LA ACADEMIA MEXICANA DE LA LENGUA
tiene el honor de invitar a usted y a su apreciable familia a la sesión pública solemne que efectuará en homenaje luctuoso a
Francisco Javier Santamaría y a Ciprián Cabrera Jasso
en el Centro de Cultura Casa Lamm (Álvaro Obregón 99, esquina Orizaba, colonia Roma, de esta ciudad), el jueves 14 de marzo, a las 19 horas, conforme al siguiente programa:
I. Don Francisco Javier Santamaría por Adolfo Castañón
II. Don Ciprián Cabrera Jasso por Felipe Garrido
Francisco Javier Santamaría
(10 de septiembre de 1889-1º de marzo de 1963)
Nació en Cacaos, Tabasco, y murió en la ciudad y puerto de Veracruz. Hizo sus estudios primarios en Macuspana y los superiores en Villahermosa, entonces San Juan Bautista. Múltiples fueron sus capacidades y numerosas sus inquietudes y curiosidades. Fue poeta, pedagogo, ensayista, periodista, abogado, jurisconsulto y político. Su máxima fama radica en su condición de filólogo, lingüista y lexicógrafo. Se graduó maestro normalista en el Instituto Juárez de Tabasco, donde fue catedrático de matemáticas, geografía y español. En la ciudad de México continuó el ejercicio del magisterio, y obtuvo el título de abogado, ejerció su profesión y fue juez, habiendo participado en célebres procesos y sonados jurados populares, en los que lo apodaban el Juez Lince.
Sus dos obras más famosas son el Diccionario general de americanismos y el Diccionario de mejicanismos, en cuya factura dedicó largos y penosos años de trabajo. Bajo la inspiración del insigne García Icazbalceta, se inició Santamaría en el campo lexicográfico, y a él dedicó sus últimas investigaciones, que —fueron ofrecidas como primicia a la Academia el 2 de abril de 1954, a su ingreso como miembro de número— más tarde aparecieron, salvo leves retoques, al frente y en el fondo de la edición completa del Diccionario de mejicanismos, que el gran don Joaquín había dejado trunca. Cerca de medio siglo duró su ímproba y tenaz, salerosa y callada labor, que fue de menos a más, es decir, de la provincia a la nación y de ésta al continente, como él mismo lo refiere: “Habíamos acabado i publicado el primer tomo de nuestros Provincialismos tabasqueños, cuando hubimos de concebir el propósito de ensanchar i enriquecer nuestra colección de espigas hasta dar cima al Diccionario de mejicanismos; completado el caudal lexicológico de éste, nos hicimos a la mar en “nuestra frágil barquilla”, que dijera el poeta, i acometimos la empresa agobiadora del Diccionario de americanismos que los manes sagrados de Cuervo i Bello, de Icazbalceta mismo, nos permitieron ver concluido i publicado al cabo de más de 30 años de trabajo”.
Todavía a un paso de su muerte leyó en la Academia la introducción al Diccionario de mejicanismos, a la vez que hizo las cuentas de lo mucho que traía entre manos: las Monografías de Tabasco, el Atlas geográfico del propio estado, las 1,500 papeletas de bibliografía lingüística y la segunda edición del magno Diccionario de americanismos. Esos empeños sin agobio, ejemplo para nuestros pueblos, más prontos a confiar y a alabar el chispazo de la inspiración que a practicar y reconocer la tarea afanosa y persistente del estudioso; eso, aparte la calidad intrínseca de sus obras, constituye la máxima lección de Francisco J. Santamaría.
