Julieta Fierro: Una vida dedicada a la Ciencia por Francisco Velázquez. Entrevista a la astrónoma, divulgadora y miembro de número de la Academia Mexicana de la Lengua

Lunes, 11 de Junio de 2012
Julieta Fierro: Una vida dedicada a la Ciencia por Francisco Velázquez. Entrevista a la astrónoma, divulgadora y miembro de número de la Academia Mexicana de la Lengua
Foto: El Financiero

La reconocida astrónoma y divulgadora de la Ciencia comparte algunos momentos importantes en su trayectoria, en los cuales el estudio, la pasión, así como la libertad en el hacer han sido la constante.

Ser astrónoma nunca fue un sueño en la infancia de Julieta Fierro. Tener 12 hijos y consagrarse como una gran trapecista eran sus principales anhelos. Poco a poco sus habilidades en las matemáticas y el gusto por el universo definieron el camino que habría de seguir: una vida dedicada al quehacer científico y su divulgación.

Rodeada de libros y representaciones a escala de astros y planetas, Fierro Gossman narra en su oficina del Instituto de Astronomía de la UNAM algunos pasajes de su vida personal y profesional, en los cuales el estudio, la pasión, así como la libertad en el hacer han sido la constante.

Recuerdos

"Me acuerdo cuando tenía ocho o nueve años. Donde yo vivía estaba muy bonito. Era un lugar con banquetas grandes. Salía a andar en bici y a patinar. En ese entonces era fácil y rápido atravesar la ciudad, nada que ver con el caos actual", comenta la astrónoma con singular alegría sobre el aspecto del Distrito Federal en el que vivió su niñez.

Esta etapa de su vida la disfrutó al lado de sus padres y hermanos, con quienes jugaba a las muñecas, los cochecitos, al mecano y a los luchadores, pero había un juego que le fascinaba, el circo.

"Teníamos dos perras, una rubia y una rayada, que eran el león y el tigre. Mi hermano Héctor era el domador de esas fieras. Mi hermana y yo éramos las actrices. Nos encantaba hacer funciones de circo y obras de teatro de mil cosas, en las que participaban nuestros amigos", dice.

Las obras que montaban tenían como fuente de inspiración uno de los programas infantiles más exitosos de su época, 'Teatro Fantástico', una emisión en formato de cuentacuentos que conducía Cachirulo.

Aunque disfrutaba jugar al circo, había otra actividad que incluso tenía presente en sueños y deseaba dedicarse a ella: ser trapecista; sin embargo, renunció a ésta a pesar de que se trataba de uno de sus máximos anhelos.

"Lo abandoné porque mis papás nunca me compraron el trapecio que yo quería. Había uno en el jardín, pero no era de circo", dice con cierta nostalgia y agrega, "después la vida me llevó por otras cosas".

Señales

Las estrellas no se forman de la noche a la mañana. Deben pasar millones de años para que un elemento de estas proporciones se consolide como tal.

En la tierra sucede algo similar con el género humano, pues la gente poco a poco traza el camino que ha de seguir para cumplir sus deseos. Durante ese recorrido se pueden presentar algunas señales que comienzan a configurar el futuro de cada hombre o mujer.

En el caso de Julieta Fierro las señales se dieron cuando aún era pequeña. Obtener calificaciones de 10 en matemáticas, resolver problemas con sólo leerlos, platicar con su padre sobre Ciencia y la contemplación de fenómenos astronómicos fueron factores determinantes para que desde entonces supiera cuál sería su profesión.

"Iba a un colegio francés y siempre sacaba 10 en matemáticas, desde ahí sabía que iba a ser científica desde chiquita", dice la ahora miembro distinguido del Sistema Nacional de Investigadores.

"En mi casa había libros de Astronomía con fotos lindas y me parecía bellísimo; enciclopedias técnicas de ciencia, de las cuales leí una completa. Mi papá nos platicaba bonito de Ciencia y nos llevaba a museos. Una madrugada me despertó para ver un cometa y estuvo padrísimo, era yo muy chiquita", relata.

No todas las señales en la vida de Julieta Fierro fueron buenas. Hubo un episodio que por un momento eclipsó la luz que desde niña irradiaba.

"Desde el momento en el que veía un problema matemático sabía la solución, pero por desgracia perdí ese don. Lo perdí por presumida, porque dejé de estudiar y un día ya no sabía matemáticas y fue terrorífico. Así que nunca se la debe uno creer", confiesa.

