Poema del día

Siete poemas para esta semana. Selección de Felipe Garrido

Lunes, 02 de Diciembre de 2019
Por: Felipe Garrido

Un poema al día, para que quienes puedan se lo pongan encima y lo atesoren en la memoria

 

Lunes

El jaguar

El jaguar en brazos de la ceiba. El jaguar bajo la sombra de la ceiba. Allí se queda, quieto, dormido. El jaguar es una rama encendida de la ceiba. Cuando se oculta el sol arde bajo la tierra el jaguar y emerge amarilla la simiente del mundo. Sol nocturno. Lumbre de agua. Brasa inquieta. El jaguar era sin manchas. Recién parido de la ceiba, de su corazón y de su piel orquídeas brotaron. Por ello su corazón es dulce, su espalda florida y su andar, silencioso. En brazos de la ceiba el jaguar floreció. Sigue floreciendo. Florece. Florido. El jaguar es el hijo recién florido de la ceiba.

Balam Rodrigo (1974)
Ceibario
Instituto Municipal de Arte y Cultura
Premio Nacional de Poesía Tijuana, 2017 
México, 2018

Martes

De “Vrbe”

V
Las hordas salvajes de la noche
se echaron sobre la ciudad amedrentada.
         La bahía
florecida,
de mástiles y lunas,
se derrama
sobre la partitura
ingenua de sus manos,
y el grito, lejano
de un vapor,
hacia los mares nórdicos.
         Adiós
         al continente naufragado.
         Entre los hilos de su nombre
se quedaron las plumas de los pájaros.
         Pobre Celia María Dolores;
el panorama está dentro de nosotros.
Bajo los hachazos del silencio
las arquitecturas de hierro se devastan.
Hay oleadas de sangre y nubarrones de odio.
Desolación.
        Los discursos marihuanos
de los diputados
salpicaron de mierda su recuerdo,
         pero,
sobre las multitudes de mi alma
se ha despeñado su ternura.
         Ocotlán 
allá lejos.
Voces.
         Los impactos picotean sobre
las trincheras.
         La lujuria apedreó toda la noche
los balcones a obscuras de una virginidad.
         La metralla
hace saltar pedazos del silencio.
         Las calles
sonoras y desiertas,
son ríos de sombra
que van a dar al mar,
y el cielo, deshilachado,
es la nueva 
bandera,
que flamea
sobre la ciudad.

Manuel Maples Arce (1900-1981)
Las semillas del tiempo. Obra poética, 1919-1980
Prefacio de Rubén Bonifaz Nuño
Universidad Veracruzana, Xalapa, 2013

Miércoles

Mujeres que escriben

Cuando nosotras las mujeres
hablamos de llaveros chinos y cerveza
de mujeres que no sean yo
de cosas que no sean mi madre y hablamos de cosas
nos llamarán poetas
escritoras
nos llamarán vanguardia
malas poetas
malas escritoras
vanguardia caduca.
Cuando nosotras las mujeres
escribamos de cosas sin estridencia nerviosa
las mujeres no nos comprarán libros
no nos invitarán a sus congresos
abrirán quizá la puerta de otros deseos los mismos
y entrarán hombres que hablan de las mujeres que son él
de su madre y de su infancia, esas cosas
¿pero quién nos va a querer entonces?
Entonces cuando ya no escribamos preocupadas por
quién nos va a querer entonces
qué va a pasar
cuando se vayan los temas y las etiquetas duras
que es mejor morir para vender libros
para enamorar muchachos ojerosos
que es mejor morir después de todo
aunque no se vendan libros
ni trasnoche nadie leyendo a las mujeres.
Qué va a pasar
cuando hablemos entonces de otro tema
como llaveros chinos y cerveza y poesía
que para cuando termine ésta que es una de esas cosas
y me vaya tranquila a no limpiar la casa, a no cuidar a nadie, a no escribir
porque no quiero.

