Poema del día

Siete poemas para esta semana. Selección de Felipe Garrido

Martes, 16 de Junio de 2020
Por: Felipe Garrido

Un poema al día, para que quienes puedan se lo pongan encima y lo atesoren en la memoria

 

Lunes

Eres un pulpo en mi cama…

Eres un pulpo en mi cama y me niego a tus caricias,
eres un chiste de mal gusto y me río a pesar tuyo,
duermo para olvidarte y, sin embargo, tus redes
se entretejen en mis lecturas, ávida por saberte,
aunque cientos de avispas me picotean en tu nombre,
borran las líneas, los acentos, las redondeces
de las letras que antes fueron escudos, luces
que inventaron el sol si un ánimo sombrío
mordisqueaba la tarde. La tarde esplendente
me abraza en primavera, mas tú la convulsionas
con tu furia rabiosa, con la delicadeza
de tu mal silencioso. Entre tú y ella: yo
peleando por seguir siendo un yo.

Rocío González (1962).
Neurología 211.
Trilce, México, 2013.

Martes

Época

Y levantándose partió hacia su padre.
Lucas, 15:20.

Intentamos volver
de la ruina volvimos cada tarde
de las ciudades
intentamos volver
esperamos volver
–bebíamos
bebíamos entonces
gozábamos tus ojos
la oscura lumbre de tus ojos bebíamos–
desde entonces intentamos volver
recordando
esperamos volver cada tarde
a veces reconozco
el aroma del vino de la infancia
el sabor del hogar
el libro abierto
–había siempre un libro
donde entonces bebíamos tus ojos
comíamos tus ojos–
desde entonces volvimos
intentamos volver desde las ruinas
de la ciudad volvimos
esperamos volver
recordando tus ojos
la negra oscura lumbre de tus ojos
rogando por nosotros
rogando por nosotros

II
En invierno volvimos
mitad atados
medio libres también
regresamos a casa
junto a las flores rotas
entre restos de cena están las migas
los olvidados coros de la noche
perdidos en la juerga
nada hay
nada hay
donde nos aguardabas
y serviste la cena
sino la larga exclusa de esta noche
y la delgada estría de tu estancia
arrancada a la ausencia
en medio del desastre:
un fragmento de pan
y los restos del vino.

Javier Sicilia (1956).
Vestigios.
Era, México, 2013

Miércoles

Elogio de la esperanza

Si en vez de primavera helado invierno
al corazón depara mi destino
y gris paisaje en vez de árbol y trino
y en vez de paraíso ardiente infierno.
Si ya entre dicha y pena no discierno
pues entre puras sombras peregrino
errando muchas veces el camino
sin encontrar lo puro ni lo eterno.
Si en la flor nada más encuentro espinas
y en la ciudad que sueño sólo ruinas
que es poca cosa sé y no desespero:
primaveras vendrán seguramente
a posarse en mi mano y en mi frente
y sólo sé que vivo porque espero.

Otto Raúl González (1921-2007)
“Dimensión del tiempo”, en
La dimensión en el tiempo
Ediciones Castillo, México, 1998

Jueves

Sumisión de la forma

Yo me propuse hacia 1975 apaciguar mis gestos poner a
reposar mis ademanes.
Y desde aquel entonces visto un amplio blusón gris
pantalón de mezclilla.
Yo creo que hará un año que no cambio las aguas de los
tres búcaros de casa: crisantemos amarillos
jarrón con crisantemos blancos la hornacina
con el florerito para unas rosas.
Mi mujer y yo nos desnudábamos como si en la encrucijada
de cuatro vientos huracanados acabara de
surgir un estrépito de caballos hacia un claro.
Vergel, entre los cuatro vientos.
Nuestros ademanes de amor eran un agua demudada una luz
lívida en la miel momentánea en el ámbar
de una cópula.
Y me retraigo, reposo: tu mano posada en el ámbar rapado
de mis pudendas.
(Brahms) junto a tu configuración sobre las sábanas.
Tu sitio: escalas.
Acerco, el cigarrillo encendido a los labios la mano en
alto la sábana empercudida.
Al borde del camastro, tejados: el frondoso sicomoro
centenario, deshojado
Estás.
Domos de rápida vid de líquidos panales cuyo geranio vivo
tajo y enarbolo entre mis dedos, en alto:
en la pared deshabitada la abierta forma
de unas tijeras

José Kozer (1940)
Poetas de México y Latinoamérics
Cuadernos de la Palabra
Universidad Veracruzana, Xalapa, 2007

Viernes

En esta piedra…

En esta piedra yo te espero
en el estómago en el regazo de esta piedra
junto al río cuyas aguas dejaron cicatriz
Como jauría con hambre
como perro sin dueño
yo te espero
sobre la piedra que contempla
las grandes aguas que no volvieron más
la vista fija de las vacas que la tarde apacienta
Como estrellas caídas las botellas que alguna vez
guardaron la pureza
Excepto tú todo pasa
y todos pasan por aquí
excepto tú
por esta piedra
pasan
y en mi mente
quedan
como regalos
de tu ausencia

Minerva Margarita Villarreal (1957-2019)
Tálamo
Secretaría de Educación, Estado de
México, Toluca, 2011.

Sábado

El primer animal

Soy un torpe animal melancólico que a veces se alegra de la lluvia o la niebla
y mira pasar sus piernas en ocasiones extrañas dentro de su cuerpo,
mientras gusta de encender la noche con el fruto de sus lamentaciones
y de vez en cuando
como un alto nombramiento conferido desde la infancia
ama.
Soy un torpe animal que no se sacia
de buscar la ternura escondida en una vieja campana de barco,
en un poema leído a solas o en esa sensación elemental de tener hambre o frío.
Soy simplemente un animal sencillo y primitivo desde mi origen,
cruel algunas veces y que gusta de ser largamente acariciado,
penetrado por un sol amoroso, rodeado por pequeñas y tiernas palabras.
Deseo la construcción de un mundo capaz de contenerme.
Mi naturaleza de animal me vuelve frágil, insumiso y violento
en las horas en que me pongo a jugar el juego de la vida.
Hago la luz y los silencios
y soy humano hasta donde mi capacidad me lo permite.
Porque soy primitivo vuelvo mis pisadas a la tierra,
el olor de la tierra que me ha enseñado siempre
a poder distinguir al enemigo, al que pisa distinto y habla diferente.
Soy dócil y sensible. Me gusta a veces comer granizo, beber café y escuchar a Vivaldi.
Y viajan mis ojos por paisajes interiores y canto y mi sangre se aquieta.
Siento que soy el animal de todos los asombros:
el primer animal sobre la tierra.

Thelma Nava (1932-2019)
El poeta en un poema
Marco Antonio Campos
UNAM, México, 1998.

Domingo

Ángel de la guarda

Ángel de mi guarda,
dulce compañía, no me desampares…

Un puente colgante
por donde el ángel de la guarda
me preserva de peligros.
Un puente colgante: mi infancia.
La gracia, el pecado,
la brisa
subiendo, subiendo;
el ángel de la guarda
más lejos, más lejos.
El puente colgante,
más lejos, más lejos.
Pasillos oscuros y puertas estrechas,
desvanes, bodegas,
la brisa en las ingles.
Ángel de mi guarda,
no me desampares.

Víctor Sandoval (1929-2013)
Poesía 1947-1999.
Conaculta, México, 1999.

 


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