Un poema al día, para que quienes puedan se lo pongan encima y lo atesoren en la memoria.
Lunes
Es la historia de siempre
Es la historia de siempre
con los personajes de antaño
representan la farsa ideal
entretejiendo los hilos adecuados
para saber quién cae primero
ante el desengaño.
Es el cuento contado
de estar soñando no dormido
temor de quedarse seco
y sorprendernos
ante la soledad.
Es la ira cotidiana
de las ventanas aflojadas
las humedades a medio rumiar
es el “run-run” del tren
alejándose por las calles
de una ciudad titán
capaz de atestar
con golpe certero
al primer descuido
lo odio
todos se fueron por la misma vía.
Mariana Bernárdez (1964)
Labrar en la tinta
Colección Peristerá, México, 1988
Martes
¿Cómo iba a llegar?
Para Rafa, el místico
¿Cómo iba a llegar?
si el viento me retuvo.
Me envolvió en sus luces
me azotó
y me acarició con los cascos
de sus caballos.
Subió por mis sentidos,
palmo a palmo
desatando la locura
de oquedades, de
claveles enlazados.
Me dejó
muriendo un poco
entre sus labios.
¿Crees que así podría
llegar temprano?
Roxana Elvridge-Thomas (1964)
Labrar en la tinta
Colección Peristerá, México, 1988
Miércoles
El regreso…
El regreso oscureció los eucaliptos:
fue un letargo de ocaso y luna nueva.
Era el acecho de las hembras
que envolvían la colina con aire húmedo
y olvidaban sus ojos diurnos
con suavidad de gemido infantil.
Ánima en pena que ascendía al manantial
cual bestia indiferente
le era confusa aquella queja de mujeres.
El que regresaba se quedó
entre las ruinas de una casa pálida.
Alejandro Sandoval Ávila (1957)
El paso de las bestias y las aguas
Ediciones sin Nombre / Secretaría de Cultura, México, 2016
Jueves
Poderes del cuchillo
Cándido a veces,
el filo de la hoja
no se sabe cuchillo,
y su poder de muerte
permanece callado
al pelar papas,
blancos nabos,
asesinando sólo limones o cebollas.
Mas se presiente letal:
su creación primera
tuvo como fundamento
el hambre de la carne
de bestias o enemigos.
Un cuchillo jamás es inocente.
Nos ve de soslayo,
deseoso de ensayar toda su fuerza
al primer accidente,
por lo menos en un dedo,
en un brazo,
y sonríe
con el primer dolor
de la mañana.
Quiere saber de entrañas,
de hermosos músculos,
células y tegumentos,
no solamente cortar
rojos jitomates,
párvulas manzanas.
El cuchillo quiere hendir
y mirar lo que su acción divide:
es el gran multiplicador.
Su hoja
es un espejo,
pero no te acerques mucho
al vientre de su sed,
pues busca
encontrar su vaina perdida
en algún cuerpo,
en toda sangre.
Blanca Luz Pulido (1956)
Poderes del cuchillo
UNAM / Parentalia ediciones, México, 2015
Viernes
Da la impresión…
Da la impresión que te has quedado solo;
no es que hayas dejado a todos detrás, que
tu sagacidad, la agilidad de tus piernas, el
quiebre de cintura, la finta y el sprint
hayan surtido el efecto esperado; quizá
el juego acabó y tú sigues corriendo sin
darte cuenta; quizá la noche pasó y ese pájaro
no sea un ave nocturna. No siempre es
claro cuándo termina el día y comienza la noche;
al contrario es todavía más difícil (sabes
que amaneció, pero no quieres despertar).
Igual pasa en el campo de juego: dejas muy lejos
a los contrarios, ya estás en terreno enemigo,
pero no encuentras a un solo compañero; quizá
te pusiste el uniforme equivocado; quizá estés
perdido entre los horarios de juego; quizá equivocaste
la dirección de los campos; quizá hace tiempo que
la temporada acabó y tú sigues corriendo tras una pelota
que tienes tiempo de no ver, y ése es el punto,
el hecho que, a esta altura del juego, debes reconocer.
José Javier Villarreal (1959)
Una señal del cielo
Sello Editorial Universidad de Concepción
Hualpén, Chile, 2017
Sábado
Niño tras un cristal
Al caer la tarde, absorto
tras el cristal, el niño mira
llover. La luz que se ha encendido
en un farol contrasta
la lluvia blanca con el aire oscuro.
La habitación a solas
le envuelve tibiamente,
y el visillo, velando
sobre el cristal, como una nube,
le susurra lunar encantamiento.
El colegio se aleja. Es ahora
la tregua, con el libro
de historias y de estampas
bajo la lámpara, la noche,
el sueño, las horas sin medida.
Vive en el seno de su fuerza tierna,
todavía sin deseo, sin memoria,
el niño, y sin presagio
que afuera el tiempo aguarda
con la vida, al acecho.
En su sombra la perla ya se forma.
Luis Cernuda (1904-1963)
La realidad y el deseo 1924-1962
Fondo de Cultura Económica, México, 1964
Domingo
Chimalistac
Todos los silencios se parecen
pero ninguno como el de Chimalistac.
En la fuente sin agua
era duro como la piedra
y como la piedra, desnudo,
pero la piedra no era la piedra,
todavía.
Las cosas callaban y yo era niña,
libre el silencio era todo
o casi todo.
Los árboles al borde de ser árboles
hasta que la voz de mi madre llamaba a comer.
Mientras busco entre las piedras
el rastro de aquel tiempo
alguien pasa y mira la casa amarilla
que ahora es blanca,
mira la ausencia de mi madre en la ventana,
mira, no mira nada y se marcha.
Sus pasos se llevan a aquella niña lejana
para siempre.
Beatriz Novaro (1953)
Desde una banca del parque
Conaculta, México, 1998
Donceles #66,
Centro Histórico,
alcaldía Cuauhtémoc,
Ciudad de México,
06010.
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