Poema del día

Siete poemas para esta semana. Selección de Felipe Garrido

Lunes, 30 de mayo de 2022
Por: Felipe Garrido

Un poema al día, para que quienes puedan se lo pongan encima y lo atesoren en la memoria.

 

Lunes

Esta luz

A Anela

En el fondo del patio se serenan
el helecho, la hierba, el moscardón
que hace seis horas era el calor y la energía sorda.
Descansa la luz de todo el día
alrededor de los objetos, fuera del lustre,
ausente del vigor, tranquila.
Descansa la luz de sí misma en la tarde
y da a lo que roza una dignidad dorada y enfermiza.
La luz descansa en la luz
y adopta una calidad de baño de oro y de madera.
El gato prefiere esta luz,
se esconde el cazador mejor en esta luz,
pero a mí me gusta el vigor y el moscardón zumbando.
Esta luz es la antesala de la otra,
que es la antesala de la otra,
que es la antesala de la noche.
La luz del mediodía es ella misma.
En esta luz de las seis hay una que contiene
el hilo de seda que ahorcará a este día.
Yo desconfío de esta luz que como el gato
se mueve hermosa y lentamente.

Antonio Deltoro (1947)

Sobrevivencia

Una vez viste la verdad,
ya no te acuerdas.
Llueve
y sonríes
al sentir la lluvia
que, muchos años después,
sigue cayendo.
Qué maravilla reducirse,
concentrarse,
no salir,
no abarcar,
quedarse con la lluvia,
no con el trueno y el rayo
que enceguecen
al oído y al ojo
cuando caen
juntos, los dos,
al mismo tiempo.

Antonio Deltoro (1947)

Jueves

a los amigos del jueves

El jueves amanece a la misma hora que todos los días y mucho más abierto.
Es tan generoso conmigo que me entra en la mano caluroso y preciso como [una pelota de esponja.
Discreto, como esas cosas que por fuera son nada, a veces amanece nublado
como si el miércoles no lo anunciara con sus gritos agudos.
Es tan grave, sin duda, que sirve a la sorpresa caminando tranquilo por las [noches del
viernes.
Se come a gajos como una mandarina y por las tardes sabe como una manzana.
En todos los jueves está presente el jueves, aun hoy que es martes está [presente el jueves.
Se puede caminar los jueves como Cristo en las aguas del lago Tiberiades
e ir sin pisar jamás ni lunes ni domingo derechito hasta el jueves.
Sus mañanas están pobladas de aceras, de calles, de periódicos,
hay gente que las vive miércoles y hay gente que las vive viernes,
yo las vivo jueves como un viaje intensísimo y largo o como un sueño que no quiere
acabar.
Apenas son las doce y ya he conocido mujeres que me han llevado al entusiasmo,
la pelota ha golpeado la pared, me ha llenado de vejez un anciano.
Los jueves el tiempo se detiene, surgen la poesía y los amigos,
es un día de piernas fuertes y de mirada serena en donde por las noches [transcurren muchas
vidas.
Abandono el volante y me voy a volar, es jueves en el tiempo del mundo,
es jueves en este acantilado sobre esta playa tenue,
es jueves hoy por la mañana, es jueves en los labios del jueves.
En el viaducto blancas paredes conducen al auto por la noche,
todo tiempo es jueves entre un puente y otro hacia la casa.
El árbol de los jueves es ancho como el tiempo de los jueves,
los pájaros cubren sus elevadas ramas y surcan el espacio:
el cielo de los jueves es un archipiélago de islas alargadas.
Trepar a las primeras ramas de ese árbol es mirar de cerca la distancia, montar [en el
asombro,
saber que si un jueves es un tigre, el otro puede ser volcán y parecerse.
De mañana, cuando el patio se abre suspendido en el juego,
cuando se entra por fin a la clase de historia,
cuando las tardes estimulan la fuga y se quedan atrás,
olvidados en el aula, los apuntes de química, entre niños estudiosos y niñas [aplicadas
se prepara a lo lejos el partido nocturno.
También los jueves la gente se suicida, pero no es la misma del lunes o del [sábado,
los suicidas del jueves son suicidas serenos, irrevocables,
que se hunden en las aguas del jueves para siempre.

