Poema del día

Siete poemas para esta semana. Selección de Felipe Garrido

Lunes, 31 de Enero de 2022
Por: Felipe Garrido

Un poema al día, para que quienes puedan se lo pongan encima y lo atesoren en la memoria.

Lunes

Ni modo, así te amo

Para Nilda, siempre

Como el rayo, como el trueno,
como la tormenta, así te amo.
Te amo con el fuego y el riesgo,
y en el silencio y en la ausencia nocturna
te amo también, de cerca o de lejos,
en jueves y en septiembre, de azul o rojo.
Te amo como si fuera la primera vez,
como si fuera la última de esta semana.
Te amo como un montón de hormigas
o una ráfaga de viento en la oscuridad,
como una escalera a ninguna parte te amo
y como la primera copa después de la ausencia
y como si no lo supiera y no quisiera darme cuenta.
Ni modo, así te amo, todavía.

Joaquín-Armando Chacón (1944)
Revista El cocodrilo poeta
Año 2, número 5, México,
primavera de 1994.


En el Río Maine

Recuerdo de Frankfort
los árboles y el río y la otra orilla:
dos jovencitas, útiles escolares bajo los brazos, 
cruzan el puente, ensimismadas 
en sus relatos de amores futuros;
por abajo de ellas navega un lanchón de carga
y los dos marineros –y el otoño– también
las admiran en el silencio del mediodía.
Instante fugaz
que en la suma de los meses rumbo a otro octubre
quedará en la memoria,
sin importar que las bellas adolescentes,
los dos marineros, el extranjero, e incluso el otoño
fuéramos en direcciones contrarias

Joaquín-Armando Chacón (1944)
Santa Cruz, California y otras imágenes.
Margen de Poesía 66, Universidad
Autónoma Metropolitana, México.

Martes

Zapatos de tacón rojos para mujer linda

A Magali Lara

A los zapatos rojos los colorearon de manzana. Los zapatos rojos se ven bien en el zapatero, en el buró, o abandonados al pie de la cama. Con unos zapatos rojos los pies son importantes. A veces los zapatos rojos piensan. A los zapatos rojos les pusieron chapas por todos lados. Los zapatos rojos saben esperar. Los zapatos rojos son sinceros. Los zapatos rojos son el corazón de los pies. Los zapatos rojos se parecen a la mujer linda. Los zapatos rojos van bien con un vestido ajustado o con uno amplio. Los zapatos rojos van bien sin vestido. Los zapatos rojos son medio gitanos. Los zapatos rojos son los labios de la sensualidad. 
         Los zapatos de tacón rojos son amigos de los zapatos de tacón negros. Los zapatos rojos desean desnudos a los pies. Los zapatos rojos están pintados de amor. Los zapatos rojos atraen a pequeños minotauros. Los zapatos rojos son el sueño realizado de los pies. Los zapatos rojos siempre llevan a una bailarina.

Guillermo Samperio (1948-2016)
Maravillas malabares.
Edición de Javier Fernández.
Cátedra, Madrid, 2015.

Miércoles

Misa negra

¡Noche de sábado! Callada
está la tierra y negro el cielo,
palpita en mi alma una balada
de doloroso ritornelo.
      El corazón desangra herido
por el cilicio de las penas
y corre el plomo derretido
de la neurosis en mis venas.
      ¡Amada, ven! Dale a mi frente
el edredón de tu regazo,
y a mi locura, dulcemente,
lleva a la cárcel de tu abrazo.
      ¡Noche de sábado! En tu alcoba
flota un perfume de incensario,
el oro brilla y la caoba
tiene penumbras de santuario.
       Y allá en el lecho do reposa
tu cuerpo blanco, reverbera
como custodia esplendorosa 
tu desatada cabellera.
       Toma el aspecto triste y frío
de la enlutada religiosa
y con el traje más sombrío
viste tu carne voluptuosa.
       Con el murmullo de los rezos
quiero la voz de tu ternura,
y con el óleo de mis besos
ungir de Diosa tu hermosura.
       Quiero cambiar el beso ardiente
de mis estrofas de otros días
por el incienso reverente
de las sonoras letanías.
       Quiero en las gradas de tu lecho
doblar temblando la rodilla...
y hacer el ara de tu pecho
y de tu alcoba la capilla.
       Y celebrar ferviente y mudo,
sobre tu cuerpo seductor
¡lleno de esencias y desnudo,
la Misa Negra de mi amor!

José Juan Tablada (1871-1945)
Material de lectura. Poesía moderna. 33
Selección y presentación de
Héctor Valdés
UNAM, México, 2022.

Jueves

Consejo

Mujer:
entrega
tu vida en
amor.
No creas
en la tristeza
ni en los desengaños.
Cuando todo
pasa
sólo te queda el recuerdo
de la dulce
caricia que
robaste un día
al tiempo.
Ama,
entrega tu
amor,
cuando vuelvas
la cabeza encontrarás
que fue mejor.
Ama y sé
mujer.
Qué más puedo
decirte
de la que mucho
amó?
Qué más
puedes querer
cuando el que tú amas
te llame
Mujer.


