Hiram Ruvalcaba, escritor de Zapotlán; don Eulalio Partida, refugiado español en tierras mexicanas; Valeria Guzmán, mujer de ojos azules, y otra mujer de ojos azules, escriben, sin pensar en Ortega y Gasset, los cuentos que integran la colección titulada El espectador. En este juego pirandelliano, unamunesco y un poco pessoano, los personajes van y vienen en busca de la circunstancia que les permitirá convertirse en seres de ficción que, de una manera o de otra, se corresponden con los que pertenecen a la llamada realidad.
Hiram Ruvalcaba nos entregará próximamente su colección de cuentos y, por lo pronto, nos advierte que ese libro viene a completar el primer capítulo de su ya vasta obra literaria. Recomiendo a los lectores, de manera muy especial, el cuento titulado “Gimnopedia”, que se apoya, de forma inteligente y misteriosa, en la obra de Satie. En este cuento, la realidad punza y, a veces, liquida la vida o el porvenir de sus entes de ficción. Sin embargo, la música de Satie tiene la suficiente fuerza como para que estos perseguidos por el ramalazo del destino recompongan sus vidas y encuentren asideros para seguir aquí.
La prosa de Hiram es clara y precisa. No se anda por las ramas y aun en los más complejos juegos estructurales impone su voluntad de vivir, mientras que los aciertos de su estilo dan una fuerza mayor a la expresión y, sobre todo, a la imaginación, a la que da rienda suelta y al mismo tiempo domeña y pone al servicio de la anécdota. Tal vez por estas razones la excelente casa editora, radicada en Colima, “Puerta abierta”, se decidió a publicar esta ya madura obra juvenil.
En el cuento titulado “Milagros”, la canción “J’attendrai”, de Poterat, da sentido a una historia en donde las memorias y la fuerza del presente se mezclan para crear un cuadro mágico. En este cuento, como en la mayoría de los otros, la ciudad de Sayula y el clima físico y espiritual del sur de Jalisco son el escenario de unas narraciones que son, por una parte, sanamente costumbristas y, por la otra, se instalan en un momento histórico del mundo y se apoyan en atinadas referencias literarias.
El cuento que da título al libro tiene un epígrafe de José Emilio Pacheco que ayuda a crear la atmósfera de una narración en la que los seres reales, como el macabro Gustavo Díaz Ordaz, se unen con personajes tan difusos como la luna llena y su presencia solitaria.
Me interesó de manera muy especial el cuento titulado “El canto de Ofelia”. El personaje central de esta historia es una habitación que refugia y devora a los seres humanos que buscan en ella un lugar de retiro y de vida pacífica. Una canción de Lennon recorre las páginas del cuento y se une a Pink Floyd para dar vida a un momento histórico del pasado que es capaz de explicar el presente. Jean Simmons, en su papel de Ofelia, en el Hamlet dirigido por Olivier, deslumbra al autor y a sus personajes. El momento está marcado por las lágrimas de Dolores, que no puede resistir ante el dolor de Ofelia.
Hiram Ruvalcaba es un escritor culto y bien informado, pero, sobre todo, es un fabulador que sabe combinar sus amplios conocimientos con la anécdota que proviene del sueño y nace de la imaginación.
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