Antonio Deltoro (1947)
Poesía reunida (1979-2014)
Edición de Juan Carlos Abril.
Visor / Conaculta, México, 2015.

Martes

Madre mía, muriera yo,
y no me casara, no.

Cancionero musical de Palacio, 154.

287 Soy casada y vivo en pena;
¡ojalá fuera soltera!

Flecha “La caza”, ms. de Barcelona.

288 Desde niña me casaron
por amores que no amé:
mal casadita me llamaré.

Segunda parte de la Silva.

289 Soy garridica
y vivo penada
por ser mal casada.

Fernández de Heredia, p. 104.

293 La bella mal maridada,
de las más lindas que vi,
si habéis de tomar amores,
vida, no dejéis a mí.

Cancionero general.
Suplemento, núm. 288.

294 Queredme bien, caballero,
casada soy, aunque no quiero.

Cancionero musical de Palacio, 173.

295 Y la mi cinta dorada
¿por qué me la tomó
quien no me la dio?
La mi cinta de oro fino
diómela mi lindo amigo,
tomómela mi marido.
¿Por qué me la tomó
quien no me la dio?
La mi cinta de oro claro
diómela mi lindo amado,
tomómela mi velado.
¿Por qué me la tomó
quien no me la dio?

Narváez, núms. 40-45.

298 Ardé, corazón, ardé,
que no os puedo yo valer.
Quebrántanse las peñas
con picos y azadones,
quebrántase mi corazón
con penas y dolores.

Narváez, núm. 48.

299 Moriré de amores, madre,
moriré.

B.N.M., ms. 4257, fol. 39.

Margit Frenk Alatorre,
Lírica hispánica de tipo popular.
UNAM, México, 1966.

Miércoles

Hoy era un día así

En el que el olor a albahacase esparcía como
luz meridional en el ambiente de los años
venideros.
Un día para contar historias y hormigas, las
que han caído muertas en la hilera de
begonias, Un día en el que todas las cosas,
menos una, encuentran su sitio en la melodía
de sombras que viven esperanzadas al rayo de
luiz que las engendra.
Un día tal, que la radio en la mesilla de noche
percibía mis nostalgias. Las adivinaba con sus
voces de jazz y viento.
Hoy era un día así, por arriba del mar y bajo la
luna, por el medio de los duraznos en flor.
Hasta que entendí que los días así, se nublan
antes de que nazca el sol.

Lilitt Tagle (1941)

Separación

Las ausencias se guardan
en maletas oscuras
o blancas o tristes.
Las ausencias no toleran
las casas cerradas
los manteles largos
las luces sin nombres.
Las ausencias se nutren
de guijarros de vida
brillantes y limpios
como ojos de lince.

Lilitt Tagle (1941)
Komorebi
Alberto Avelar, Orizaba, 2019.

Jueves

Grande es el odio

1. Grande y dorado, amigos, es el odio.
Todo lo grande y lo dorado
viene del odio.
El tiempo es odio.
Dicen que Dios se odiaba en acto,
que se odiaba con fuerza
de los infinitos leones azules
del cosmos;
que se odiaba
para existir.
Nacen del odio, mundos,
óleos perfectísimos, revoluciones,
tabacos excelentes.
Cuando alguien sueña que nos odia, apenas,
dentro del sueño de alguien que nos ama,
ya vivimos el odio perfecto.
Nadie vacila, como en el amor,
a la hora del odio.
El odio es la sola prueba indudable
de la existencia.

