Existen tres tipos de comillas: inglesas (“ ”), simples (‘ ’) y las angulares, también llamadas latinas o españolas (« »). En México, como en otros países de América, se recomienda utilizar en primera instancia las comillas inglesas, puesto que son las de uso más frecuente. Los otros tipos de comillas se reservan para entrecomillar partes de un texto ya entrecomillado: “ Antonio me dijo: ‘Vaya « cacharro » que se ha comprado Julián’”. Las comillas se escriben pegadas a la primera y la última palabra del período que enmarcan, y separadas por un espacio de las palabras o signos que las preceden o las siguen; pero si lo que sigue a las comillas de cierre es un signo de puntuación, no se deja espacio entre ambos.
A continuación se presentan los usos correctos y los usos desaconsejados de las comillas, según el Diccionario panhispánico de dudas (DPD) , de la Real Academia Española y la Asociación de Academias de la Lengua Española (Bogotá: Santillana, 2005). Cabe señalar que el DPD privilegia el uso de las comillas latinas o españolas, que corresponden al empleo en español peninsular. Sin embargo, como hemos dicho, en México y el resto de América éstas se sustituyen por las comillas inglesas:
Dice Rafael Lapesa en su obra Historia de la lengua española, a propósito de los germanos:
«En el año 409 un conglomerado de pueblos germánicos — vándalos, suevos y alanos — atravesaba el Pirineo y caía sobre España [...].
»Así quedó cumplida la amenaza que secularmente venía pesando desde el Rhin y el Danubio».
Hoy, lo normal es reproducir la cita con sangrado respecto del resto del texto y generalmente en un cuerpo menor. En ese caso, ya no son necesarias las comillas:
Dice Rafael Lapesa en su obra Historia de la lengua española, a propósito de los germanos:
En el año 409 un conglomerado de pueblos germánicos — vándalos, suevos y alanos — atravesaba el Pirineo y caía sobre España [...].
Así quedó cumplida la amenaza que secularmente venía pesando desde el Rhin y el Danubio.
Cuando se intercala un comentario del transcriptor de la cita, este debe enmarcarse entre rayas, sin necesidad de cerrar las comillas para volverlas a abrir después del inciso: «Es imprescindible — señaló el ministro — que se refuercen los controles sanitarios en las fronteras».
También se encierran entre comillas las palabras textuales que se reproducen dentro de un enunciado en estilo indirecto: «Desde Medicus Mundi reconocieron ayer sentir “impotencia y congoja” por este asesinato y exigieron “un compromiso de las autoridades para el esclarecimiento de estos graves hechos”» ( País @ [Esp.] 12.6.00). La inclusión, a través de las comillas, de un texto literal dentro de un enunciado en estilo indirecto es aceptable siempre y cuando no se incumpla alguna de las condiciones impuestas por el estilo indirecto, como, por ejemplo, la correlación de tiempos verbales o los cambios en determinados pronombres o adverbios. No sería aceptable, por tanto, un enunciado como el siguiente: Mi madre nos recomendó que «no salgáis a la calle sin abrigo» .
«“¡Oh, a él, a don Álvaro Mesía le pasaba aquello! ¿Y el ridículo? ¡Qué diría Visita, [...] qué diría el mundo entero!
”Dirían que un cura le había derrotado. ¡Aquello pedía sangre! Sí, pero esta era otra”. Si don Álvaro se figuraba al Magistral vestido de levita, acudiendo a un duelo a que él le retaba... sentía escalofríos» (Clarín Regenta [Esp. 1884-85]).
Sus palabras fueron: «No lo haré»; pero al final nos ayudó.
¿De verdad ha dicho «hasta nunca»?
Le preguntó al conserje: «¿Dónde están los baños, por favor?».
«¡Qué ganas tengo de que lleguen las vacaciones!», exclamó.
Minúscula inicial en 'historia' y prehistoria'