Poema del día

Siete poemas para esta semana. Selección de Felipe Garrido

Lunes, 23 de Marzo de 2020
Por: Felipe Garrido

Un poema al día, para que quienes puedan se lo pongan encima y lo atesoren en la memoria

Lunes

Romance de Florinda

En la ribera del río
tiene Florinda su casa.
Quince mayos y una vieja
su soledad acompañan.
         Si a su tiempo lo supiera,
otra historia les cantara,
yo me la hubiera llevado
a la buena o a la mala.
         Campesina tempranera,
con su cántaro de grana,
por la vena del camino
la ve llegar el Grijalva.
         Y cautivado por ella
en un remanso se para,
con la ilusión de llevarse
un retrato de su cara.
          Pero Florinda no cuida
de mirarse retratada;
sólo mira un pececillo
como una sombra en el agua.
          Pececillo que la espera
en el remanso que canta
y que retiene, por verla,
el imán de la esperanza.
          Una mañana el galán,
por descuido o por hazaña,
en el cántaro se entró
como si fuera su casa.
           Y la niña lo cogió;
y acarició sus escamas
y lo puso nuevamente
en su líquida morada.
           En los días que siguieron
repitióse la jugada
y Florinda se reía
con su boquita perlada.
           Una vez el pececillo
mordió su dedo de nácar
y al sacarlo vivamente
brilló un anillo de plata.
           Y así fue como Florinda
con un pez se desposara
para vivir en un cuento
de la vieja agüela Juana.
           El Grijalva la vistió
con sus espumas más blancas
y con oro de su arena
le fabricó las sandalias.
           Altos amantes tendieron
sobre su dicha las ramas
y en el fondo de la poza
una estrella fue su lámpara.
           Y nadie supo jamás
qué pasó con la muchacha;
unos dicen que se ahogó;
otros que no saben nada.
           Pero en el tibio silencio
de las noches estrelladas,
las mozas que van al río,
ven dos sombras enlazadas.
           Y el corazón se les vuelve
un cantarito de grana
que se les llena de besos
con el murmullo del agua.

José María Gurría Urgell (1889-1965)
Grijalva
Gobierno del estado de Tabasco,
Villahermosa, 1976.

Martes

Tierra viva

Tierra viva,
tierra de entrañas ardientes,
encendido panal bajo los sepias
en un manto espeso.
Materia de ebriedad y de dulzura
que a sí misma se engendra,
que a sí misma se vierte.
Tierra que funde
y que concentra, en su cieno solar,
las ternuras huidizas que amasa el tiempo. Tierra
de floración. Tierra torneada en que cifra el goce
sus huellas íntimas,
cera en que abisma y palpa
su memoria:
cuenco; lugar oculto
donde el amor es un fruto que pesa
y que madura. Es el huerto ceñido
que se extiende hacia adentro:
selvas de nervaduras
en sus hojas;
redes de bronce contra el mar.
Destellos finos
que alarga el sueño sobre sus lascas azuladas. Sal,
huellas de sal sobre esta tierra. Rastros
de plenitud; y el tejido del otoño al trasluz
de sus frutos.

Coral Bracho (1951)
Tierra de entraña ardiente Galería
López Quiroga, México, 1992

Miércoles

Nadie de verdad vive en la tierra

El Dador de la Vida se burla;
sólo un sueño perseguimos,
oh amigos nuestros,
nuestros corazones confían,
pero él en verdad se burla.
         Conmovidos gocemos,
en medio del verdor y las pinturas.
Nos hace vivir el Dador de la Vida,
él sabe, él determina
cómo moriremos los hombres.
         Nadie, nadie, nadie,
de verdad vive en la tierra.

Miguel León-Portilla (1926-2019)
La tinta negra y roja. Antología
de poesía náhuatl.
Era, México, 2012.

Jueves

Los rayos le cuenta al Sol

Los rayos le cuenta al Sol
con un peine de marfil
la bella Jacinta, un día
que por mi dicha la vi
         en la verde orilla
         de Guadalquivir.
La mano obscurece al peine;
mas ¿qué mucho? si el abril
la vio obscurecer los lilios
que blancos suelen salir
          en la verde orilla
          de Guadalquivir.
Los pájaros la saludan,
porque piensan (y es así),
que el Sol que sale en Oriente
vuelve otra vez a salir
          en la verde orilla
          de Guadalquivir.
Por sólo un cabello el Sol
de sus rayos diera mil,
solicitando invidioso
el que se quedaba allí
          en la verde orilla
          de Guadalquivir.

Luis de Góngora y Argote (1561-1627)
Obras completas
Aguilar, Madrid, 1961

Viernes

Onírico es un señor mayor que también duerme

No importa, de todas formas sueño que te cuento un secreto. Un secreto que ni yo sé muy bien, pero sé que te lo digo, y tú siempre me miras desconcertado y veloz desvías la mirada quizás al sueño de alguien más. Hablas muy poco en los sueños pero de alguna forma te entiendo perfectamente; excepto algo que me dices siempre, es una frase muy breve, una fracción de segundo balbuceado y que jamás comprendo, como si me lo dijeras borroso. No importa, de todas formas sueño, y en mi sueño tampoco puedes quedarte.

Fernanda Sánchez Martínez (1991)
71 de marzo
Colección Premios 20 de Noviembre
San Luis Potosí, 2017

Sábado

Deseos

a Salvador Novo

Trópico, para qué me diste
las manos llenas de color.
Todo lo que yo toque
se llenará de sol.
En las tardes sutiles de otras tierras
pasaré con mis ruidos de vidrio tornasol.
Déjame un solo instante
dejar de ser grito y color.
Déjame un solo instante
cambiar de clima el corazón,
beber la penumbra de una cosa desierta,
inclinarme en silencio sobre un remoto balcón,
ahondarme en el manto de pliegues finos,
dispersarme en la orilla de una suave devoción,
acariciar dulcemente las cabelleras lacias
y escribir con un lápiz muy fino mi meditación.
¡Oh, dejar de ser un solo instante
el Ayudante de Campo del sol!
¡Trópico, para qué me diste
las manos llenas de color!

Carlos Pellicer (1897-1977)
6, 7 poemas
Aztlán, México, 1924

Domingo

Los gansos
Por nada los gansos
tocan alarma
en sus trompetas de barro.

La tortuga
Aunque jamás se muda,
a tumbos, como carro de mudanzas,
va por la senda la tortuga.

Hojas secas
El jardín está lleno de hojas secas;
nunca vi tantas hojas en sus árboles
verdes, en primavera.

La araña
Recorriendo su tela
esta luna clarísima
tiene a la araña en vela.

La luna
Es mar la noche negra,
la nube es una concha,
la luna es una perla.

Hongo
Parece la sombrilla
este hongo policromo
de un sapo japonista.

Sandía
Del verano, roja y fría
carcajada,
rebanada
de sandía.

José Juan Tablada (1861-1945)
Poesía en movimiento. México 1915-1966
Selecciones y notas de Octavio Paz,
Alí Chumacero, José Emilio Pacheco
y Homero Aridjis. Prólogo de Octavio Paz
Siglo XXI, México, 1966

 


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