2. Y el miedo es una cosa grande como el odio.
El miedo hace existir a la tarántula,
la vuelve cosa digna de respeto,
la embellece en su desgracia,
rasura sus horrores.
Qué sería de la tarántula, pobre,
flor zoológica y triste,
si no pudiera ser ese tremendo
surtidor de miedo,
ese puño cortado
de un simio negro que enloquece de amor.
La tarántula, oh Bécquer,
que vive enamorada
de una tensa magnolia.
Dicen que mata a veces,
que descarga sus iras en conejos dormidos.
Es cierto,
pero muerde y descarga sus tinturas internas
contra otro,
porque no alcanza a morder sus propios miembros,
y le parece que el cuerpo del que pasa,
el que amaría si lo supiera,
es el suyo.

4. Aunque alguien crea que el terror
no es sino el calcetín de la ternura
vuelto al revés,
sus pastos no son esos.
No están ahí los comederos
del terror.
La ternura no existe sino para Onán.
Y nadie es misericordioso
sino consigo mismo.
Nadie es tierno, ni bueno,
ni grandioso en el amor
más que para sus vísceras.
La perra sueña que da su amor al niño,
Goza amamantándolo.
Reino es la soledad de todas las ternuras.
Sólo el terror despierta a los amantes.

5. Para el odio escribo.
Para destruirte, marco estos papeles.
Exprimo el agrio humor del odio
en esta tinta,
hago temblar la pluma.
En estas hojas,
que escupo hasta secarme, arrojo
todo el odio que tengo.
Y es inútil. Lo sé.
Sólo te digo una cosa:
si estas últimas líneas
fueran gotas,
serían de orines.

6. De pronto, se quiere escribir versos
que arranquen trozos de piel
al que los lea.
Se escribe así, rabiosamente,
destrozándose el alma contra el escritorio,
ardiendo de dolor,
raspándose la cara contra los esdrújulos,
asesinando teclas con el puño,
metiéndose pajuelas de cristal entre las uñas.
Uno se pone a odiar como una fiera,
entonces,
y alguien pasa y le dice:
“vete a cenar, tigrillo,
la leche está caliente”.

Eduardo Lizalde (1929-2022)
El tigre en la casa.
Selección y nota introductoria
de Luis Ignacio Helguera.
Material de lectura. Poesía moderna, 147.
UNAM, México, 2022.

Viernes

Non omnis moriar

¡No moriré del todo, amiga mía!
de mi ondulante espíritu disperso,
algo en la urna diáfana del verso,
piadosa guardará la poesía.
¡No moriré del todo! Cuando herido
caiga a los golpes del dolor humano,
ligera tú, del campo entenebrido
levantarás al moribundo hermano.
¡Tal vez para entonces por la boca inerme
que muda aspira la infinita calma,
oigas la voz de todo lo que duerme
con los ojos abiertos de mi alma!
Hondos recuerdos de fugaces días,
ternezas tristes que suspiran solas;
pálidas, enfermizas alegrías
sollozando al compás de las violas…
Todo lo que medroso oculta el hombre
se escapará vibrante del poeta,
en áureo ritmo de oración secreta
que invoque en cada cláusula tu nombre.
Y acaso adviertas que de modo extraño
suenan mis versos en tu oído atento,
y en el cristal, que con mi soplo empaño,
mires aparecer mi pensamiento.
Al ver entonces lo que yo soñaba,
dirás de mi errabunda poesía:
era triste, vulgar lo que cantaba…
mas, ¡qué canción tan bella la que oía!
Y porque alzo en tu recuerdo notas
del coro universal, vívido y almo;
y porque brillan lágrimas ignotas
en el amargo cáliz de mi salmo;
porque existe la Santa Poesía
y en ella irradias tú, mientras disperso
átomo de mi ser esconda el verso,
¡no moriré del todo, amiga mía!