Carla Xel-Ha López Méndez (1991)
En El viento y las palabras. Renovación
poética en Jalisco (autores de 1980-2000)
Compiladores: Xóchitl Ramírez / Jeannette 
Guerrero / José Antonio Neri Tello
La Zonámbula, Guadalajara, 2014

Jueves

La isla, el libro

Niño lector, o mejor dicho: niño al que le gusta leer. Niño que tiene por biblioteca la menuda estantería de la casa paterna. Niño que hace pocas preguntas, muy pocas, se diría incluso que fabrica o inventa respuestas. Silencioso a ratos, taimado en la escuela, bullanguero en los campos de futbol. Una casa en una pequeña ciudad de provincia y en ella la isla encantada del libro favorito. Robinson de tierra adentro, el niño pasa lentamente las páginas: un naufragio en alta mar, un sobreviviente, otra isla; la Biblia, la pólvora, las semillas: la soledad febril, los caníbales, Viernes… Nunca imaginaría ese niño que al paso de los años, ya convertido él mismo en autor de libros, encontraría otros espíritus afines, marcados por la gracia de este libro. El de un poeta que escogió el hermoso nombre de Saint-John Perse, y ya investido con esa autonomía escribió un libro que lleva un título no menos hermoso: Imágenes para Crusoe. Michel Tournier, cuya fábula cuenta la historia del amor realizado entre el náufrago y su isla: Viernes o los limbos del Pacífico. Y más recientemente en el orbe de sus lecturas, el sudafricano J.M. Coetzee quien, en Foe, tiene la audacia de añadir a su relato un giro inquietante: la presencia de una mujer en la isla. A nombre de estos tres, a nombre de tantos otros, te doy las gracias, Daniel Defoe.

Jorge Esquinca (1957)
Nuevo elogio del libro
Fondo Editorial Universidad
Autónoma de Querétaro,
Querétaro, 2017

Viernes

De 2000
Traslación de dominio

III
Todo está perdido:
volvamos al paraíso de la carne
que no conoce tiempo.
–Volvamos –dice alguien,
pero no hay tiempo
para volver sobre el tiempo.
         Todo está perdido
         –y vencerá– dice ella desde la mesa

***

Bajo el árbol de la noche la escritura fragua la luz,
consume la piedra que sostiene el mundo.
           El párpado, donde eres signo sin sonido, escribe
Este tiempo no es el tiempo, es
gota aterida que lenta se desangra,
          dice,
día: viste mi noche con antorchas, dame
la mirada, el orden, la precisión:
el instante va, viene, puebla ya otra tarde.
           Atada está mi mano y mi escritura, mide ya
su íntimo naufragio.

***

La palabra yerta en la geografía de la hora. Se extravía.
Vuelve sobre sí misma y agoniza.
        No pronuncia nombre
porque el nombre está vacío,
quebrado por un accidente sin memoria.
        Enciende la luz del mediodía
dice
        Algo en mí no es tiempo, es hoguera
algo en mí no escribe sino dice,
algo en mí no es materia,
es estío en el campo abierto de mi frente.

María Rivera (1971)
Premio Nacional de Poesía Joven
de México. Treinta años
Selección, nota introductoria y
prólogo de Eduardo Langagne
y Juan Domingo Argüelles
Fondo Editorial Tierra Adentro
Conaculta, Gobierno del estado de Jalisco
México, 2004

Sábado

Nocturno

Milímetros de ti convergen ahogándose, bajo la noche, en la fantasía de toda la transparencia empozada en el cuarto.
                    Tu mirada oscila con un cerrado esplendor,
y en tu saliva surgen pedazos de nombres, alas de quemaduras: la noche resuena en tu paladar
con paso lentísimo de larva y roce tibio,
de animales numerosos extraviados en el reino de tus ropas, mezcladas de cualquier modo en la silla sombría,
             bajo techos muertos y lúcidos, recogido tú en los dones del sueño sobre tu cabeza hipnotizada de silencio.

David Huerta (1949)
Versión
Fondo de Cultura Económica,
México, 1983

Domingo

Testamento

Habiendo llegado al tiempo en que
la penumbra ya no me consuela más 
y me apocan los presagios pequeños; 
           habiendo llegado a este tiempo;
y como las heces del café 
abren de pronto ahora para mí
sus redondas bocas amargas; 
           habiendo llegado a este tiempo; 
y perdida ya toda esperanza de 
algún merecido ascenso, de 
ver el manar sereno de la sombra; 
           y no poseyendo más que este tiempo; 
no poseyendo más, en fin, 
que mi memoria de las noches y 
su vibrante delicadeza enorme; 
           no poseyendo más 
entre cielo y tierra que 
mi memoria, que este tiempo; 
decido hacer mi testamento. 
           Es éste: 
           les dejo 
           el tiempo, todo el tiempo.

Eliseo Diego (1920-1994)
Libro de quizás y de quién sabe
UNAM, México, 1993


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