Poema del día

Siete poemas para esta semana. Selección de Felipe Garrido

Lunes, 20 de Febrero de 2023
Por: Felipe Garrido

Lunes

Inventario

teníamos la piel cosida al labio
una sutura esmerada en la costumbre
teníamos voz teníamos manos
y un beso eterno consumado al margen de la carne

teníamos también una ausencia fugitiva
un artificio contrapuesto a la orfandad
y celebrábamos el pan lo mismo que la roca
porque no había en nuestro inventario nada perentorio

teníamos fruta recién cortada
granadas higos nísperos
también soledades y caprichos
pero teníamos la piel cosida al labio
y no había jugo o pulpa que bastase

nos habitaba el desierto
letargo de los cuerpos
y cada abrazo nos llevaba del delirio a la miseria

teníamos vocación para el naufragio
profanaciones quemaduras y misterior
teníamos un pefume amargo y la espuma de los mares
pero también apuestas enterradas como huesos
y porque habíamos puesto aquello al centro de la herida
y todo beso era sutura capricho apuesta muerta
compensábamos lo omiso con el llanto
lo roto con lo ausente
y compensábamos lo erróneo en la garganta
exilio y profecía
desbordado apartamiento

Carlos Adolfo Gutiérrez Vidal (1974)

El durazno

no hay gloria sin vacío
ni voluntad que no contemple
la propia desnudez

tampoco hay fruta
sin zumo y sin mordida
sin árbol o cuenco que la ampare

pero es el durazno cosa distinta
casi animal y casi monstruo
si se come durante el crepúsculo corta la leche
si se lleva al desierto aumenta la sed y mata

no debe consumirse un durazno
cuando se está indefenso
tampoco es buena su piel
al contacto con las lágrimas

no debe presentarse el fruto ámbar a los presos
ni verter su jugo en las garrafas

y es que el durazno es cosa mala
la tersa piel que miente
la pulpa venenosa
el seco corazón que oculta
una almendra amarga

tiene malas intenciones el durazno
es casi un liquen que se encarna
hasta fundir la entraña

y no hay vacío sin gloria
ni contemplación voluntariosa
de las faltas

tampoco hay fruta
que se rehúse en presencia de la sed
ni quemadura que sane entre la hierba

pero uno se aferra al hueso del durazno
y anida el desvelo en los riñones
uno suspira y ablanda la substancia
hasta que aquello aquella fruta mala
se consagra bajo el pecho
como savia trasplantada

no hay alimento en el durazno
tampoco es bueno llevarlo entre las manos
o acercarlo sin peligro hasta el regazo

vino el durazno de un árbol penitente
como una roca iluminada en tierra extraña,
sucio tributo de batallas raras
insultante ofrenda que descama

y nodebe acariciarse la piel de ese durazno
ni debe uno desbordarse cautivado por su aroma
no debe buscarse el gozo entre su carne
ni ceder a la congoja de su almendra

porque vino el duraznode un árbol que castiga
las aguas del lago que lo nutre
vino el durazno a pronunciar su sal en la inocencia
y a condenar el barro y los canastos

pero no hay gloria sin desnudez
ni voluntad que no involucre
otro vgacío

tampoco hay corazón
sin fruta y sin veneno
sin piel o raíz que no se muerda

Carlos Adolfo Gutiérrez Vidal (1974)
Omisiones
Pinos Alados, Querétaro, 2022.

Martes

Tríada

1
Cientos de trinos reunidos en su nombre,
contándose sus vidas
sin la más leve intromisión.
Su ritmo íntimo, fatal,
fue para mí una confesión
guardada tanto y tan hondo
que se llega a olvidar,
que sólo sale a flote
al perder volumen.
Cuando cerebro, cráneo,
músculos todos,
se llenan de aquellas confidencias
y el velo del paladar delata.
Acaso hablamos por la herida,
lesión cantábile
purulentamente deslumbrada:
”Deja de opacar, de dañar,
deja fluir la transparencia,
deja que ocupe su lugar.”
Amarga la desafinación,
más que amargo el miasma,
el desatino,
cuando la voz se sabe
fuerte, firme.

