Poema del día

Siete poemas para esta semana. Selección de Felipe Garrido

Lunes, 01 de Marzo de 2021
Por: Felipe Garrido

Un poema al día, para que quienes puedan se lo pongan encima y lo atesoren en la memoria

Lunes

Agua de temporal

I
Comparto mi esqueleto con la lluvia;
agua de temporal, agua de julio
que pasa y se transforma.
Otras sombras serán las que me habiten,
no el páramo, el desierto y su carroña,
no el polvo y su tropel de huizachales.
Agua de temporal, agua de todos,
una acequia, las charcas, las represas
en la calle empedrada.
El vano de una puerta a doble filo;
anochece y los fuegos de Santelmo
transfiguran el cielo con sus dones.
Un nuevo encantador en esta hora
ha pulido las sombras y acobriza
la lumbre en el brasero.

II
Me interno en las herrumbres de la noche,
su puerta claveteada en las alturas
cementerio del aire a campo abierto.
La noche semejante al mar y al vino,
la noche circular
donde arma el minotauro sus estruendos.
Una noche en la Feria de San Marcos,
unfáustica de ruidos
hasta el amanecer orgiástico.
Cantar y descender toda la escala
de violines, trompetas y tamboras.
Cantar y descender.
El aguzado oído del ladrón,
la fortuna que a gritos se desprende
de la oreja y la joya entre los dedos.
Es ahora la hora en que la suerte
del derrotado jugador revisa
sus monedas en franca retirada.
¿Cómo serán el rostro y el espejo
del asesino que se afeita y canta
después de su faena?
¿Cómo será la voz del asaltante
y los gritos postreros de la víctima?
¿Cómo será la cena con sus hijos?

III
Amo a la dueña del prostíbulo,
la bruja maternal de siete llaves,
que cura la resaca y me alimenta.
Vivo en el fondo del burdel,
alcoholizado huésped de tres días,
con la bella Susana y sus cuidados.
Comparto mis astillas
con un árbol de estaño, una mujer
de sílabas cortadas por el vino.
Una mujer de cabellera rota,
en un cuarto del Francia, en pie, desnuda;
sus labios y sus pies y mi esqueleto.
Conozco de sus piernas
el vello que las dora y las describe:
las ingles, el sudor, el bajo vientre.

IV
Recuerdo la mañana en los andenes,
la máquina, el vapor,
la campana violenta y el silbato.
Deploro el caracol de la escalera,
el túnel de las momias, los doblones
de las doce del día en catedral,
la corona de nardos en la frente,
la procesión y el cántico,
la cera derretida.

V
Agua de temporal, agua de lluvia;
a dos brazos cruzar el río San Pedro;
agua de adolescente transparencia.
Abajo el cerro, la ciudad, el llano,
la ceja en el confín y la tormenta
que gira entre relámpagos.
Caminar entre vides y colinas;
la nube errante tras la sed del hato,
julio es julio en los júbilos internos.

VI
Amanecer también es gran hazaña,
guardar en orden sueños y vigilias,
despertar a dolores y quebrantos.
Derribaron portales y edificios,
las piedras, la argamasa, la espadaña,
el donaire del arco.
Revocaron los barrios y el mercado,
me cambiaron los rumbos, las señales
y la Casa Redonda fue abatida.
Y no obstante comparto las espádulas
de este día rotundo como un goce,
los muros, las hormigas, el silencio.

Víctor Sandoval (1929-2013)
Poesía 1947-1999.
Prólogo de Benjamín Valdivia
Conaculta, México, 1999.

Martes

Porque estando él durmiendo,
lo besó su amiga

Vos cometisteis traición,
pues me heristeis, durmiendo,
de una herida que entiendo
que será mayor pasión
el deseo de otra tal
herida como me disteis,
que no la llaga mi mal
ni daño que me hicisteis.

Perdono la muerte mía;
mas con tales condiciones,
que de tales traiciones,
cometáis mil cada día;
pero todas contra mí,
porque, de aquesta manera,
no me place que otro muera
pues que yo lo merecí.

Cabo
Mas placer es que pesar
herida que otro mal sana:
quien durmiendo tanto gana,
nunca debe despertar.

Jorge Manrique (ca.1440-1479)
Poesía
Marqués de Santillana,
Gómez Manrique, Jorge Manrique.
Introducción de Arturo Souto Alabarce.
Porrúa, México, 1994.