Yo

Dicen que soy
brusca,
que no sé
lo que digo
porque vine
de allá.
Ellos dicen
que de la montaña
oscura.
Yo sé que vine
de una claridad.
Brusca
porque miro
de frente.
Brusca
porque soy
fuerte.
Que soy
montaraz.
Cuántas cosas
dicen
porque vine
de allá,
de un rincón
oscuro de la
montaña
Mas yo sé que
vine de una
claridad.


Un día que fui mariposa

Soy mariposa,
me gusta volar
y ver a través de
mis ojos dorados
mi libertad.
Me gusta vivir;
un día tener jardines
llenos de sol,
tener alas
brillantes,
mas no tener
corazón.
Morir ebria
de belleza,
morir ebria
de alegría,
con las alas
abiertas
y a la luz
del día.
En un hilito
de llama
azulada y roja.
Es lo que yo llamo
morir como una
perfecta
mariposa.

Nellie Campobello (1900-1986)
Yo, versos por Francisca.
Edición de autor, México, 1928.
Obra reunida.
FCE, México, 2007.

Viernes

Era un aire suave

Era un aire suave, de pausados giros;
el hada Harmonía ritmaba sus vuelos;
e iban frases vagas y tenues suspiros
entre los sollozos de los violoncelos.
        Sobre la terraza, junto a los ramajes,
diríase un trémolo de liras eolias
cuando acariciaban los sedosos trajes
sobre el tallo erguidas las blancas magnolias.
        La marquesa Eulalia risas y desvíos
daba a un tiempo mismo para dos rivales,
el vizconde rubio de los desafíos
y el abate joven de los madrigales.
       Cerca, coronado con hojas de viña,
reía en su máscara Término barbudo,
y, como un efebo que fuese una niña,
mostraba una Diana su mármol desnudo.
       Y bajo un boscaje del amor palestra,
sobre rico zócalo al modo de Jonia,
con un candelabro prendido en la diestra
volaba el Mercurio de Juan de Bolonia.
       La orquesta perlaba sus mágicas notas,
un coro de sones alados se oía;
galantes pavanas, fugaces gavotas
cantaban los dulces violines de Hungría.
       Al oír las quejas de sus caballeros
ríe, ríe, ríe la divina Eulalia,
pues son su tesoro las flechas de Eros,
el cinto de Cipria, la rueca de Onfalia.
      ¡Ay de quien sus mieles y frases recoja!
¡Ay de quien del canto de su amor se fíe!
Con sus ojos lindos y su boca roja,
la divina Eulalia ríe, ríe, ríe.
       Tiene azules ojos, es maligna y bella;
cuando mira vierte viva luz extraña:
se asoma a sus húmedas pupilas de estrella
el alma del rubio cristal de Champaña.
       Es noche de fiesta, y el baile de trajes
ostenta su gloria de triunfos mundanos.
La divina Eulalia, vestida de encajes,
una flor destroza con sus tersas manos.
       El teclado harmónico de su risa fina
a la alegre música de un pájaro iguala,
con los staccati de una bailarina
y las locas fugas de una colegiala.
      ¡Amoroso pájaro que trinos exhala
bajo el ala a veces ocultando el pico;
que desdenes rudos lanza bajo el ala,
bajo el ala aleve del leve abanico!
      Cuando a medianoche sus notas arranque
y en arpegios áureos gima Filomela,
y el ebúrneo cisne, sobre el quieto estanque
como blanca góndola imprima su estela,
      la marquesa alegre llegará al boscaje,
boscaje que cubre la amable glorieta,
donde han de estrecharla los brazos de un paje,
que siendo su paje será su poeta.
      Al compás de un canto de artista de Italia
que en la brisa errante la orquesta deslíe,
junto a los rivales la divina Eulalia
la divina Eulalia, ríe, ríe, ríe.
      ¿Fue acaso en el tiempo del rey Luis de Francia,
sol con corte de astros, en campos de azur?
¿Cuando los alcázares llenó de fragancia
la regia y pomposa rosa Pompadour?
      ¿Fue cuando la bella su falda cogía
con dedos de ninfa, bailando el minué,
y de los compases el ritmo seguía
sobre el tacón rojo, lindo y leve el pie?
      ¿O cuando pastoras de floridos valles
ornaban con cintas sus albos corderos,
y oían, divinas Tirsis de Versalles,
las declaraciones de sus caballeros?
       ¿Fue en ese buen tiempo de duques pastores,
de amantes princesas y tiernos galanes,
cuando entre sonrisas y perlas y flores
iban las casacas de los chambelanes?
       ¿Fue acaso en el Norte o en el Mediodía?
Yo el tiempo y el día y el país ignoro,
pero sé que Eulalia ríe todavía,
¡y es cruel y eterna su risa de oro!

Rubén Darío (1867-1916)
Poesías. 
Edición de Ernesto Mejía Sánchez. 
Estudio preliminar de Enrique Anderson Imbert. 
FCE, México, 1952.