2
El Gran Cantor, ruiseñor,
se estrelló en el ventanal.
Los niños cavaron su fosa con esmero,
metieron la caja poco a poco,
pusieron tierra de por medio;
configuraron luego
la parte que se ve,
que se vería en adelante.
Como si aquello fuera un templo
de cúpula translúcida
donde el cadáver alabara al mundo
desde una plena soledad.
Eso que en un descuido
sale en vida por los ojos,
por el tono agudo
del continuo.:

3
Naturaleza en estado de gracia,
atiende a mi pregunta:
¿dónde deseas estar?
En una cierta habitación del hospital,
llena de frascos colgantes, frutos,
tanques de oxígeno, trigales,
tubos, pesadez, olores químicos.
Allí, al lado de un hombre sonriente
pese a su cuota de dolor,
una traba muy antigua se soltó…
No duró mucho. Casi nada.
Fue transcurso imantado
hacia una exigua sucesión
de hechos sin sentido,
con la lengua y la memoria
en libertad, un grito
como nunca,
perforada oscuridad,
mirlo silencioso,
uno y trino.

Pura López Colomé (1952)

De paso

Las primeras
de las últimas
alas del mundo.

Paul Celan

1
Aves del claustro
de la primera luz,
las vivas siempre
en el cautiverio del amor,
las sin el aire libre,
las sin el amplio movimiento.
Hoy mismo estarán contigo en el Paraíso,
disfrutando, sorbiéndose
cual jugos nutritivos
para el cóndor, el águila,
el buitre.

2
El día que la mujer
se dio cuenta de todo,
puso término por propia mano
a sus temores más profundos.
Abandonó la casa,
elegante y perfumada,
al escuchar las campanas
del templo cotidiano,
pero con rumbo bien distinto.
Una jaula en cada mano
y un salmo que desde ahí
ascendía: madre miaaaa…
Regresó al atardecer,
las manos secas;
se sentó en su mecedora,
otra cuna, otra jaula,
y no volvió a despertar
al estr+epito del viaje.
Diríase, entre humanos,
que fue clavando el pico.
Entre pájaros,
que alguien decide prescindir
de alhambras,
emoción,
emblemas.

Pura López Colomé (1952)
Intemperie
Juan Pablos Editor / Ediciones
sin Nombre, México, 1997.

Miércoles

Decisiones

Te robaste el sol
te robaste la luna
el viento
los versos
--vacío el corazón--
¡me robaste!
Soy tuyo
como tuyos son el tiempo
el coro de los pájaros,
los juegos.
Cabes en mi mano
en mi cuerpo
en mi pequeño universo.
Tienes la sonrisa
de una tarde de abril
el andar de los sueños.
Estás en mí
estoy en ti.
Lo siento.
No
no hay más tiempo
ya no.
Ven a mí
--amor--
decídete...
espero.

Flavio Ramón Mendoza
Reminiscencias.
Poemas de amor, erotismo, soledad y muerte.
Conaculta / Culturas populares, México, 2005.

Así

Vueltos en la cama,
ya del mismo lado,
la abrazo y me aferro
a su pelo largo.
Así yo me siento
cada noche a salvo
de la noche misma
y su desamparo.
Y así me abandono
al sueño diario
en la rama frágil
de su pelo largo.

Francisco José Cruz (1962)

Me desordeno, amor, me desordeno

Me desordeno, amor, me desordeno
cuando voy en tu boca, demorada:
y casi sin por qué, casi por nada
te toco con la punta de mi seno.
Te toco con la punta de mi seno
y con mi soledad desamparada:
y acaso sin estar enamorada
me desordeno, amor, me desordeno.
Y mi suerte de fruta respetada
arde en tu mano lúbrica y turbada
como una mal promesa de verano.
Y aunque quiero besarte arrodillada,
cuando voy en tu boca, demorada,
me desordeno, amor, me desordeno.

