Poema del día

Siete poemas para esta semana. Selección de Felipe Garrido

Lunes, 24 de Junio de 2019
Por: Felipe Garrido

Un poema al día, para que quienes puedan se lo pongan encima y lo atesoren en la memoria.

Lunes

Suite del insomnio

 

Eco

La noche juega con los ruidos

copiándolos en sus espejos

de sonidos.

Silbatos

Lejanos, largos

–¿de qué trenes sonámbulos?–,

se persiguen como serpientes

ondulando.

Tranvías

Casas que corren locas

de incendio, huyendo

de sí mismas,

entre los esqueletos de las otras

inmóviles, quemadas ya.

Espejo

Ya nos dará la luz,

mañana, como siempre,

un rincón que copiar

exacto, eterno.

Cuadro

Qué temor, qué dolor

de envidia

hacer luz y encontrarte

–mujer despierta siempre–,

ahora que crees que no te veo,

dormida.

Reloj

¿Qué corazón avaro

cuenta el metal

de los instantes?

Agua

Tengo sed.

¿De qué agua?

¿Agua de sueño? No,

de amanecer.

Alba

Lenta y morada

pone ojeras en los cristales

y en la mirada.

 

Xavier Villaurrutia (1903-1950)

Poesía y teatro completos

FCE, México, 1953

 

Martes

 

De otro fue la palabra

–antes que mía

De otro fue la palabra –antes que mía–

que es el espejo de esta sombra, y siente

su ruido, en este silencio, transparente,

su realidad, a esta fantasía.

       En mi boca se substancia, fría,

dura, distante de la voz y ausente,

habitada por otra diferente,

la forma de una sensación vacía.

       Al fin es la que hoy, obscura y vaga

otra prolonga en mí, que no se apaga,

sino igual a sí misma oye su sombra

       al hallarla en el ruido que la nombra

y en el oído hace crecer su hueco

más profundo cavándose en el eco.

 

Jorge Cuesta (1904-1942)

Material de lectura. Poesía moderna.

Selección y presentación de

Adolfo Castañón

UNAM, México, 1986

 

Miércoles

La sangre

 

Yo me siento la sangre. ¿No la sentís vosotros?

Sangre de la mujer, cáliz abierto.

       Yo me siento la sangre. Ella me nutre.

Me llena, me dibuja, me sostiene.

       Callada sinfonía de mis pulsos.

Verso rimado en rojo por mis venas.

Vuelo encerrado en íntimas volutas.

Río escondido de infinitas ramas

fertilizando mi sensible barro.

       Yo la siento correr. Flujo y reflujo

bate las hondas playas de mi pecho,

sube por mi garganta estremecida,

moja mis labios con sabor espeso

de miel caliente. Grita

y enciende la codicia de mis ojos.

       Mi sangre, zumo denso circulando

por todos mis poemas. Limpia savia

irguiéndose en la regia primavera

del hijo conseguido.

       Amo mi sangre. Cuando yo me muera

no la dejéis cuajarse como hielo

hecho con agua sucia.

No la dejéis secarse en polvo oscuro.

Descomponerse en jugos malolientes.

Cuando yo muera, abridme, desatadme

las frágiles esclusas de las venas.

Verted mi sangre toda. Derramadla.

Absórbala la tierra como suya

y el agua deslizante de algún río

unte con ella el lomo de sus peces.

 

Ángela Figuera Aymerich (1902-1984)

Material de lectura. Poesía moderna. 59

Selección y nota introductoria

de Carmen Alardín, UNAM, México.

 

Jueves

Contradicciones ideológicas al lavar un plato

 Entre el Yin y el Yang

           ¿cuántos eones?

Julio Cortázar

 

Contradicciones ideológicas al lavar un plato. ¿No?

Y también quisiera explicar

por qué me maquillo y por qué uso perfume.

Por qué quiero cantar la belleza del cuerpo masculino.

Quiero aclararme bien ese racismo que existe

entre los hombres y las mujeres.

Aclararme por qué cuando lavo un plato

o coso un botón

él no ha de estar haciendo lo mismo.

Me pinto el ojo

no por automatismo imbécil

sino porque es el único instante en el día

en que regreso a tiempos ajenos y

mi mano se vuelve egipcia y

el rasgo del ojo, se me queda en la Historia.

La sombra en el párpado me embalsama eternamente

como mujer.

En el rito ancestral del payaso:

mejillas rojas y boca de color.

Me pinto porque así me dignifico como bufón.

Estoy repitiendo/continuando un acto primitivo.

Es como pintar búfalos en la roca.

Y ya no hay cuevas ni búfalos,

pero tengo un cuerpo para texturizarlo a mi gusto.

Uso perfume no porque lo anuncie

Catherine Deneuve o lo use la Bardot

sino porque padezco la enfermedad

del siglo XX, la compulsión de la posesión.

Creer que en una botella puede reposar

toda la magia del cosmos,

que me voy a quitar de encima

el olor de la herencia,

la gravedad de la crisis capitalista,

porque a pesar de todo/hembra.

Se dice que las mujeres débiles/que los hombres fuertes.

Sí y nuestras razas tan distintas.

Nuestros sexos tan diversamente complementarios.

Yin & Yang.

La otra parte es el misterio que nunca desnudaremos.

Nunca podré saber –y lo quisiera– qué se siente estar enfundada en un cuerpo masculino

y ellos no sabrán lo que es olerse a mujer.

Tener cólicos y jaquecas y

todas esas prendas que solemos usar.

