Silvio Zavala, infinita pasión por el pasado

Sábado, 30 de Marzo de 2013
Silvio Zavala, infinita pasión por el pasado
Foto: Academia Mexicana de la Lengua

El historiador, jurista y diplomático celebra 104 años con vitalidad, interesado en las noticias y su entorno.

Cuando se le pregunta a Silvio Zavala (Mérida, 1909) dónde está la fuente de la juventud, él asegura desconocerlo; en caso de saber, dice, jamás revelaría el secreto.

El historiador, jurista, diplomático y académico cumplió el 7 de febrero pasado 104 años de edad que festejó con una reunión familiar y sus amigos más cercanos en un hotel de la Ciudad de México, a pesar de que poco le gustan los tumultos y las fiestas en su honor.

“Estaba muy contento y esta vez sí quiso su fiesta”, dice María Eugenia Zavala y Castelo, hija del historiador, quien el próximo 10 de abril recibirá un homenaje en su honor en el Museo Nacional de Antropología, en el que participarán Andrés Lira, Alberto Enríquez Perea y Antonio Saborit.

El miembro de la Academia Mexicana de la Lengua, de la Academia Mexicana de la Historia y de El Colegio Nacional no padece enfermedad alguna, camina en el jardín de su casa, disfruta de la lectura y recibe con agrado las visitas de sus discípulos, que lo ponen al corriente con los estudios sobre la historia de México.

“Lleva una vida muy activa”, señala Zavala y Castelo, también historiadora de El Colegio de México: “Se levanta a las ocho de la mañana, desayuna, se baña, toma una siesta, en la tarde una persona le lee los periódicos o ven películas, come y ya en la noche vemos juntos los noticieros”.

Si bien no hay fórmulas para la juventud, la longevidad de Zavala se debe en gran medida a su pasión por el deporte: el futbol, la natación y el tenis; actividades que practicó hasta ya avanzado de edad.

“Fue un hombre muy sano, no bebía, no fumaba y siempre hizo mucho deporte. Ahora es un hombre robusto y muy lúcido; uno lo ve y no parece de más de 100 años”.

La lucidez de su pensamiento le permite entender que ya son pocas sus energías; entonces es muy selecto en las actividades del día. “Él es muy sabio porque calcula su fuerza y cuando hay algo que lo va a cansar y no le interesa, no lo hace”.

A lo que nunca se niega es a recibir a sus alumnos, como Andrés Lira o Clara Lida, quienes le cuentan de algunas líneas de estudio que él promovió y se mantienen, como el periodo de la Conquista y la época colonial.

Zavala y Castelo explica que los estudios de su padre se concentraron en este periodo por influencia del ambiente que vivió de niño en Mérida, donde conoció a los indígenas descendientes de los mayas y, a la vez, veía la construcción de grandes iglesias y casonas de estilo colonial.

Temas que desarrolló en obras como Fuentes para la historia del trabajo en la Nueva EspañaEnsayos sobre la colonización española en AméricaLos esclavos indios en la Nueva España y El nuevo mundo en los intercambios mundiales postcolombinos; que le merecieron reconocimientos como el Premio Príncipe de Asturias 1993 y el Doctorado Honoris Causa de la Universidad de Toulouse, Francia.

“Él cuenta que le interesó mucho la mezcla de culturas y quiso estudiar el periodo colonial que incluso luego de la Revolución Mexicana no era un tema que se propiciara mucho, entonces encontró un campo vacío. Fue un ambiente muy cercano a él, por ejemplo, nos cuenta que de niño iba a caballo a la escuela y en lugar de amarrar la bicicleta, amarraba el caballo”.

El estudio del pasado significó para el fundador del Centro de Estudios Históricos del Colmex un estilo de vida, más que una labor. No sólo por el compromiso de dirigir investigaciones, de fundar instituciones o por instruir jóvenes historiadores; sino porque en casa “desayunaba, comía y cenaba pensando en la historia”.

Considerado como un hombre metódico, Silvio Zavala inició sus estudios en la Universidad de Yucatán en la carrera de Derecho, que terminó en la Universidad Nacional Autónoma de México. Fue en su estancia en España cuando obtuvo el doctorado en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid.

Discípulo del historiador Rafael Altamira y Ramón Menéndez Pidal, colaboró con el Centro de Estudios Históricos de Madrid hasta 1936, cuando estalló la Guerra Civil Española, lo que lo obligó a regresar a México.

A su llegada se integró al Museo Nacional de Historia de Chapultepec y fundó la revista Historia de América, cuya dirección retuvo hasta 1965; y se integró a El Colegio de México.

“Estaba todo el tiempo involucrado en la historia, no sé si vivía en nuestro siglo o en el siglo anterior. Me acuerdo que no hace mucho estaba muy divertido leyendo una carta y se carcajeaba, y cuando le pregunté qué leía me dijo que era una carta de Isabel La Católica, así de involucrado. Para él era muy importante esa búsqueda del pasado”, relata la hija de Silvio Zavala.

Para Saborit, también doctor en Historia, las aportaciones de quien fuera embajador de México en Francia van más allá de una teoría. Es la suma de datos y pistas para el entendimiento del pasado, en particular del periodo novohispano.

Convencido de que las generaciones jóvenes de historiadores tienen la obligación de introducirse al conocimiento de Zavala, el director del Museo de Antropología recuerda que si bien poco ha sido su contacto personal, hay un vínculo académico.

“Me hubiera gustado tener la oportunidad de conocerlo en el aula, pero la única vez que hemos estado juntos fue en la celebración del primer Día del Historiador, el 13 de septiembre de 1993. Ahí el doctor Zavala bromeó diciendo que le preguntaban mucho cómo había llegado a ser un historiador grande, y él decía que sólo durando. Se refería a su virtud de persistencia”, comenta.

Legado intelectual

En 2011, el historiador hizo una donación de su acervo documental a la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia. Fueron 38 cajas de ensayos, cartas, recortes de periódicos y fotografías que se sumaron a los nueve mil 228 documentos que ya había entregado en 1995.

El acervo, catalogado por el mismo historiador, tiene sus primeros resultados editoriales con el libro Exilio político y gratitud intelectual. Rafael Altamira en el archivo de Silvio Zavala, de Andrés Lira, en el que reúne las cartas entre Altamira y Zavala durante la Guerra Civil española. El ejemplar se presentará el día del homenaje.

Zavala y Castelo precisa que al Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM se entregó una colección de 18 mil libros de la biblioteca personal de su padre y en su estudio personal todavía quedan cerca de cinco mil ejemplares que ahí permanecerán por el momento.

“Es un gusto verlo envejecer tan completo, con buena salud, lleno de vida. Por su puesto sabemos que ya son sus últimos años”, concluye su hija.

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