Sábado

Alba
Orífice del alba, dulce loco,
alucinada estoy en tus colores.
Si me pintas la noche de temores
en el amanecer dórame un poco.
Después verás qué pájaros convoco
para que te rindamos los honores
porque eres hacedor de los albores
y principio de todo lo que toco.
Viérteme caridad en la escudilla,
dame el trino, la flor, la mariposa,
el germen del olvido, la semilla,
la verdad que se oculta en cualquier cosa,
detenme ya de la terrible orilla,
tíñeme el alba de esperanza y rosa.


Desayuno

Si es que me siento sola, no me importa.
Con el ego me baño narcisista,
ante el espejo me hago una entrevista
y escribo lo que el vidrio me reporta:
la vejez asomada que soporta
un espíritu fuerte y optimista,
hay mucho más de risas a la vista
porque el dolor la vida nos acorta.
Tengo amigos y amigas; más de alguno
por teléfono a veces me resiste.
Espanto algún recuerdo inoportuno
como si fuera mosca. Y si persiste
le invito un poco de mi desayuno.
Sé que estoy sola. Pero nunca triste.

Marzo 27 de 1995


Lejana arquitectura

Vejez, llévate todo: cutis terso
donde viajaron manos persuasivas,
ojos radiantes, lámparas votivas
que iluminaron noches de universo.
Llévate aquel andar que como en verso
mis firmes piernas eran decisivas.
Yo buscaba las cosas sustantivas
quizá muy lejos de un afán perverso.
Llévate de la avispa mi cintura,
dimensión increíble, lozanía,
llévate de mis senos la blancura
y el negro de mi pelo en armonía.
Llévate mi lejana arquitectura.
Pero déjame entera mi alegría

1994

Griselda Álvarez (1913-2009)
Letanía erótica para la paz
Instituto Colimense de Cultura, Colima, 1997


Dicen los lectores:

Sobre la entrega 1719, del 25 de enero, Eugenio Aguirre: Bellas imágenes las de Guillermo Samperio en base a un pretexto que puede parecer baladí, unos zapatos rojos. Sin embargo, él les da una profundidad trascendente y los dota de una gracia maravillosa. El texto de Samperio es luminoso y sumamente atractivo. La personalidad de los zapatos es contundente y el lector puede advertir su disposición para ser buenos compañeros y excelentes amigos. Su lectura es amable y placentera.

Sobre la entrega 1722, del 28 de enero, Adolfo Castañón: “Era un aire suave” es el primer poema de Prosas profanas, publicado en Buenos Aires en 1896, cuando el autor tenía 29 años y acababa de regresar de Francia. Como dice Pedro Salinas en La poesía de Rubén Darío (Losada, Buenos Aires, 1948, p, 122), el tema que recorre este poema es el aire. “Las dos estrofas iniciales tienen por imponderable personaje al aire. Todo está fundido en el aire, todo vive disuelto en el aire que lo trae y lo lleva, deleitándose en columpiarlo”. El aire está relacionado con el oído, y ''lo primero es la música'' en esta poesía. Antes que nada, antes que cualquier cosa, decía Verlaine. El aire, la música y los músicos conducen este ensueño que culmina con la cruel y eterna risa de oro de esa Eulalia que “ríe todavía” y nos hace cantar con ella.

Domingo

Ollin

La mar está habitándome, su fiera tempestad, su cuerpo de agua. Está diciéndome mujer, mujer redonda, habitada, dueña de la transparencia. El mar está ahogándome de dicha. Yo, la hija siempre, jugosa amante de mis hombres, juglar y peregrina a voluntad, me detengo porque soy tu cuerpo, playa detus palpitaciones, rumor de tu profundo oleaje. Me detengo porque nunca la mar lavó mi sangre con tanta pulcritud y me llenó de peces, porque soy nueva cuando el amor me llama plenilunio y nos gozamos en la viscosidad de todo este mar que nos habita.
Ollin tu nombre, Ollin como una burbuja viva, caracol d sacra y antiquísima belleza; me quedé inmóvil para sentir que me tocabas, para rasgar la noche con el delirio de un dios que está creando el amanecer.


La boda

Te casarás con todos,
también con el que amaste.
En la cópula dirás cada uno de sus nombres
y después el olvido se llamará noviembre.
Doblarás el blanco fantasmal de tu vestido
y entrarás en el círculo cerrado de tu vientre;
ahí crecerá la bugambilia con sus cien cabezas.


Sofía

Sofía descompuso los relojes y se nos vino encima la eternidad,
con sus demonios y sus grillos y sus lágrimas gordas y toda su pereza.
Sólo me deletrea y se equivoca,
está ebria y pregunta por mí, y nadie, ni siquiera la luna,
le responde.
El cristal que la cubre me refracta. Me estoy volviendo otro, Sofía, no me dejes aquí.
Y canta, ajena a su eternidad, joven para siempre, como un hermoso tigre disecado.

Rocío González (1962-2019)
Antología general de la poesía mexicana.
Poesía del México actual.
De la segunda mitad del siglo XX
a nuestros días.
Selección, prólogo y notas
de Juan Domingo Argüelles.
Océano, México, 2014.


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