Poema del día

Siete poemas para esta semana. Selección de Felipe Garrido

Domingo, 14 de Abril de 2019
Por: Felipe Garrido

Un poema al día, para que quienes puedan se lo pongan encima y lo atesoren en la memoria.

Lunes

Los paraguas

Los paraguas fueron hechos para ser olvidados: en la butaca de un cine, en la casa de un amigo, en la oficina de un notario, en el asiento del camión, cumplen su riguroso destino. Caballeros como son, saben quedarse solos y servir, con la misma prestancia y cordialidad, a su nuevo dueño. Pero bajo la lluvia, dejan salir un discreto y silencioso llanto que se confunde con el aguacero, y despliegan ampliamente su tristeza sobre las calles de la ciudad.

Carmen Villoro (1958)
Jugo de naranja
Trilce, México, 2000

Martes

Hallazgo

I
Asoma la ciudad entre la niebla, se vislumbra
El torso derribado de un puente, una torre
Ciega emerge en busca del sol, se despeña el
Otoño hasta la hoja desvelada, una vereda de
Luciérnagas flota encaminando el rumbo a la
Tristeza, con nuestro llanto nos anudamos a
La vida, con amor desatamos la soga tensa de
La muerte. Vamos.

II
Rodeamos los muros de la luz, las mariposas
Entrelazan la noche tras su vuelo, una ventana
Dobla el párpado del viento, resopla en verdes
Aleteos la fronda del encino, las nubes hurtan
–Picotean– el cereal de la luna, llueve, de
Repente se nos encharcan las palabras, los
Grillos se oxidan en silencio. Sobre una sombra
Demolida se ha erguido la estatua.

III
Tocada por dedos de penumbra. Maniatada
Por un lazo de luz, tu cuello escurre
En gotas de fuego: lava del alba, arde
El reposo de tus ojos en la noche.
Tu boca seca un manantial de sombra, bebo
En tus senos el vacío, estallas. Das vuelta
Tras mis manos, huyes encima de las horas
Donde un reloj empieza a repetir sonámbulo
La medianoche: gacela oscura, escapa.

Manuel Antonio Santiago (1959)
Indagaciones
Premio Nacional de Poesía
Joven de México, 1975-1999
Selección, nota introductoria
y prólogo de Eduardo Langagne

Miércoles

Los amantes y el espejo

Los amantes siempre buscan un espejo
Duermen mal, los amantes, y al salir de la cama
se visten pesadillas
Son ojerosos, los amantes,
y no saben mirar sin cierto pánico
Los amantes andan buscando a tientas
Sin ser ciegos
Y a veces, muertos de miedo
los amantes
se miran a los ojos
temiendo que suceda lo que siempre sucede:
encontrar el espejo de sí mismos
en la pupila que nunca antes habían visto
Los amantes, por eso, tienen que ser valientes:
amar es una experiencia extrema,
un juego peligroso, un juego juego
donde la vida va por todo o nada.

Dante Medina (1954)
A ojo de buen diablo.
Poesía completa (1972-2018) Volumen II
Edición de Sandra Ruiz Llamas
Cana Negra, Madrid, 2019

Jueves

De “Elementos para un poema”

XXII
Olvido es la palabra clave de la historia, lo único que puedes encontrar entre las ruinas. Olvido y silencio describen la verdadera naturaleza de lo eterno. Por eso no le digas a nadie tus secretos, la voz es una señal premonitoria de la muerte y cada palabra es un enigma que se vuelve espada. Las palabras cortan la realidad a tajos para construir abismos, zonas de discurso en las que habitan la vanidad y la locura.

Norberto de la Torre (1947)
Tiempo es una metáfora que duele
Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo
Editorial Universitaria (UMSNH), 2002

Viernes

De “Elementos para un poema”

XXIII
Tengo un poema pegado en la suela del zapato que no me deja caminar a gusto; de pronto el pie se me queda pegado a las baldosas, como si echara raíces, como si yo fuera una parte inmóvil de la ciudad en ruinas. Por la noche desprendo el poema con una cuchilla, cuidadosamente para no añadir otra marca, para no sumar un corte nuevo a las heridas que produjo la jornada, lo deposito junto al reloj, la pluma y las monedas y al otro día lo vuelvo a colocar en su lugar en el zapato. El poema me sirve como ancla, obliga una marcha claudicante, es como una espina molesta que me impide dormitar durante las horas de vigilia. El poema, con el tiempo, ha recogido arena, cadáveres de insectos, polvo, defecciones, pequeños unicornios, se ha convertido en un pesado lastre que me balda.

Norberto de la Torre (1947)
Tiempo es una metáfora que duele
Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo
Editorial Universitaria (UMSNH), 2002

Sábado

Sala de espera

Un colibrí toca en mi ventana.
Su prisa en el aire
detiene el tiempo.
Construye un reloj de viento
en la rama más delgada de la tarde.
Yo no espero.
Otros esperan atenderme.
Mi negocio es con este colibrí,
su caligrafía volátil.
No entiende mi mirada de asombro.
Me aconseja acelerar el ritmo
y nunca esperar.

Óscar Efraín Herrera (1962)
En Vuelo de palabras.
Revista de Poesía
Ediciones Caletita
Monterrey, enero-abril de 2016

Domingo

¿Subir a dónde?...

¿Subir a dónde? Si el futuro tiembla aquí mismo.
Yo creía ser madre que sabe el lenguaje del regreso,
pero los hijos desean un espíritu alerta, miradas absortas.
Alguien ha visto la tenue llama que pixelió el camino.
Entrego mi mano al viento, cargada de polen.
Lentamente el aire, con un gesto sensual, arropa mi cuerpo.
Yo le doy la espalda.
Todavía.

Leticia Villagarcía (1945)
“Flor cuántica”
Claro de lunes
Taller Editorial La Casa del Mago
Guadalajara, México, 2017


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