Carilda Oliver Labra (1922-2018)
En La pasión de los poetas. La
historia detrás del poema de amor
De Jorge Boccanera
Laberinto Ediciones / Universidad
Autónoma de Aguascalientes,
México, 2018.

Jueves

[Poesía y prosa]

La diferencia entre prosa y poesía consiste en que, mientras una no pide al lector sino que le preste sus ojos, la otra necesita de toda necesidad que le entregue la voz. Cada poeta tiene un estilo personal (a veces indicador de su postura estética) para “decir” sus poesías. Éste las canta, aquél las reza, otro las musita, uno más las solloza. Nadie se confina solamente a leer. Encomendad a quien queráis que diga un poema. En seguida impostará la voz a la tesitura del canto y a continuación el verso saldrá vibrando de su garganta, con un temblor de vida que sólo la voz le puede infundir: porque ocurre –mis amigos queridos– que así comoVenus nace de la espuma, la poesía nace de la voz.

José Gorostiza (1901-1973)

Dibujos sobre un puerto

A Roberto Montenegro

1. El alba

El paisaje marino
en pesados colores se dibuja.
Duermen las cosas. Al salir, el alba
parece sobre el mar una burbuja.
Y la vida es apenas
un milagroso reposar de barcas
en la blanda quietud de las arenas.

2. La tarde

Ruedan las olas frágiles
de los atardeceres
como limpias canciones de mujeres.

3. Nocturno

El silencio por nadie se quebranta,
y nadie lo deplora.
Sólo se canta
la puesta del sol, desde la aurora.
Mas la luna, con ser
de luz a nuestro simple parecer,
nos parece sonora
cuando derraman sus manos ligeras
las ágiles sombras de las palmeras.

4. Elegía

A veces me dan ganas de llorar,
pero las suple el mar.

5. Cantarcillo

Salen las barcas al amanecer.
No se dejan amar,
Pues suelen no volver
O sólo regresan a descansar.

6. El faro

Rubio pastor de barcas pescadoras.

y 7.

Oración

La barca morena de un pescador
cansada de bogar,
sobre la playa se puso a rezar:
¡Hazme, Señor,
un puerto en las orillas de este mar!

José Gorostiza (1901-1973)

Épodo

Esa palabra que jamás asoma
a tu idioma cantado de preguntas,
esa, desfalleciente,
que se hiela en el aire de tu voz,
sí, como una respiración de flautas
contra un aire de vidrio evaporada,
¡mírala, ay, tócala!
¡mírala ahora!
¡mírala, ausente toda de palabra,
sin voz, sin eco, sin idioma, exacta,
mírala cómo traza
en muros de cristal amores de agua!

José Gorostiza (1901-1973)
Poesía
Notas sobre poesía / Canciones para cantar en
las barcas / Del poema frustrado / Muerte sin fin

FCE, México, 1971 (2ª ed.)

Viernes

Bailar de druidas

… para vivir es preciso
traicionar fantasmas…

G. Bachelard

El baile brujo inició un ritual
el giro perfecto de los cuerpos
destejió las sombras.
Emanó el conjuro,
rescatarse de los muros,
traicionar fantasmas,
encontrar el remanso suave de unos ojos.
Estalló gozoso el universo
la vida me arropó en su luz.

Las manos
movieron paralelamente su pincel
de muerte y renacimiento;
dibujaron dos vidas.
En dispares movimientos
coincidió el presente
subiendo
bajando.
Horror y sueño
pintaron hondo.
Se dio el encuentro
pincel con pincel
inventaron nuestra historia.

Abrí la ventana al huracán,
viento y frío
arrastraron el sueño a un sitio sin sombra aún,
pero es probable
que refugiado en cualquier rincón
se esconda su realidad.

Tu ausencia llenó mi vida.
Dialogo con el silencio
para tratar de entender
una huida, las palabras rotas, los sueños
quebrados.
Cruza tu voz
queda
oculta
perdida.
Vivo el vacío.
No hay respuesta
te sigo amando.

