Un poema al día, para que quienes puedan se lo pongan encima y lo atesoren en la memoria
Lunes
Desde Granada…
Desde Granada subimos hasta Víznar. Vagamos por el borde sombrío del barranco. –¿Dónde?, decíamos. Era el otoño. Los hermanos, las viudas, los hijos de los muertos venían con grandes ramos. Entraban en el bosque y los depositaban en algún lugar, incierto, tanteantes. ¿En dónde había sucedido? –Lo mataron a él, decía la mujer, pero aquí también mataron a otros muchos, a tantos, a esos que ahora nadie ya recuerda. –Él ya no es él, le dije. Es el nombre que toma la memoria, no extinguible, de todos.
Víznar, 1988
José Ángel Valente (1929-2000)
Fragmentos de un libro futuro
Galaxia Gutenberg, Barcelona, 2019
Martes
Profecía
Y más hacia el norte
mientras el tren avanza
el silencio es mayor
no se conversa en los vagones
las palabras con esa luz
que cede con serenidad dorada a la noche
las mujeres y los hombres
sin importar edad
no pronuncian su mirar
no duermen
viajan así
enmudecidos
el mar no se escucha todavía
los años que restan se cuentan con las manos
los niños no lo saben
las siluetas de los árboles y las montañas
les pertenecen
son sus sueños
algo intuyen
con sus brazos asemejan una ola
dos
tres
pareciera que comienzan a oír
el oleaje se aproxima
es un latido que estremece.
Tomás Calvillo (1955)
Pausada tinta
Secretaría de Cultura de San
Luis Potosí, San Luis Potosí, 2016
Miércoles
Los nueve monstruos
Y, desgraciadamente,
el dolor crece en el mundo a cada rato
crece a 30 minutos por segundo paso a paso,
y la naturaleza del dolor, es el dolor dos veces
y la condición del martirio, carnívora, voraz,
es el dolor dos veces
y la función de la yerba purísima, el dolor
dos veces
y el bien de ser, dolernos doblemente.
Jamás, hombres humanos,
Hubo tanto dolor en el pecho, en la solapa, en la cartera,
en el vaso, en la carnicería, en la aritmética!
Jamás tanto cariño doloroso,
jamás tan cerca arremetió lo lejos,
jamás el fuego nunca
jugó mejor su rol de frío muerto!
Jamás, señor ministro de salud, fue la salud
más mortal
y la migraña extrajo tanta frente de la frente!
Y el mueble tuvo en su cajón, dolor,
El corazón, en su cajón, dolor,
la lagartija, en su cajón, dolor.
Crece la desdicha, hermanos hombres,
más pronto que la máquina, a diez máquinas, y crece
con la res de Rousseau, con nuestras barbas;
crece el mal por razones que ignoramos
y es una inundación con propios líquidos,
con propio barro y propia nube sólida!
Invierte el sufrimiento posiciones, da función
en que el humor acuoso es vertical
al pavimento,
el ojo es visto y esta oreja oída,
y esta oreja da nueve campanadas a la hora
del rayo, y nueve carcajadas
a la hora del trigo, y nueve sones hembras
a la hora del llanto, y nueve cánticos
a la hora del hambre y nueve truenos
y nueve látigos, menos un grito.
El dolor nos agarra, hermanos hombres,
por detrás, de perfil,
y nos aloca en los cinemas,
nos clava en los gramófonos,
nos desclava en los lechos, cae perpendicularmente
a nuestros boletos, a nuestras cartas;
y es muy grave sufrir, puede uno orar…
Pues de resultas
del dolor, hay algunos
que nacen, otros crecen, otros mueren,
y otros que nacen y no mueren, otros
que sin haber nacido, mueren, y otros
que no nacen ni mueren (son los más).
Y también de resultas
del sufrimiento, estoy triste
hasta la cabeza y más triste hasta el tobillo,
de ver el pan crucificado, al nabo,
ensangrentado,
llorando, a la cebolla,
al cereal, en general, harina,
a la sal, hecha polvo, al agua, huyendo,
al vino, un ecce-homo,
tan pálida a la nieve, al sol tan árido!
¡Cómo, hermanos humanos,
no deciros que ya no puedo y
ya no puedo con tanto cajón,
tanto minuto, tanta
lagartija y tanta
inversión, tanto lejos y tanta sed de sed!