Miércoles

Sola

¡Sola! Es decir, sin sus camaradas, lejos de su vigilancia, de sus ojos turbios por el deseo, y de su presencia llena de equívocos. La soledad tenía para ella una virtud paradójicamente propicia al pecado. No es ningún bien la soledad, ni nada enaltecido; es una forma, enfermiza, sin freno, de exaltación íntima y de cinismo. En la soledad piérdense temores y represiones; el espíritu, que se sabe grosero, ruin, bajo –aun el más noble entre ellos– no tiene empacho en mostrarse a sí mismo como es, y de esta suerte la soledad se transforma en un goce sensual, en una voluptuosidad incógnita, feroz, sin limitaciones y sin careta.

José Revueltas (1914-1976)
Los muros de agua.
Era, México, 1971.

Jueves

Báaxal tuch’bil ju’un

K’a’asaje’
báaxal tuch’bil ju’un ku xik’nal.
Teech choolik junjump’itil,
ki’imak a wóol tu xik’nal.
Ken jach ka’anchake’
ku téep’el u súumil a k’ajlaye’
ka kutal a cha’ant u páayk’abta’al tumen náachil.


Papalote

El recuerdo
es un papalote.
Poco a poco le sueltas,
disfrutas su vuelo.
En lo más alto
se rompe el hilo de tu memoria
y te sientas a presenciar cómo lo posee la distancia.

Briceida Cuevas Cob (1969)
En Carlos Montemayor,
Compilador,
Las lenguas de América.

Viernes

La mesa

Si una de las cosas de las que tiene encima
le dijera que siempre no fue mesa,
que sus patas fueron antes raíces
–aunque las tenga lisas, torneadas–,
lo negaría con todos sus clavos,
barnices y molduras a pesar
de las vetas o venas que la cruzan.
Nunca he echado de menos una rama
flexible, acogedora. Sin embargo,
siempre dispuesta todo lo recibe
sin quejarse del peso ni del roce.
Necesita sentir encima cosas
como si fueran pájaros dormidos,
confiados al ser de la madera.


Manera de no ser

Los fantasmas no existen: son tan solo unos vago
temblores de vacíos
o de sueños.
Ni sábanas nocturnas ni cadenas ni pasos,
ni siquiera el ruido
que hace el viento,
son señales propicias para ver el milagro
de una imagen sin visos
de sus huesos.
Descarnados e insomnes, desconocen el barro
primordial del destino.
Son desvelos
Inciertos de la infancia –la muerte no ha llegado–
o el perfil imprevisto
de un espejo.
Los fantasmas no existen: tan sólo son amagos
de quienes nunca fuimos
ni seremos.
Acaso se conformen con vivir sin ser algo:
ni sombras de un olvido,
pero eternos.

Francisco José Cruz (1962)
Altazor
Revista electrónica de literatura.
1 Época / Año 3 / Febrero 2021
Fundación Vicente Huidobro,
Santiago, Chile.

Sábado

Pócima

1
El silencio fermenta la lengua y la saliva.
El silencio, tragado acíbar
que sostiene al corazón, el odio y los amores.
El silencio de feroz mensaje y ruina
que nada dice y todo lo posterga atrás de la razón.
El silencio que crece, malhadado cordelero,
resuelto en su porción que socava la urdimbre de la vida.
El silencio, subterráneo enemigo,
torre herida.
Va el silencio a las amplias bodegas,
roe las ramas, abre las puertas entre telas de araña
y llega sangrante a los hombres que cobija el sol.

2
Trópicos de palabras buscamos,
no leucemia en los pozos.
Sonidos convulsos en las calles
al acecho de dulzuras de lluvia y chapoteo de risas.
Palabras derribando extensiones como altos mundos,
ruidos de mercurio alerta y ronroneo de gatos.
Descomunales vertientes de voces que reconoce
el hombre y a él le dan mensajes con primitivos
colores guacamayas y espléndidas selvas.
Es odioso el silencio en el silencio.
Pócima amarga,
agitación de quebradas alas
en los tejados de un barrio triste.
Hay días en que el hombre se violenta subsumido
en tedios secretos
y niega absolutos con un licencioso amor al oído.

Mario del Valle (1945).
Río de la memoria.
Ediciones El Rehilete, México, 2020.

Domingo

Amor dormido

Dormía, los brazos me tendiste y por sorpresa
rodeaste mi insomnio. ¿Apartabas así
la noche desvelada, bajo la luna presa?
Tu soñar me envolvía, soñado me sentí.

Jorge Guillén (1893-1984)
Insomnios. Una antología de poemas.


Nocturno

Para vivir es demasiado el tiempo;
para saber no es nada.
¿A qué vinimos, noche, corazón de la noche?
No es posible sino soñar, morir,
soñar que no morimos
y, a veces, un instante, despertar.

Rosario Castellanos (1925-1974)
Insomnios. Una antología de poemas.
Compiladores: Jorge Aguilar, Felipe Garrido.
Ilustraciones de Elena Climent
Boehringer Ingelheim, México, 1987.

 


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