Pero Julieta Fierro no se dio por vencida y logró superar este mal momento por medio de la pasión y la entrega total al estudio, por ello considera que ser científico es una maravilla, ya que "siempre estás estudie y estudie", añade.

Una revolución

El Sol abraza la Tierra durante el día. Le proporciona calor y otros elementos que la humanidad también aprovecha para vivir. Alrededor de él giran los planetas como si fueran sus hijos. Cuando éste falta, en la tierra todo se ve gris.

Con la muerte de su madre, la astrónoma perdió en plena adolescencia parte de esa luz que ella le transmitía, así que decidió refugiarse en una de sus pasiones, el estudio, aunque esto significara huir de casa.

"Cuando murió mi mamá, mi papá era tan terrible que el refugio era la escuela. Para estudiar me tuve que escapar de mi casa. Tomar esta decisión fue muy difícil porque tenía dos hermanos muy chiquitos, uno tenía dos años y otro 11 meses y padecía síndrome de down", recuerda.

Una vez fuera del hogar comenzó a trabajar. Vivió algún tiempo en una casa de huéspedes y se atrasó en sus estudios, pues tenía que mantenerse.

La salida de su casa coincidió con el movimiento estudiantil de 1968, una época en la que según Fierro Gossman la palabra "libertad" tomó una relevancia importante entre la juventud de ese entonces.

"En todas las revoluciones cada quien cree que es su revolución personal. Yo no entendía nada del movimiento estudiantil, pero escuchaba la palabra libertad y la asumí al irme de mi casa. Fue difícil por mis hermanos porque los extrañé mucho".

<pUn binomio perfecto: Ciencia y divulgación

Su ingreso a la Facultad de Ciencias de la UNAM fue algo que no decidió por sí misma. Su hermana mayor le hizo saber un motivo que consideró suficiente para estudiar Física en nivel licenciatura.

"Mi hermana grande, que tenía un año más que yo, dijo que yo era tontita, que mejor estudiara Física en lugar de Matemáticas porque era más aplicable y podía dar clases. Como era mayor, le hice caso", dice.

El gusto específico por la Astrofísica nació en la Facultad. Su interés por el origen y la evolución del universo se hizo tan grande que realizó estudios de maestría en esa misma área.

A partir de ese momento su trabajo en el ámbito científico y la divulgación de la Ciencia le han valido numerosos premios y reconocimientos entre los que se encuentran el de Divulgación de la Ciencia de la Academia de Ciencias del Tercer Mundo y el Nacional de Divulgación de la Ciencia de 1992, Premio Kalinga de la UNESCO en 1995, la Medalla de Oro Primo Rovis del Centro de Astrofísica Teórica de Trieste en 1996, el Premio Klumpke–Roberts de la Sociedad Astronómica del Pacífico en los Estados Unidos y el Premio de Periodismo Científico en 1998.

Aunque Julieta Fierro afirma que todos los galardones y reconocimientos son importantes para ella, confiesa que lo que más le gusta es que una escuela o laboratorio lleven su nombre.

"Estoy muy agradecida con la gente que me da premios, gente que ni conoces te aplaude y te arma un show, pues es increíble", refiere.

De manera paralela a sus investigaciones científicas, la astrónoma es reconocida en México y el mundo por su papel de divulgadora de la Ciencia, una actividad que le valió su entrada en el Sistema Nacional de Investigadores.

"Aprender a divulgar y hacer divulgación fue para tratar que mi hermano Miguel, quien tenía síndrome de down, entendiera todo, aunque luego me di cuenta que no iba a aprender", comenta.

Aun con las dificultades que esta labor representa, Fierro Gossman no tira la toalla y libra día a día una batalla contra los prejuicios que, dice, pesan sobre la divulgación. "Seguiré en la lucha para que haya más muchachos que quieran hacer divulgación científica en los medios", subraya.

La vida de Julieta Fierro Gossman, igual que la de los astros más imponentes del universo, ha tenido altas y bajas. A pesar de esto, dice estar contenta por su trabajo y los dos hijos que tuvo con su esposo Ángel Rayo que, aunque no fueron los 12 niños que deseaba tener, representan su mayor felicidad.

Para ver más sobre esta noticia, visite:

http://www.elfinanciero.com.mx/item/24162/26

Para leer la nota original, visite: http://www.elfinanciero.com.mx/item/24162/26


Comparte esta noticia

La publicación de este sitio electrónico es posible gracias al apoyo de:

Donceles #66,
Centro Histórico,
alcaldía Cuauhtémoc,
Ciudad de México,
06010.

(+52)55 5208 2526
Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo. 

® 2024 Academia Mexicana de la Lengua