Señor Ministro de Salud: ¿qué hacer?
¡Ah! desgraciadamente, hombres humanos,
hay, hermanos, muchísimo que hacer.
César Vallejo (1892-1938)
Antología de poesía latinoamericana contemporánea
Selección de Piedad Bonnett
Norma, Bogotá, 2010
Jueves
¡Qué bien están los muertos!
¡Qué bien están los muertos,
ya sin calor ni frío,
ya sin tedio ni hastío!
Por la tierra cubiertos,
en su caja extendidos,
blandamente dormidos…
¡Qué bien están los muertos,
con las manos cruzadas,
con las bocas cerradas!
¡Con los ojos abiertos,
para ver el arcano
que yo percibo en vano!
¡Qué bien estás, mi amor,
ya por siempre exceptuada
de la vejez odiada,
del verdugo dolor…;
inmortalmente joven,
dejando que te troven
su trova cotidiana
los pájaros poetas
que moran en las quietas
tumbas, y en la mañana,
donde la Muerte anida,
saludan a la vida.
17 de junio de 1912
Amado Nervo (1870-1919)
La amada inmóvil * Serenidad
Elevación * La última luna
Prólogo de Ernesto Mejía Sánchez
Porrúa, México, 2009
Viernes
Las moscas
1
Porque la mosca es sucia
y despreciable
pero tan familiar
como el cochambre de la estufa
como la bacinica del abuelo
como el salitre en las paredes
como una mancha oscura
en el mantel,
como un bolillo húmedo,
como el olor del gato,
como los calcetines en remojo;
porque la mosca vuela hipnotizada
en la sala vacía,
junto al balcón abierto,
cuando la tarde presagia lluvia,
su presencia nos duele
y nos contenta.
Ella es el ángel nuestro
de alas turbias,
un recado confuso
que nos une a la vida.
2
Dulce animal casero,
fantasma tolerable:
no engordes demasiado;
no insistas en chocar
contra los focos;
no fastidies al perro;
no roces nuestros labios;
no te seques en una telaraña;
no recorras los bordes
de las cazuelas sucias;
pero ante todo,
no caigas en la sopa
–y no faltes en casa
ni de noche
ni de día.
Eduardo Hurtado (1950)
Ciudad sin puertas,
Ediciones Toledo,
México, 1992
Sábado
Yo soy
Soy extraña en este mundo
a veces singular y a veces nada.
Soy el recuerdo de tres piedras
y el estallido de una llamarada.
Soy silenciosa cuando digo
y elocuente si declamo al alba.
Soy y no soy y a veces vivo
en este mundo aparente de palabras.
Lorena Avelar (1969)
El puente
Editorial Nazarí, Granada, 2019
Domingo
Coronación del amor
Mirad a los amantes.
Quieta la amada descansa muy leve,
como a su lado reposa el corazón del amante.
Es el poniente hermoso. Han pasado los besos
como la cálida propagación de la luz.
Ondas hubo encendidas que agitadas cruzaron,
coloreadas como las mismas nubes que una dicha envolvieron.
Luz confusa, son de los árboles conmovidos por el furioso y dulce soplo del amor,
que agitó sus ramajes, mientras un instante, absorbido, su verdor se endulzaba.
Para quedar sereno y claro el día, puro el azul, sosegada la bóveda que las felices frentes coronara.
Miradles ahora dueños de su sangre, vencido
el tumultuoso ardor que flamígera puso
su corporal unidad, hecha luz trastornada.
Los dorados amantes, rubios ya, permanecen
sobre un lecho de verde novedad que ha nacido
bajo el fuego. ¡Oh, cuán claros al día!
Helos bajo los aires que los besan
mientras la mañana crece sobre su tenue molicie,
sin pasar nunca, convocación de rapto leve,
porque la luz quiere como pluma elevarles,
mientras ellos sonreían a su amor, sosegados,
coronados del fuego que no quema,
pasados por las alas altísimas que ellos sienten cual besos
para sus puros labios que el amor no destruye.
Vicente Aleixandre (1898-1984)
Historia del corazón (1945-1953)
Espasa Calpe, Madrid, 1954
Donceles #66,
Centro Histórico,
alcaldía Cuauhtémoc,
Ciudad de México,
06010.
(+52)55 5208 2526
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