieta que seguía Juan Pablo II. Tomo omega tres, como verduras, frutas y no mucha carne. Lo que no he podido rebajar son los mariscos —aunque parezca comercial, me han ayudado mucho.

¿Es optimista o pesimista respecto al futuro de México?

Soy optimista. Uno de mis problemas es que no creo en derechas ni en izquierdas. Ahora que Bryce dice que quienes cuestionamos su premio somos de derecha, pienso que si él representa a la izquierda… menos creo. México es un país que necesita reorientarse, sobre todo los individuos, eso solo se conseguirá a través de la escuela, no del gobierno.

¿Le preocupa que la editorial planeta absorba Tusquets, donde usted publica?

Creo que nos beneficiará mucho, sobre todo porque podremos estar en más puntos de venta. Yo lo que quiero es tener lectores y en México escasean, nuestro único best selleres Paco Ignacio Taibo II.

¿Le gustaría ser best seller?

¡Claro!

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