Dos universos físicos en dialéctica constante

con la nostalgia de una unión duradera

donde la fusión de los dos desconocidos

llegue a la profundidad del entendimiento.

Hay una necesidad compulsiva

de dar razones para la escisión

para agudizar racismos con sonrisas.

Y las amigas       y los amigos

     ellos comprenderán.

Ellos entienden la distancia que te separa

del amigo/amado/enemigo/desconocido.

     Que la reconciliación es un esfuerzo máximo.

La unión, la sublimación

     de nuestros propios misterios.

Que el lavar un plato

significa a veces afirmar

las contradicciones de clase

   entre el hombre y la mujer.

 

Kyra Galván (1956)

En Poetas de una generación 1950-1959

Selección y prólogo de Evodio Escalante

Premia / UNAM, México, 1988

 

Viernes

Demasiado tarde

1

El mar está revuelto

picado en la superficie

acosando en la pleamar a la madera

de las casas que levanta el sol

en mediodía

nos asomamos al balcón y descansamos

nos preocupa otra época gigante

de lluvias y deshielos

como aquella que tragó la tierra

y la primera calle

no sabemos por qué el mar quiso devorar

(estas historias)

y mandarlas hasta el vientre del Pacífico

cosas grandes que pasan y vuelan

como el verde zepelín de la Fuji

la franja de humo en el horizonte

que viene de Los Ángeles

que ennegrece poco a poco

la ciudad

 

2

Sentado en el restaurante Vista Mar

persigo a la culebrilla que se alza

de la taza de café

y el vientre peina las olas

de raya izquierda

llegan ecos, voces muy antiguas

las nubes de Rubens despiden a los barcos

mujeres de blanca tela

elevando sus pañuelos de durazno

llega Juana con un pollo gordo

aquellos barcos han partido

 

3

En el escenario

se deslizan los buques grises de la navy

sofocan el alumbrado

atardecer sobre la costa

los que esperábamos

a ver cómo salían las últimas bañistas

regresamos a las mesas

y toda una conspiración de guerra

seca la carne jugosa

llegan las noticias de la guerra del Pérsico

como oleadas que se arrastran en el mar espeso

“ayer en San Diego un obrero de la General Dynamics

mató al gerente”

 

4

Ninguna huella

Laura y Chuy atravesados por la flecha

el sol deja una cicatriz húmeda y brillante

entre el agua y la tierra

los labios vírgenes se pierden

en la lengua adolescente

como un diente flojo traigo a la ciudad

de nuestros padres, una mañana

con su lente expuesto

a toda luz

un cuerpo yace en la arena

       del mar llega un rumor

como cuando alguien inocente se declara culpable

       en el rostro un silencio primitivo

toma su último baño

boca arriba

el agua del Pacífico le invade los pulmones

su piel toma los colores violeta

que la tarde aspira del día

cuando llegan los muchachos

de la Cruz Roja

       ya es demasiado tarde

como dijo el chamán navajo a los científicos

la espuma sale del cuerpo descompuesto

y se regresa al mar

como una serpiente que acaba de marcar

su mordedura

 

Gilberto Zúñiga (1955)

Fragmentos del Pacífico

IMAC / Hotel Ambos Mundos / Conaculta

México, 2006

 

Sábado

Sumidero

 

Ahí va otra vez la terca transa

a desdibujarle el sueño a nuestra matria

tan desvelada últimamente

por el titipuchal de sobresaltos trasnochados

que andan nada más dando bandazos

a todo lo que se mueva y traiga cola

que le pisen

como a toda manifestación

de la vida impúdica que recorre la columna

dorsal de este país con su alto escalofrío

y la incomodidad inevitable del chirriar de dientes

destemplados hacia loa cinco rumbos

de esta historia.

       Y así se la pasan los obsesivos del poder

metiendo zancadillas a siniestra.

       Revisando sus huestes incondicionales

para bañar de plomo las piezas que no embonan

en el diseño demencial

de un modelo que no encaja en ningún lado

fuera de sus molinos de viento

que soplan nada más hacia el vértigo

de un vacío incesante

pertinaz

pero eso sí

obseso en su delirio por una gloria inmortal

y en mármol estatuario.

 

José Manuel Pintado (1948)

Nostalgia de Marte

Conaculta, México, 2003

 

Domingo

Caminos

¡Oh dulce canto de viaje,

mi alegría y mi caudal,

más que en las velas el viento

más que el surco en el mar!

       Por los senderillos negros

nubes cargadas de afán,

por los senderillos rojos

alardes de tempestad,

por las llanuras inmensas

soledad…,

pero una canción de viaje

me llena de oro el morral.

       Cuán largo camino largo

desde esta noche a la aurora.

Mas un cantarcillo alegre

los labios sedientos moja:

“¡Qué amor y qué amores tengo

allá en fronteras remotas!

¿Qué camino será largo

siendo camino de bodas?”

       La luna viaja de incógnito

tras las nubes borrascosas;

y galopa el duro viento

con el girón de su antorcha;

en la soledad vibrante

se adelgaza cada nota,

y siguiendo la carrera

de la senda voladora,

como una cinta de ónix

la noche se desenrolla.

       Negro camino impaciente

cárcel que vuela hacia el mar;

hilillo de oro lo enfrena

la música de un cantar:

“¿Qué camino será triste

que a tus labios dulce va?”

 

Concha Urquiza (1910-1945)

Doscientos años de poesía mexicana

Grupo Editorial Éxodo, México, 2012


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