Manuel Gutiérrez Nájera (1859-1895)
Marfil, seda y oro: una antología general
Estudio preliminar, selección de historia,
política, periodismo, estética, crítica
literaria y crónica de Claudia Canales.
Ensayo crítico y selección de narrativa
de José María Martínez.
Ensayo crítico y selección de poesía
de Gustavo Jiménez Aguirre.
UNAM / FCE, México, 2014.

Sábado

La Virgen y el ciego

Camina la Virgen pura
de Egipto para Belén;
en la mitad del camino
el Niño tenía sed.
Allá arriba, en aquel alto
Hay un verde naranjel:
un viejo lo está guardando,
¡qué diera el ciego por ver!
–Ciego mío, ciego mío,
¡si una naranja me dier
para la sed de este niño
un poquito entretener!
–Ay, señora, sí, señora,
tome usted las que quisier.
La Virgen, como era virgen,
no cogía más que tres;
el Niño, como era niño,
todas las quiere coger.
Apenas se va la Virgen
el ciego comienza a ver.
¡Quién ha sido esta señora
que me hizo tal merced!
–Ha sido la Virgen pura,
que va de Egipto a Belén,

Anónimo

Tocotín

Amada Señora,
si te vas y tristes
nos dejas, ¡oh Madre,
no allá nos olvides!
Por mucho que el cielo
ya te regocije,
¿no te acordarás
de quienes aún gimen?
Todos tus devotos
allá han de subirse,
o Tú has de subirnos
con tu mano, ¡oh Virgen!
Pues agradecido
tu amado Hijo vive
contigo, ¡por todos,
oh Madre, suplícale!
Y si Él no quisiere,
recuérdale y dile
que tu tierna Carne
virginal le diste;
que bebió la leche
con que Lo nutriste,
y que –pequeñito–
Su sueño meciste.
Tus pobres devotos
seremos, felices,
por Tu mediación
dignos de servirte.
Y echando a rodar
nuestras culpas tristes,
iremos al Cielo,
verémoste, oh Virgen:
donde para siempre
Tú reinas y vives;
donde tu mandato
siempre ha de cumplirse.

Sor Juana Inés de la Cruz (1648-1695)

Villancico
Para la Nochebuena
del Niño de Rosales

Entre el día y la noche,
la del alba sería
¿quién nos salvará?
En el cielo y la tierra,
veinticuatro del día
¿quién nos salvará?
Entre el Sol y la Luna
una estrella venía,
quien nos salvará.
Espuma sobre nácar,
vientre de la azucena
ya resplandecía:
Tú nos salvas,
criatura soberana.

Ernesto Mejía Sánchez (1923-1985)

Flor de flores a la Virgen y el Niño
Colección y portal de Andrés Henestrosa
Época, México, 1965.

Domingo

[Once] Canciones para cantar al amante

Frente al espejo:
arañas montan
rubios mares,
brillante pez
devorando trigales
o playas,
claridades de abeja.
*
Tu amor
el aire
tu amor.
*
De arena
sed
de arena
o vino
tu saliva.
*
Sed
de serena sed,
de estrellas.
Y volvemos al mar
adornando sus brillos
y sus meneos.
*
Del color de las fieras
y corales,
gozas
gozando
gozándome.
*
Sí,
se desorienta
de delgadaque está.
*
La sien,
la boca,
el cuello.
*
Lo terreno
frutal.
Así te miro
sol,
te miro miro
en mi sudor,
en el cuenco de mi ombligo.
*
Te veo venir,
mirar
mirando
mares para navegar,
ocres mares

muriendo en cada vuelta,
en cadarizo muriendo,
en cada mar al trote tú
muriendo rojo mar
de vientres y colmenas.
*
Ay en tus manos
mi mano.
*
Atada al mar
me llevas
y de noche,
de la cintura
a los cabellos
sobre tu cuerpo.

Ethel Krauze (1954)
Ethel Krauze, Kyra Galván, Beatriz Novaro.
Un tren de luz.
UNAM, Punto de Partida, México, 1982.


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