Poema del día

Siete poemas para esta semana. Selección de Felipe Garrido

Domingo, 02 de Diciembre de 2018
Por: Felipe Garrido

Un poema al día, para que quienes puedan se lo pongan encima y lo atesoren en la memoria.

Lunes

Laberinto

no basta
mirar
es necesario poner en movimiento
los sueños del caballo de mar
de la memoria
los suntuosos palacios
soñados esta madrugada
no basta
escribir el poema
es necesario zambullirse en la concentración
del barrer
del amar del mirar el cuerpo de una hormiga
es posible entonces echar a correr
de cara hacia el misterio
contenido
en una taza de té
el poema se organiza luego
la máquina se para y el paisaje comienza a cantar
se desliza la mano sobre el lomo del viento
un nuevo grito en el bosque se inaugura
un nuevo canto gotea hacia el asfalto
mi perro reza de rodillas
mi molinillo de oraciones trepida con el aire
ya todo es una feria volteada de cabeza
como una virgen perseguida en los pasillos del laberinto
el místico laberinto
de una vara y una caja de laca
en la que guardo mi poema
lo doblo
y lo coloco en los estantes de la cabeza
mientras sales a la calle
y andas como entre los libros de la biblioteca
como entre el recuerdo del poema que tramas
mientras te repites
no basta mirar
es necesario

Sergio Mondragón (1935)
El aprendiz de brujo
Siglo XXI, México, 1969

Martes

Alka-Seltzer

1
Estaba el sobre de Alka-Seltzer en la mesa
desde ese día
que llegaste a las dos de la mañana,
pareciendo una cuba.
Yo pensaba si pedirte que te quedaras,

ya te habías quitado los pantalones.
Justo antes de decirte que podías usar mi cepillo
ya te estabas lavando los dientes,
“sí te quiero, yo también la he pasado terrible”
balbuceabas.
Me levanté por un vaso de agua
(y el último Alka-Seltzer),
lo puse en la mesa junto a la cama.
Me jalaste del brazo,
me quitaste la ropa,
todo estaba manchado,
tú,
yo,
la sábana,
las almohadas.
Decías: voltéate,
y yo con ganas de verte la cara.
En la mañana
tu ataque de asma
no nos dejó ni despedirnos,
alcanzaste a decir un
“te llamo al rato”
y saliste corriendo a tu casa.

2
Todo seguía ahí.
el buró,
el vaso,
el sobre.
Hasta ayer
que sentí algo parecido
a lo que debe ser
el amor a primera vista
cuando al llegar a mi cama
a las seis de la mañana,
pareciendo una cuba,
como tú ese día,
lo primero que vi
fue el sobre de Alka-Seltzer.

Anaité Ancira (1980)
GPR, México, 2018

Miércoles

Visitas

Pregunto la ubicación de la sala
me piden el nombre del difunto,
alguien dice amablemente,
no tarda en llegar el caballero.
Estoy en una sala de espera,
pasa un hombre y dice a otro:
no quiero que te destruyas tomando.
La sala no es cómoda.
Llega el caballero.
Abren paso,
Llega mucha gente.
Hay galletas. Manos estiradas.
Al caballero lo colocaron en medio de la sala.
La gente entra, suda, saluda, platica:
el tráfico, los precios, la desgracia.
El caballero yace en una caja en medio de la sala.
Susurran, se acomodan, ven al frente, toman agua.
Intercambian opiniones, rozan sus mejillas.
Estoy en una sala de espera llena de relojes y cafeteras.
Debajo de los focos la gente rodea al caballero brevemente.
Frotan sus manos, también muy brevemente.
La gente se despide. Debe hacer cosas, llegar a casa.
La sala se vacía.
El caballero espera en medio de la sala.
El caballero sigue esperando.

Rosario Loperena
Cajas
Tierra Adentro, México, 2015

Jueves

Gacela del niño muerto

Todas las tardes en Granada,
todas las tardes se muere un niño.
Todas las tardes el agua se sienta
a conversar con sus amigos.
Los muertos llevan dos alas de musgo.
El viento nublado y el viento limpio
son dos faisanes qu vuelan por las torres
y el día es un muchacho herido.
No quedaba en el aire ni una brizna de alondra
cuando yo te encontré por las grutas del vino.
No quedaba en la tierra ni una miga de nube
cuando te ahogabas por el río.
Un gigante de agua cayó sobre los montes
y el valle fue rodando con perros y con lirios.
Tu cuerpo, con la sombra violeta de mis manos
era, muerto en la orilla, un arcángel de frío.