Ejerció largamente el periodismo; algunos de sus libros se integran con artículos publicados en periódicos. Durante su gestión como gobernador de Tabasco (1947- 1953) impulsó las letras editando y reeditando cerca de un centenar de títulos: “Ése fue el dinero mejor gastado durante mi administración”, solía decir Santamaría. Político y escritor de oposición, más de una vez puso en peligro su vida. Amigo y partidario del general Francisco R. Serrano, candidato a la presidencia de la república, lo acompañó en el capítulo final de la aventura, siendo el único que salvó la vida en la matanza de Huitzilac. Para la composición de sus dos máximas obras, que son culminación de varios libros previos, Santamaría tuvo que leer una biblioteca: la que se integra con los autores de más clara estirpe americana y mexicana, desde los primeros tiempos hasta nuestros días. Con eso queda dicho que era un escritor enteradísimo. Buen americano, no desconocía, y amaba, la literatura española, señaladamente la de los Siglos de Oro. Un mexicano universal, eso fue Francisco J. Santamaría. Publicó: El artículo 91, tesis presentada al sustentar el examen profesional de abogacía, 1912; El periodismo tabasqueño, 1920; Americanismos y barbarismos, 1921; Glosa lexicográfica, 1926; Bibliografía de Tabasco, 1930; Las ruinas occidentales del viejo Imperio maya. Notas de una excursión, 1933; La poesía tabasqueña, 1940; Ensayo de crítica del lenguaje, 1941; El movimiento cultural en Tabasco, 1946; Diccionario general de americanismos, 1942; Documentos históricos de Tabasco, 2 tomos, 1950-1951; Diccionario de mejicanismos, 1959 (2ª ed., 1974);Domingos académicos, 1959. A. H.,1975.
Ciprián Cabrera Jasso
(2 de julio de 1950- 11 de marzo de 2012)
Ciprián Cabrera Jasso nació en el municipio de Emiliano Zapata, Tabasco y murió en Villahermosa. Su ingreso a la Academia Mexicana de la Lengua fue en reconocimiento a su trayectoria como un autor que supo expresar la riqueza poética de su estado natal y su gente, además de consagrar su vida a la creación literaria y poética. Se graduó en la carrera de Psicología de la UNAM y posteriormente hizo estudios de literatura inglesa en la Universidad de Michigan, Estados Unidos. Recorrió el país dando lecturas de su obra poética y narrativa e impartiendo lecciones y conferencias en diversas universidades del extranjero, como la de Amberes, en Bélgica. Era miembro de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística y del Comité del Archivo Histórico del estado de Tabasco. Entre otros cargos, ocupó la dirección editorial y fue asesor del Instituto de Cultura de Tabasco; también fue jefe del Departamento de Publicaciones y Difusión Cultural de la Secretaría de Educación de Tabasco y director de la Biblioteca Pública del Estado José María Pino Suárez.
Su obra poética, presente en más de 10 antologías, comprende más de 15 títulos: Trilogía de sombras (1985), Quinteto de cámara (1986), Nadie detendrá el viaje (1986), Kasandra (1988), Diario de muertos (1989), La ventisca (1990), Poema en busca de luz (1991), Las devastaciones del barbasco (1991), Los enebros (1993), Los dones del insomnio (2004) y Obra poética tomos I, II y III, Los rostros del viento (2007), Desde San Juan Bautista (2008), La diosa (2010), En las edades del silencio (2010), El divino vuelo (2011), La conciliación celeste de los salmos (2011) y Con el reflejo del agua en tu rostro (2011).
Fue autor de los cuentos Entre la luz de la luna y el retrato (1986), Las once fantasías y un viaje al país de la noche (traducido al inglés por Leand H. Chambers de La Universidad de Denver en Colorado, Estados Unidos, 1987) y Los oníricos y otros cuentos del sueño de la vida (2008).
Incursionó en otros géneros y en su bibliografía constan las novelas: Onishi y la fiesta de infierno; Celia y la oscura esperanza; Ciliace y el borde de la oscuridad y El rostro oculto de la luna; además de una obra dramática titulada El retrato, así como varios libros de ensayo e investigación que muestran la variedad de sus intereses intelectuales.
Colaboró en numerosas revistas y periódicos como Siempre!, La Gaceta del Fondo de Cultura Económica, La Orquesta, Textual, Poesía, Cultura Sur, Manglar, Expresión, Parvay Tierra Adentro, El Nacional, El Presidente, El Avance, El Novedades de Tabasco y en Tabasco Hoy.
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