Cerrar los ojos
e inventar sueños,
extender las manos
y palpar su esencia
hilvanándonos a la vida para seguir creyendo.
Porque contigo
y sin ti,
he rayado la locura.

No te encuentro
te busco, no te palpo,
en mi dolor me aferro
a tu existencia en mí confusa.
Te niego para afirmarte
me voy para volver a ti
quiero mi voluntad y lucho.
No entiendo la tuya
la tomo, no hay opción.
Te escucho, silencio.
Te quiero, presencia.
Dios duele, me dueles mucho.

Tengo miedo
miedo del recuerdo
por olvidar mi nombre.
Me arranca los días tu sombra
los clava en la vida para verlos brotar
los riega el sereno
y el llanto lunar de tu sueño
los estremece.
Crecen los días entretejiendo
al fantasma.
Esparce el anhelo su esencia
y germina mi piel.
Tengo miedo
miedo del recuerdo
por olvidar tu nombre.

Fueron sus miradas
las palabras
que el tiempo tibiamente convirtió en ternura.
El tacto suave de sus manos
se empeñó en sanarme.
Poseedores del secreto
acunaron mi verdad
en un nicho.
Nunca cesó su voz.
Nunca venció el silencio.

Bailen los druidas
que se aquieten los malos espíritus
que las brujas no invadan los cielos
que los duendes no coman cerebros
que los gatos no hechicen el alma.
Bailan los druidas
que los santos descansan en paz
que el horror ha dormido de pronto
que el saber ha habitado a los hombres
que tu luz ha encendido mi hoguera.

Miedo…
de ti,
de perderte.
Miedo de todo,
de este remolino que levanta fantasmas
los alborota, los inquieta
no los arrastra, no se los lleva
permanecen.
Me habitan sin descanso
en continuo aleteo.
Nunca duermen.
No cesa en el aire enfurecido
un movimiento obsesivo
inalterable.
Que pare, que no sople más.
Una tregua, un aliento
que pueda al fin
pronunciarte en paz.

Corro tendida
el mundo se abre
extiendo los brazos y no alcanzo a cubrirlo.
¡Es mío, mío!
Todo es luz.
Sopla el aire, me roza, me toca,
me envuelve.
Brilla el Sol, quema mi piel, la enciende
y es la Luna quien la aquieta,
la besa.
Baila la lluvia, me moja, la gozo,
cantamos,
todo es carcajada.
Ha nacido la vida
he nacido a la vida.
Corro tendida
el mundo se abre
extiendo los brazos y vuelvo a tu lado.

Maricarmen Pitol.
Bailar de druidas.
Edicions Nautilus.
Centro Queretano de Escritores.
Querétaro, 1996.

Sábado

El poema infinito

A la memoria de
mi tía Maricela

Escribo poesía sin conocerte,
sin que me conozcas,
y la escribo a solas, aislado,
pero contigo.
Escribo poesía mientras algunos hacen el amor
y otros rompen sus relaciones,
mientras algunos se enamoran y otros se reconcilian,
mientras algunos nacen y otros mueren.
Esascribo poesía mientras algunos enferman
y otros sanan,
mientras algunos odian y otros perdonan,
mientras algunos fraguan algún delito
y otros se rinden ante la culpa.
Escribo poesía mientras algunos ríen y otros lloran,
mientras algunos rezan y otros blasfeman,
mientras algunos reciben una gran noticia
y otros sienten que su vida se desmorona.
Escribo poesía sin conocerte,
sin que me conozcas
y la escribo a solas, callado pero contigo.
Escribo poesía mientras las aves cruzan el cielo
y las nubes destellan de luz.
Mientras las manadas atraviesan la tierra
y los árboles coronan sus flores,
mientras los cetáceos suecan los mares
y los barcos rompen las olas.
Escribo poesía mientras se hace la guerra
o se declaran pactos de paz,
mientras el gobierno ríe o el pueblo se levanta,
mientras la vida sopla o la muerte espera.
Escribo poesía poeque cada poema vibra con el mundo,
se entrelaza con el tiempo,
pertenece a cada ser que respira
y rememora a quienes ya no viven.
Escribir poesía es un acto de rebeldía,
de confrontación,
de librar primero la batalla consigo mismo
y después declarar la paz con el entorno.
Escribo a solas, aislado y en silencio pero contigo;
porque la poesía es de todos, todos somos poesía,
y cada poema que yo escribo no es mío,
es tuyo, de aquél, del mundo entero.
La vida sigue y el poema se detiene;
el poeta muere y la poesía subsiste.
Escribo poesía sin conocerte,
sin que me conozcas,
y la escribo contigo porque
todos somos el poema, el poema infinito.

