Un poema al día, para que quienes puedan se lo pongan encima y lo atesoren en la memoria
Lunes
Los dados eternos
Para Manuel González Prada, esta emoción
bravía y selecta, una de las que, con más
entusiasmo, me ha aplaudido el gran maestro.
Dios mío, estoy llorando el ser que vivo;
me pesa haber tomádote tu pan;
pero este pobre barro pensativo
no es costa fermentada en tu costado:
tú no tienes Marías que se van!
Dios mío, si tú hubieras sido hombre,
Hoy supieras ser Dios;
pero tú, que estuviste siempre bien,
no sientes nada de tu creación.
Y el hombre sí te sufre: el Dios es él!
Hoy que en mis ojos brujos hay candelas,
como en un condenado,
Dios mío, prenderás todas tus velas,
y jugaremos con el viejo dado…
Tal vez ¡oh jugador! al dar la suerte
del universo todo,
surgirán las ojeras de la Muerte,
como dos ases fúnebres de lodo.
Dios mío, y esta noche sorda, oscura,
ya no podrás jugar, porque la Tierra
es un dado roído y ya redondo
a fuerza de rodar a la aventura,
que no puede parar sino en un hueco,
en el hueco de inmensa sepultura.
César Vallejo (1892-1938)
Los heraldos negros (1918)
Losada, Buenos Aires, 1961
Martes
La luz del llano
I
Es un azogue
contra la punta de los árboles y las colinas
contra el agua estancada y el camaleón sobre la piedra.
La vista se humilla ante la mañana.
Al cenit
las brevas y el eucalipto
se duelen de ese tajo inmóvil.
El resguardo es una imprecación buscando la tregua.
II
Aguda llama contra el día.
Traza un círculo el ave y se detiene
incendia el árbol con su aleteo:
es un trino que gravita en los ojos.
Lanza su fulgor contra la devastación del cielo
y se ahoga en la lejanía.
III
Al filo de una luz decisiva
suelta su despectivo murmullo.
A golpes ciegos acuchilla los matorrales
les remueve la entraña
y pasa por los pómulos con su torva caricia.
Perseguidor riguroso del viento
el parco azul
restaña el paisaje.
IV
Ánimas enardecidas las tolvaneras.
Los tordos son un incierto flagelo para el sol
y la mirada se traba en el crepúsculo.
Las nubes evaden a sus púrpuras de la noche
y la noche irritable se lanza al acoso.
V
Aires de encurtidos y mosto.
Leche fermentada y cera.
Uva enjuta para el vino.
Las especias acendradas.
El cerdo criado para envinagrarlo.
El buey sacrificado para la ternera
y la fruta frágil en los almíbares.
Norias que vibran con el sosiego del día
y la luna total.
Alejandro Sandoval (1957)
La llama y el torrente
El Tucán de Virginia,
México, 2000
Miércoles
Inicia, pues, tareas menores…
Inicia, pues, tareas menores. Sirenas,
más infidentes que altos cirrus inspirarán tu canto.
Muere poco a poco sobre el muro; a la vista
los bien cebados cuervos; pero no gimas,
pisa quedo remordimientos y lamentaciones.
De la malicia, pureza de intención extrae.
Torna abeja a manotazos, ríos; suma insólita
Pellejos del instante; apresura, si lo puedes,
Pasos en lluvias iniciales. Seas tú quien
has de humedecerlas inéditos corpiños,
encuclillaras a la vera de hermosas trajineras,
conmemorarles cálidos pezones de naranja.
Inicia terrenal viajero el ejercicio,
te lo dictan gaviotas con buenos sentimientos,
carrozas con pajizas salomés ombligando.
Peor aún que maullido el clarinete
pero pronto empiézate a morir. Luna fría
echada sobre melancolías antes fuego;
hoy billete maniqueo. Avanza, cata
polvos húmedos, rinde homenaje
al cielo en tenebrosa pústula; así
cosa sabida ante los deslumbramientos.
Si bien escucharas estas letras, acabarías
azotando alegres batientes. Pisarías
empeñoso caminante fuego y ruta: ambos
concederían a tus huellas azufres vetustos.
Si murieras antes de tiempo, farol en pie,
aprenderías ofertorios cinéricos, mascaradas,
y la importancia de arrancar pronto, pálido
el semblante, hacia mingitorios del destino.
Carlos Illescas (1918-1998)
Modesta contribución al
arte de la fuga.
UNAM, Gobierno del estado
de Jalisco, México, 1988.
Jueves
El castigo es la palabra,
arrástrala una y otra vez hasta la cima del poema,
que después se derrumba.
La piedra tiene una irremediable inclinación por el abismo,
el abismo que siempre, también, se oculta en el zapato.
En el viejo mapa el abrazo fugaz de los cerillos,
el delicado perfume de la palabra olvido
y de tres palabras más que no recuerdo,
el olor también de la creolina.
Todo esto pasó hace mucho tiempo cuando el mapa
y un fuego fatuo en el desierto.
Sé que acomodé las piezas de la casa en el ropero
y que la historia que ahora cuento
no es para guardar memoria,
o una gota de sal en la piel de la noche.
Nada más un viernes para decir que no,
que nadie pueda armar otra vez la gota de agua.
Norberto de la Torre (1947)
El arte del tropiezo.
Secretaría de Cultura de San Luis
Potosí, San Luis Potosí, 2016
Viernes
Fase folicular
El nacimiento de la palabra no está en la lengua, sino en la entraña. Escapa de los ovarios para engendrarse en el cuerpo que está atado a mi sombra: una silueta negra que me imita, pero no me permite ver quién soy.
–Priscila, las sombras son palabras.
No, las palabras son células muertas; son el cabello que cuelga de mi cráneo y crecen como rosales trepadores hasta tocar los planetas en el espacio.
–Del otro lado de la palabra tampoco hay nadie.
Y entonces, si no estoy en las palabras ¿en dónde estoy?
Si digo sufrir ¿sufro?
Si digo vivir ¿vivo?
Si digo mujer ¿existo?
Si digo Priscila ¿soy?
El lenguaje es la muerte. La entraña es vida. Escribir es un ciclo entre ciclos donde aquello que engendré culmina en un charco de sangre seco.
Priscila Palomares (1994)
Ecografías
Conarte, México, 2019
Sábado
Rápido
Rápido
Más rápido
Todo tiene que ser rápido
Ahora
Hoy
Siempre
Rápido
Más rápido
Un minuto
Un segundo
Rápido
Más rápido
Piensa rápido
Hazlo rápido
Vive rápido
Reacciona rápido
Debe ser rápido
Más rápido
No hay tiempo
Rápido
Produce rápido
Compra rápido
Desperdicia rápido
Y por favor
Apresúrate
Muere rápido
Fernando Díaz Cid (1969)
Paroxismo sutil
Trajín, México, 2019
Domingo
Mudanza
encerrado en el tsuru de mi padre
pongo mis manos en el volante
tal vez no entienda nada
pero sé conducir un auto estacionado
a través del parabrisas
veo el camión de mudanza con su marcha fría
llevándose los problemas de mis padres
las lámparas que ya no soportan la luz
en la familia ocurren cosas
mucho más importantes
como para prestar atención
al niño que no alcanza el freno
hora de bajarse de ahí
no hay tiempo para tus niñerías
Luis Lugo (1985)
Restaurante Bar familiar
Tierra Adentro, FCE, México, 2019
Donceles #66,
Centro Histórico,
alcaldía Cuauhtémoc,
Ciudad de México,
06010.
(+52)55 5208 2526
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