Silvio Zavala fue elegido como miembro de número el 11 de junio de 1976 para ser el 6.° ocupante de la silla XVIII. En el cuarto aniversario de su muerte, presentamos un artículo sobre la vida y la obra del destacado académico.
Silvio Zavala: una vida de historia
Proceso
POR JUDITH AMADOR TELLO
El jurista, historiador y diplomático Silvio Zavala Vallado (1909-2014), considerado el decano de los historiadores mexicanos, alcanzó a celebrar su cumpleaños 105 el 7 de febrero pasado. Llegó a la Ciudad de México a principios de 1929 desde su natal Mérida, Yucatán, donde inició sus estudios de derecho, y comenzó así una larga trayectoria de más de ochenta años.
Por eso está vinculado con la creación y desarrollo de varias instituciones hoy consolidadas como El Colegio de México (Colmex), del cual fue director entre 1958 y 1959. El antecedente del Colmex fue la Casa de España a la cual llegaron como exiliados de la guerra civil en aquel país europeo filósofos como Joaquín Xirau y José Gaos, quienes se incorporaron a la planta académica de la casa.
Se pensó en sumar también a maestros mexicanos que hubiesen estudiado en España. La labor fue realizada por Alfonso Reyes, que era entonces director de la Casa de España, y Silvio Zavala fue encomendado para la creación del Centro de Estudios Históricos, fundado en 1941 y que es hasta hoy el más antiguo de la institución del Colmex.
Fue director de la Biblioteca Histórica Mexicana de Obras Inéditas, impulsor del Instituto Panamericano de Geografía e Historia, miembro de El Colegio Nacional y director del Museo Nacional de Historia del Castillo de Chapultepec, por citar algunos.
Silvio Zavala cuenta de propia voz la historia de su vida en una entrevista con Jean Meyer, realizada en la Ciudad de México en mayo de 1992, incluida en el libro Historiadores de México en el siglo XX (FCE-Conaculta, 1995), compilado por Enrique Florescano y Ricardo Pérez Montfort.
Se asume ahí como heredero de la civilización maya y explica que, no obstante esto predispone a los yucatecos al estudio de la arqueología, la etnología o la lingüística, él se convenció de que era un campo más que cubierto entonces por el especializado equipo de investigación de la Carnegie Institution de Washington. Los mayas, pues, no fueron el objeto de su trabajo:
“En mi caso sólo ha sido un estímulo que despierta la vocación. Yo nací en tierra que tiene catedral, arcos y murallas, conventos, calles en cuadrícula, viejos cascos de hacienda, convivencia de gentes y lenguas distintas, elementos heredados de la colonización hispana que poco a poco me hicieron sentir esa atracción del pasado que para usted puede ser tan clara”, le dice a Meyer.
Aclara que no salió de su tierra como historiador pero sí con un interés por lo francés heredado de su profesor en la Escuela de Derecho de Mérida, Santiago Burgos Brito:
“…se puede decir que mi nacimiento a la historia vino a través de los cursos de derecho constitucional (seguí los de Narciso Bassols, Hilario Medina, Vicente Peniche López) y más tarde del estudio de las instituciones en España.”
Influyó también su formación en Madrid, uno de sus profesores, Jerónimo González, vislumbraba en él a un gran jurista, pero logró atraerlo más Rafael Altamira, quien incluso escribió al tío de Silvio Zavala, Gonzalo Cámara Zavala, de quien era íntimo amigo:
“Tengo a su sobrino aquí; está destacando en el grupo de mis estudiantes, creo que puede hacer mucho en el campo de la historia de América.”
Su tesis al final fue Los intereses particulares en la conquista de la Nueva España (estudio histórico-jurídico), editada por primera vez en Madrid en 1933.
El historiador yucateco habla con Meyer de su interés por España (“en Madrid estaba como en mi casa, pues el idioma es el mismo, son similares las costumbres, las ideas, los sentimientos, las tradiciones…”), y por Francia, en donde trabajó con gente como Paul Rivet, en el Museo del Hombre; Jean Sarrailh, de la Universidad de La Sorbona, y Marcel Bataillon, de El Colegio de Francia.
Cuando Zavala tuvo la entrevista con Jean Meyer, le dijo que tenía 15 años retirado de la vida de funcionario y académico, pero que seguía produciendo su obra personal, confiaba en que al hacerlo se perdería mucha menos información de la que poseía al momento de su muerte.
Vivió todavía 22 años más, la mayoría de ellos en actividad. El 15 de septiembre de 2011, a los 102 años, decidió donar la segunda parte de su archivo (la primera la había entregado en 1995) a la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia.
Él mismo lo ordenó y clasificó antes de entregarlo y se encuentra en un fondo especial. Lamentaba que muchas bibliotecas particulares, al ser entregadas a una gran biblioteca, se dispersaran al gusto del bibliotecario. Ponía el ejemplo de la biblioteca de Burgos Brito:
“…¿qué leía Burgos Brito, qué significaba su colección, qué efectos tuvo en la vida de su lugar; estos son valores que hay que conocer, por eso yo pienso que bibliotecas como la de El Colegio de México o la de El Colegio Nacional deben, hasta donde sea posible, respetar las agrupaciones de origen.”
Zavala falleció el pasado viernes 5 de diciembre (sic).
Para leer la nota original, consulte: https://www.proceso.com.mx/390291/silvio-zavala-una-vida-de-historia
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