Poema del día

Siete poemas para esta semana. Selección de Felipe Garrido

Lunes, 29 de Julio de 2019
Por: Felipe Garrido

Un poema al día, para que quienes puedan se lo pongan encima y lo atesoren en la memoria

 

Lunes 

Yo soy un pobre pájaro…

Yo soy un pobre pájaro dormido
en la tierra de Dios,
bajo sus ojos he perdido las alas
y mi canto es el canto de las mutilaciones.
Habito en una casa transitoria,
a la que el viento lleva eternamente
como el silencio mismo.
He quedado tan pobre como el viento
que toma y lleva y abandona todo,
he quedado tan pobre como el eco
bajo los cuatro muros apagado.
Ha gastado la lluvia mis angulosos bordes,
mis huesos han bebido de las constelaciones.
Habito como musgo en las manos del tiempo
y siento mi ceniza que se desprende y cae.
Soy un pájaro roto que cayera del cielo en un molde de barro;
soy el juego de un niño;
apenas soplo, lodo y su saliva;
soy el barro que guarda
este pájaro herido en la caída;
soy el caído pájaro que canta
en su dolor y en sus limitaciones;
soy todo lo que vuela, la ceniza,
el muro, el viento, el pájaro, el olvido.

Dolores Castro (1923)
La vida perdurable. Antología poética
Selección y presentación
de Francis Mestries
Praxis, México, 2007

Martes

Época de crisis

Este edificio tiene
los ladrillos huecos,
se llega a saber todo
de los otros,
se aprende a distinguir
las voces y los coitos.
Unos aprenden a fingir
que son felices,
otros que son profundos.
A veces algún beso
de los pisos altos
se pierde en los departamentos
inferiores,
hay que bajar a recogerlo:
“Mi beso, por favor,
si es tan amable”.
Un edificio tiene
su época de oro,
los años y el desgaste
lo adelgazan,
le dan un parecido
con la vida que transcurre.
La arquitectura pierde peso
y gana la costumbre,
gana el decoro.
La jerarquía de las paredes
se disuelve,
el techo, el piso, todo
se hace cóncavo,
es cuando huyen los jóvenes,
le dan la vuelta al mundo.
Quieren vivir en edificios
vírgenes,
quieren por techo el techo
y por paredes las paredes,
no quieren otra índole
de espacio.
Este edificio no contenta
a nadie,
está en su época de crisis,
de derrumbarlo habría
que derrumbarlo ahora,
después va a ser difícil.

Fabio Morábito (1955)
De lunes todo el año
Universidad Veracruzana,
Xalapa, 2013

Miércoles

El estiaje

No es la sequía del desierto
ni el mar que se aleja de la orilla.
Hay un tiempo de olas y otro
margen a la desnudez de la arena.
La tierra pide su espacio
y la noche, las sombras.
La sal consume las huellas
de nuestros pies sin salva.
Tú y yo, viajeros prehistóricos,
somos parte del estío.
En este momento
todo queda en su sitio.
Nuestra naturaleza arrojada
es un ejercicio del olvido.
Los rastros que nos hacían
semejantes, ya no existen.

Elizabeth Cazessús (1960)
Desierto en fuga
Conaculta / Cecut, México, 2015

Jueves

Cuando en la triste pradera…

Cuando en la triste pradera
las flores mustias están,
y muere la primavera,
las golondrinas se van.
         Otra vez el campo adornan
de primavera las galas,
y las golondrinas tornan
dichas trayendo en sus alas.
         Cuando dejan las pasiones
en el pecho sólo espinas
del alma las ilusiones
se van cual las golondrinas.
       Y en vano la antigua calma
anhelamos con afán;
las golondrinas del alma
nunca, nunca volverán.

Antonio Zaragoza (1855-1910)
El Parnaso mexicano (los trovadores de México)
Maucci Hermanos, México – Buenos Aires, 1905
José López Rodríguez, Habana

Viernes

Ángela adónica

Hoy me he tendido junto a una joven pura
como a la orilla de un océano blanco,
como en el centro de una ardiente estrella
                    de lento espacio.
De su mirada largamente verde
la luz caía como un agua seca
en transparentes y profundos círculos
                     de fresca fuerza.
Su pecho como un fuego de dos llamas
ardía en dos regiones levantado,
y en doble río llegaba a sus pies
                     grandes y claros.
Un clima de oro maduraba apenas
las diurnas longitudes de su cuerpo
llenándolo de frutas extendidas
                    y oculto fuego.

Pablo Neruda (1904-1973)
Residencia en la tierra (1987)
Cátedra, Madrid, 2005

Sábado

Se resbalan las líneas…

Se resbalan las líneas de la mano se diluyen
entre estiércol y tierra
se revuelcan buscan lombrices
los dedos creen encontrar hermanos
la carne ya fría palpita entre la calenturienta Tierra
su calor derrite las carnosidades que pueblan cuencas y orificios
jala la piel que ávida sin reprensión saborea
hay quienes amaron esos huesos y formas
ese nombre que tantas veces repetido entre las sombras de la cama
en la soledad del beso compartido
otros bebieron el amargor de la saliva las mucosidades y lágrimas
que se desprenden ante la pérdida.
         La Tierra, perra en celo,
se revuelca ante tantas penetraciones,
tiene tantos orificios como granos de arena la playa
todos los quiere repletos quiere sentirse llena colmada
los gusanos que son amos de la carne tierna
esperan que se aje y bifurquen las venas
son las uñas quienes los buscan temiendo el desprecio
creyendo:
“pensarán que soy cebo que manda Dios para conformarse”
¡soy carroña aún viva, dispuesta a ser devorada, llegué nueva
vieja me voy porque las Moiras me contagiaron, soy carnaza
que se ofrenda a tus hijos, Tierra Eterna carcomida por el delirio!
         La historia eterna se repite y los gusanos quieren saciarse
los dedos, inicio de la gran comida, reposan en calma.

Tanya Cosío (1976)
De Tierra en flor,
en Medusas, cantos & sortilegios
Compiladora, Mónica Gameros
Planeador, México, 2008

Domingo

Hojas quemadas

Por los muertos, por los que alcanzaron el principio,
por los que dejaron un espacio y cubiertos de luz
regaron campos celestes y colectaron cristales eternos,
por la palabra suya, protegida del tiempo
que es cúmulo de sabiduría y belleza:
manantiales de viento, jardines de lluvia,
vórtice del deseo, génesis del pensamiento,
magia y permanencia, voz y silencio,
generosa alcoba que guarda el secreto.
        Por ellos el alabastro encandila la noche
y surge, de las hojas quemadas, una alborada de versos.

María Eugenia Rodríguez Gaitán (1947-2019
En Poesías de La Pluma, 4
La Pluma del Ganso, México, 2007


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