J. Moz (1980)

¿Quién?

Infinita y suspendida:
cada noche.
La espera me asedia
entre brumas hoscas
y horas mudas.
Gota a gota:
el tiempo
un oscuro sueño,
un agudo recuerdo.
Y yo espero.
Cae una mano
con el peso del mundo,
con la promesa de nada.
Y yo espero.
A través del aire:
la asfixia.
En la asfixia:
mi mundo.
Y yo espero.
Nadie llega,
salvo un relámpago
de silencio.

J. Moz (1980)
La luz y el estruendo.
Callejón Literario,
México, 2021.

Domingo

Dos visiones

A Santiago Cuenca Poblet

I
A mi izquierda
me habla angustiado el poeta.
Las palabras le faltan
y las canas le sobran,
En sus ojos ronda la muerte.

II
Baila Afrodita.
Sus articulaciones mecánicas giran 360°.
Sus ojos no saben de amor
pero leen el calor cuando,
en pago de su cuerpo amaestrado
caen los denarios.
Bajo su piel el silicio ha subyugado la vida.
Su baile estremece.

César Guerrero (1978)

Nada y penumbra

A Cyrill Collard

Duermen los niños con sus cabellos delicados sobre almohadas limpias.
Duermen juntos los muslos sobre lechos tibios y seguros,
convencidos de que faros velan las banquetas
y de que las cloacas han quedado bien selladas.
Sí, bien selladas.
Trabajan las bombas como Goliats domados
para que ascienda hasta los blancos mosaicos, ñimpia, el agua.
Otros tubos abren además sus fauces
tras las rejillas-bozales con que resguardan su aliento,
puestos a tragarse los pecados del mundo,
el pus de sus heridas infectas,
sus dolores ocultos
y los secretos innombrables.
Se agitan sin embargo las entrañas de los puentes, donde la luz no existe.
Bajo las calles, entre raíces de casas y edificios,
tras muros inmunizados con cal,
siniestras sombras desfilan ciegas reconociéndose en el tacto,
como reconoce al techo el humo que escapa sensual
de la colilla inerte de un cigarro.
A las educadas márgenes del río,
bajo el murmullo de las autopistas,
yacen varillas, esqueletos corroídos,
cables y nervios que pueden romperse.
Por un instante,
El mismo enque la Luna
pesa sin rostro en el cenit,
se descorren los cerrojos
para desatar salvajes placeres
sobre el mármol roto de criptas respetables.
Las sombras hedónicas se arrastran y acarician,
respiran deseo desde sus pieles corruptas como el fango.
Ninguna de ellas tiene nombre,
ni pasado ni futuro, salvo el que les dicta su silueta.
Se desvanecen vacías
en la garganta de la madrugada.
antes de que el alba se anuncie siquiera.

César Guerrero (1978)

La peste

A Werner Herzog

… y en lugar de entristecerlos,
el aviso de la muerte los liberó.
Exprimieron horas de la luz
como jugo de las uvas.
Bailaon,
cantaron,
se enamoraron.
Olvidaron sus penas para siempre.
Todos abrazados,
eligieron sonreír
y cometer un último pecado;
Vivir.

César Guerrero (1978)
Apuntes del subsuelo.
Ediciones Urdimbre, México, 2005 (2ª ed.)


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