Casida del llanto

He cerrado mi balcón
porque no quiero oír el llanto,
pero por detrás de los grises muros
no se oye otra cosa que el llanto.
Hay muy pocos ángeles que canten,
hay muy pocos perros que ladren,
mil violines caben en la palma de mi mano.
Pero el llanto es un perro inmenso,
el llanto es un ángel inmenso,
el llanto es un violín inmenso,
las lágrimas amordazan al viento,
y no se oye otra cosa que el llanto.

Federico García Lorca (1898-1936)
Diván del Tamarit
Editorial Losada, Buenos Aires, 1940

Viernes

Juegos para conversar

Como el vuelo de un pájaro
quemante
las palabras surgen
de mis labios,
te hablo del pasado,
de amaneceres trémulos,
de las olas y su tesitura en tu piel.
Tú dibujas las palabras en las que
gira una niña
con los pies heridos, anhelosos
de volar.
Y el sonido se desliza
por mis oídos
moroso
invade
los escondites
del meditar.
Si me hablas yo escondo mis
palabras
para escucharte más.
Si me hablas
mis palabras vuelan
al alcance de las tuyas
jugando a nunca acabar.
Tu voz
susurra en mi oído,
acaricia por mi boca
tus labios
y penetra
deleitosa en su sabio
dialogar,
sigue amor,
yo la haré flor en tu cuerpo
para deshojas en la lenta hora
de la soledad.

Miriam Balboa-Echeverría
Juegos para entretener a un amante
Libros Tierra Firme, 2000

Sábado

Un epígrafe

–¿Y las leyes?
–¿Cuáles leyes, Fulgor? La ley, de ahora en adelante, la vamos a hacer nosotros.
. . . . .
El cielo era todavía azul. Había pocas nubes. El aire soplaba allá arriba, aunque aquí abajo se convertía en calor.

Juan Rulfo (1917-1986)
Pedro Páramo
Fondo de Cultura Económica,
México, 1955


Bailarina nocturna

En memoria de C. Bukovsky

De plástico divino,
tus pechos son gardenias exactas,
petrificadas, diáfanas.
Palabras mías: voces roncas que susurran
bajo la melodía perfecta de tu tanga.
Infinitas tus piernas culminan
en el ardor de unos tacones de ave.
Soy un hombre condenado por tus gastadas caderas
Por el breve espacio en una canción escondida;
Soy un hombre perdido por tu barato olor a durazno
y por tu mirada fija
fija siempre en la nada.

Teresa Cepeda
Tierra de entrañas
Canguro Bolsón, Cuernavaca, 2013

Domingo

Escrito en el polvo

Por lo pronto lo último en llegar es el orgasmo. Siempre dejamos para el último el orgasmo y así las cosas no saben, las acrobacias no saben, huelen. Y está bien, es cosa de sentidos, de sentirnos agotados por la mañana y muy rejuvenecidos tras el alcohol y las piernas en el cuello. Huelen a piel madura y algunas levedades y fracturas. Es cosa de sentidos. En orden alfabético: gusto, oído, olfato, tacto, vista. Vacío, algo volando sobre el vacío. Hambre, silencio, peste, horror y piel. Mucha piel donde antes no había. Algún talento habríamos de tener. Esperanza no, eso es gasto y es tiempo de economías La sintaxis en superlativo, ya que esto tiene el tamaño mayor en cuestión de lechos. Y todo lo grande achica el comparativo de la gozadera. Pero es puro pretexto para el conocernos, porque si lo piensas bien, lo último en llegar es e placer. En infinitivo como si de cosas de marcianos se tratara. Y hablando de ovnis, ¿qué es esa luz girando por encima de tus ojos?

Luis Alberto Arellano (1976)
Plexo
Tierra Adentro, México, 2011


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