"Orientación para orientadores". Ricardo Yañez reseña el libro Manual del buen promotor. Una guía para promover la lectura y la escritura de Felipe Garrido

Lunes, 03 de Diciembre de 2012

Orientación para orientadores
Ricardo Yáñez


Manual del buen promotor. Una guía para promover
la lectura y la escritura,

Felipe Garrido,
Conaculta,
México, 2012.

Acaso el principal encanto de este libro consista en, como bien el subtítulo anuncia, no separar la lectura de la escritura, en extender una invitación al lector a pasar del consumo a la producción, para la mejor comprensión del fenómeno de la lectoescritura –o de la escritolectura. Sutilmente dosificada, la invitación, que se reitera de vez en vez, pudiera –no es así– dejar la impresión ya de un cliché, ya de una obsesión, pero contrariamente suscita la idea de estar hecha –y ¿por qué no?, calculada– desde la comprensión del fenómeno mismo, desde la voz de alguien inmerso desde siempre en una maraña de signos (letras, sílabas, palabras, comas, acentos, puntos y etcétera) que de pronto se resuelve en universo. Un universo que se agradece, y humilifica.

El guía es sobre todo atento con sus (posibles o seguros) lectores. Su tono, modesto, atempera el ánimo (admirativo) con que emprende la encomienda. Difícil, se sabe, es para cada autor dar con el tono de cada libro. Repetiré: modesto y admirativo a la vez es el de éste, no tanto un buen, sino un justo tono.

Confronta el libro lo utilitario y lo autónomo en relación con la lectura y la escritura, y –sin menospreciar necesidades– apuesta por lo segundo: la libertad en la elección de leer, de escribir. De otro modo dicho, por el gusto, por el placer.

Entre las conclusiones el hecho de que los promotores de lectura en el país enfrentan un doble reto: “Convertir en lectores autónomos capaces de escribir” a treinta millones de personas mayores de quince años, “alfabetos que no han rebasado los límites de la lectura utilitaria”, y ocuparse de que los menores de esa edad terminada su educación básica sean, “como resultado de esos diez o doce años pasados en las aulas, lectores autónomos, capaces de comunicarse por escrito con precisión y claridad”.

Nombremos algunos de los capítulos: Escribir es tan importante como leer, El buen promotor tiene que ser lector, Cómo elegir un texto para niños, Ilustraciones, Sentido y significado, ¿Hasta dónde hace falta comprender?

En relación con los dos últimos mencionados, el hecho de que gracias al sonido muchas veces el non sense, el sinsentido, pueda volverse sentido, y esta nota: “Lo importante no es entenderlo todo desde un principio: eso es imposible. Lo importante es hallar en lo que leemos suficiente sentido y significado para interesarnos en seguir leyendo.”

Un apartado entrañable es aquel en que Garrido hace una semblanza de su abuela lectora (en voz alta, en grupo) de los hermanos Grimm, donde se advierte que “el gusto por la lectura no se enseña”; “se transmite, se contagia”. Y, por otra parte, en un paréntesis, y esto reafirma la consigna de otro capítulo: “No es que leer sobre la lectura haga daño, pero no es lo primordial. Lo cardinal es que los promotores sean lectores.”

A diferencia del habla, hacia la cual como especie tenemos una disposición natural, “no existe hacia la escritura una prioridad biológica similar.” La segunda depende de la educación. De ahí la importancia de los promotores, que consistiría en hacer “crecer el número de lectores autónomos, capaces de escribir”.

Para leer la nota original, visite:

http://www.jornada.unam.mx/2012/12/02/sem-leer.html

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