Poema del día

Siete poemas para esta semana. Selección de Felipe Garrido

Domingo, 25 de Marzo de 2018
Por: Felipe Garrido

Un poema al día, para que quienes puedan se lo pongan encima y lo atesoren en la memoria.

 

Lunes

La conversación

 

En la jaula del pensamiento no cabe

el amor que no dan.

La mentira cubre el planeta. Hay

visitas que no llegan

y parientes prestados. Una hija

aniquila a su padre,

un tenor canta La Traviata.

La voz se recuesta en la sangre

como existir bajo el sol. Pasa

el poder vestido de célebres venenos.

Del otro lado estamos tristes,

con furias dudosas, tristes, y

amores llenos y vacíos que

marchita la indignación. ¿Eso

explica la prosa del mundo?

A veces ceso totalmente y se abren

los pedacitos del amanecer

en un rincón de la lengua.

 

Juan Gelman (1930-2014)

Amaramara. Pinturas de Arturo Rivera

Granises / Secretarías de Cultura y de

Educación de la Ciudad de México, 2014


Martes

De todos los volcanes…

 

De todos los volcanes montañas desiertos glaciares éste. Montaje entre láminas de asbesto. Mano alisando los pliegues. Esquina. Lo probable de humedecer tierra árida. Al ojo revelarle su incapacidad para erigir montañas de polvo. Al oído regresarle su zona de nitidez, su enfoque.

Lenguaje espiga sudor deforme torcido astronómico obrero copista.

Palabra auditiva donde se produce el golpe. Largas heridas del vocablo donde supura el gesto / civilización.

Plusvalía, en este decir hay plusvalía.

 

Rocío Cerón (1972)

Borealis

FCE, México, 2016


Miércoles

En este breve espacio

 

En este breve espacio

se libraron batallas memorables.

Lo sabrán los nuevos herederos

sin conocer los nombres

ni la piel de animales prodigiosos

que en esta hoguera ardieron

y aquí consagraron la sustancia

que intentamos poner en cuatro letras.

 

Vicente Quirarte (1954)

La miel de los felices

manoSanta editores, Guadalajara, 2016


Jueves

Bagmesti

 

Río de muerte

que proclamas vida

Sábana

amarilla

de renacimiento

La tea convoca

tu ceniza inmortal

Eres transparencia de ataúd

que camina por el agua

Y al margen

la vigilia es paciente cercanía

No hay entierros

ni velorios

que oculten la osamenta

 

Alejandro Ordorica (1946)

Viaje en medio de la luz

Tres Haches, México, 2006.

 

Viernes

Escolopendra

 

Niñez

De escolopendras y de iguanas

Cara de aljibe en los espasmos de la hoja frágil

Alameda estañosa de la infancia

Sin nube y sin dialecto

Niñez

De curaciones del espanto

Con la mano velluda de doña Salomé

Niñez

De mango ictérico y de trueno

Monocorde en la lluvia

Sol derretido

Y engrapado al agua

Mientras la blusa de la noche

Acordonada de luciérnagas

Luce en el cuerpo de la aurora

Niñez

De emociones sumarias

Y de anofeles fascinados con la sangre

Pantano tábido del dengue

Y más allá de la ribera

El juicio íntimo

De una vela emboscada por las sombras

Insurrección de la terciana

En las frentes de los pizcadores

Niñez

Donde hombres lástima

Empuñan su dolor con las flores que venden

Postración de los niños

En las acequias de las nanas

Niñez

Donde indios lástima

En marcha y ronda

Sitian el Palacio de Gobierno

Niñez que mira arder

Virutas de estupor en un tizón de ocote

Cuellos de flamboyanes temblorosos

En la tormenta

Sémola

Íntima

Natal

Niñez que ulula

Con aullidos más verdes

Que los helechos de la muerte

(Matumaczá, 1959)

 

Juan Bañuelos (1932-2017)

Material de lectura. Poesía moderna. 125

UNAM, México, 1987

 

Sábado

Canción de otoño en primavera

 

Juventud, divino tesoro,

¡ya te vas para no volver!

Cuando quiero llorar, no lloro…

Y a veces lloro sin querer…

Plural ha sido la celeste

historia de mi corazón.

Era una dulce niña, en este

Mundo de duelo y aflicción.

Miraba como el alba pura;

sonreía como una flor.

Era su cabellera oscura

hecha de noche y de dolor.

Yo era tímido como un niño.

Ella, naturalmente, fue,

para mi amor hecho de armiño,

Herodías y Salomé…

Juventud, divino tesoro,

¡ya te vas para no volver!

Cuando quiero llorar, no lloro…

y a veces lloro sin querer…

Y más consoladora y más

halagadora y expresiva,

la otra fue más sensitiva

cual no pensé encontrar jamás.

Pues a su continua ternura

una pasión violenta unía.

En un peplo de gasa pura

una bacante se envolvía…

En sus brazos tomó mi ensueño

y lo arrulló como a un bebé…

Y te mató, triste y pequeño,

falto de luz, falto de fe…

Juventud, divino tesoro,

¡te fuiste para no volver!

Cuando quiero llorar, no lloro…

y a veces lloro sin querer…

Otra juzgó que era mi boca

el estuche de su pasión;

y que me roería, loca,

con sus dientes el corazón.

Poniendo en un amor de exceso

la mira de su voluntad,

mientras eran abrazo y beso

síntesis de la eternidad;

y de nuestra carne ligera

imaginar siempre un Edén,

sin pensar que la primavera

y la carne acaban también...

Juventud, divino tesoro,

¡ya te vas para no volver!

Cuando quiero llorar, no lloro…

Y a veces lloro sin querer…

¡Y las demás! En tantos climas,

en tantas tierras siempre son,

si no pretextos de mis rimas

fantasmas de mi corazón.

En vano busqué a la princesa

que estaba triste de esperar.

La vida es dura. Amarga y pesa.

¡Ya no hay princesa que cantar!

Mas a pesar del tiempo terco,

mi sed de amor no tiene fin;

con el cabello gris, me acerco

a los rosales del jardín…

Juventud, divino tesoro,

¡ya te vas para no volver!

Cuando quiero llorar, no lloro…

Y a veces lloro sin querer…

¡Mas es mía el Alba de oro!

 

Rubén Darío (1867-1916)

Cantos de vida y esperanza

Madrid, Tipografía de Revistas de Archivos y Bibliotecas, 1905

 

Domingo

Lady’s Journal

 

el ratón te contempla extasiado

la araña no se atreve a descender ni un

milímetro más a la tierra

el café es un espectro azul sobre la hornilla

dispuesto a desaparecer para siempre

oh sí querida mía

son las siete de la mañana

levántate muchacha

recoge tu pelo en la fotografía

descubre tu frente tu sonrisa

sonríe al lado del niño que se te parece

oh sí lo haces como puedes

y eres idéntica a la felicidad

que jamás envejece

quédate quieta

allí en ese paraíso

al lado del niño que se te parece

son las siete de la mañana

es la hora perfecta para comenzar

a soñar

el café será eterno

y el sol eterno

si no te mueves

si no despiertas

si no volteas la página

en tu pequeña cocina

frente a mi ventana

 

Blanca Varela (1926-2009)

Material de lectura. Poesía moderna. 140

UNAM, México, 1988


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